—Por cierto, las Reliquias de la Muerte… —dijo Harry, comprobando que esas palabras borraban la sonrisa de su interlocutor.
—Sí. —el antiguo director puso cara de preocupación.
—¿Y bien?
Por primera vez desde que Harry lo conocía, Dumbledore no parecía un anciano, sino un niño pequeño que han sorprendido cometiendo una fechoría.
—¿Me perdonas, Harry? —suplicó— ¿Me perdonas por no haber confiado en ti? ¿Por no habértelo contando? Mi único temor, muchacho, era que fracasaras como yo, que cometiera los mismos errores. Te ruego que me perdones. Desde hace tiempo sé que eres mejor persona que yo.
—Pero, ¿de qué me habla? —cuestionó el muchacho sorprendido por el tono de Dumbledore y por las lágrimas, que, de pronto, le llenaron los ojos.
—Las reliquias, las reliquias… ¡El sueño de un hombre desesperado!
—¡Pero existen! ¡Son reales!
—Reales y peligrosas; un señuelo para necios. Y yo fui muy necio. Pero tú ya lo sabes, ¿verdad? Ya no tengo secretos para ti; lo sabes.
—¿Qué es lo que sé?
Dumbledore lo miró; las lágrimas todavía le chispeaban en los ojos.
—¡Señor de la muerte, Harry, señor de la muerte! ¿Era yo mejor, en última instancia, que Voldemort?
—Pero claro que sí. Por supuesto. ¿Cómo puede preguntar eso? ¡Usted nunca mató si pudo evitarlo!
—Cierto, cierto —afirmó Dumbledore como un niño que deja que lo tranquilicen—. Pero aún así yo también buscaba una forma de vencer a la muerte, muchacho.
—Pero no como él —sentenció Harry. Con lo enojado que estaba con Dumbledore, resultaba extraño estar allí sentado, bajo aquel alto techo abovedado, defendiendo al antiguo director de sus propias críticas—. Se trataba de las Reliquias, no de Horrocruxes.
—Reliquias —murmuró Dumbledore—, no Horrocruxes. Exactamente.
Hubo una pausa.
—¿Grindelwald también las buscaba? —preguntó. Dumbledore cerró los ojos y asintió.
—Éramos dos chicos listos y arrogantes que compartían una obsesión. Él quiso ir al Valle de Godric, como seguro que adivinaste, porque era allí donde estaba la tumba de Ignotus Peverell. Quería explorar el lugar donde había muerto el hermano menor.
—Entonces, ¿es verdad? ¿Todo es cierto? Los hermanos Peverell…
—… eran los tres hermanos de la fábula. Sí, eso creo. Si se encontraron o no a la Muerte en un camino solitario, eso ya… Creo que los hermanos Peverell eran magos peligrosos y con gran talento que consiguieron crear esos poderosos objetos. La versión de que eran las Reliquias de la Muerte me parece a mí una especie de leyenda que debió de surgir alrededor de la creación de los objetos.
—¿Usted ya había dejado de buscar las reliquias cuando encontró la capa?
—Sí —contestó con un hilo de voz. Daba la impresión de que le costaba trabajo mirar a Harry a los ojos—. Ya sabes qué pasó; ya lo sabes. No puedes despreciarme más de lo que me desprecio a mí mismo.
—Pero si yo no lo desprecio…
—Pues deberías. Estás al corriente del secreto de la enfermedad de mi hermana, de cómo la atacaron esos muggles y en qué se convirtió; sabes que mi pobre padre quiso vengarse, y pagó por ello, y también sabes que mi madre sacrificó su vida para cuidar de Ariana.
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Más Allá De La Muerte «Grindeldore»
FanfictionAclamado como el Señor de la Muerte, que su única preocupación era llegar al poder, aunque ello conllevase el sacrificio de inocentes. Juzgado por ser cruel y vil, pero no siempre fue así. No todo en su ser era maldad, pero ¿qué es el amor? cuando...