XV. Te Quiero, Gellert

1.3K 170 30
                                    

Hacía unos días que no veía a Albus, la última vez fue el día del baile, y aún no se podía quitar de la cabeza el recuerdo de haberse besado con él. Era algo que no podía procesar muy bien en su mente, ni siquiera pudo darse cuenta cómo de caerle mal, terminó siendo la mejor persona que había conocido. Ni en un millón de años se plantearía que le gustara alguien, y menos un hombre. Solo esperaría que aquello no significara una distracción a todos sus planes.

Recibió una lechuza donde le invitarían a ir a cualquier lugar del castillo, tan sólo para pasar el rato. Gellert se sintió aliviado de que aquella nota fuese del castaño y no del fastidioso de su compañero de escuela. Tan solo leerla, se dirigió a uno de los jardines cercanos al bosque prohibido, donde acordaron verse.

Mientras más cercano estaba, pudo ver con más claridad la figura de un muchacho sentado en el pasto; indudablemente sería Dumbledore quién le esperaba.

—Oh. Has llegado, Gellert —la voz del castaño sonaba tímida.

—Sí. Me alegra verte —el rubio curvó suavemente sus labios, y tomando asiento sobre el verde de la hierba.

—Quiero darte un obsequio de año nuevo.

Gellert lo miró sacar de su túnica un libro y enseguida entregárselo.

—Gracias. Yo también he traído uno para ti, y he pensado que te va a ser muy útil —le entregó una cajita que contenía una pluma.

—Es de las que no necesitan tinta. Gracias, Gell.

Tenía un rato que no escuchaba a Albus decirle así.

Hubo un momento de silencio, era obvio que ambos estuvieran nerviosos después de lo que ocurrió la última vez, sin embargo parecía no ser una causa de incomodidad. El rubio se sentía inexplicablemente maravillado ante la presencia de Dumbledore, así que de pronto le vinieron esas ganas de volver a besarlo, que sin pensarlo demasiado decidió llevarlo a cabo. Siendo un beso delicado como si temiera romper sus labios.

Le alegró notar que el castaño no se apartara de él, sino que le correspondiera, pues no era el whisky de fuego lo que provocó un beso que pudo ser por mero impulso, sino que en realidad existía algo especial entre ambos. Cuando se separaron, Albus sonrió ruborizado y Gellert no pudo evitar devolver el gesto.

Su ritmo cardíaco estaba a mil, temiendo que el otro se diera cuenta. Sin embargo en ese momento comprendió que no era algo malo, si aquello le hacía sentir tan bien, que no podía compararse con nada más.

—Te quiero, Gellert.

—También yo.

Los dos dirigieron la mirada al atardecer, dejando bañarse por los últimos rayos anaranjados del sol, de un cálido lo suficiente agradable. Luego sintió la mano de Dumbledore posarse sobre la suya, sutilmente, acto el cual le erizó la piel apenas sentirlo.

Más Allá De La Muerte «Grindeldore»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora