II. Ojos Verdes

2.6K 243 48
                                    

Escribió en un pedazo de pergamino su nombre, lo dobló y entró decidido al gran comedor, llamando la atención de muchos por el porte y mirada penetrante de ojos heterocromos que poseía. Muchas chicas le tenían en la mira, por ser un mago tan apuesto, pero a Gellert eso nada le interesaba porque creía que era cosa de idiotas lo del enamoramiento y el amor.

Caminó hasta llegar frente al cáliz de fuego, por fin dejando en él, su nombre escrito. Cuando se dió la media vuelta para retirarse, se encontró de nuevo con aquellos ojos verdes pero está vez más cerca de lo que se pudo imaginar. Le dió una sensación extraña, parecía que en el poco tiempo que llevaba en Hogwarts, el destino estuviera aferrado a toparlos una y otra vez, tanto que le empezaba a fastidiar. Sin embargo, no le tomó importancia y caminó de vuelta a la salida.

Volvió al dormitorio que le había sido asignado para su estancia temporal en Hogwarts, ya que era de noche. Comenzó a leer uno de los libros sobre Historia de la Magia, en el cual terminó descubriendo que la tumba de Ignotus Peverell se encontraba en el cementerio del Valle de Godric, lo cual no pudo ser mejor para él, ya que su tía-abuela llevaba años viviendo ahí. Entonces después de todo no sería mala idea ir a visitar a su único familiar con vida.

En menos de lo que se pudo dar cuenta, se estaba obsecionando con toda esa historia de las reliquias de la muerte. Por supuesto que tenía todas las razones suficientes para ello, le quedaba como anillo al dedo, siendo que si realmente existían los tres objetos que la conforman, sería invencible y todo el mundo lo alabaría al convertirse en el señor de la muerte. Así también, imponiendo un nuevo imperio donde los magos gobernaran por sobre encima de los muggles.

El tiempo había pasado rápido, ya era tarde, así que apagó el fuego en las veladoras que alumbraban su espacio, para finalmente acostarse en la cama. Cerró los ojos tratando de conciliar el sueño, pero no le era posible. Tal vez porque su cabeza estaba llena de pensamientos y planes para sus siguientes pasos en la búsqueda de las reliquias.

—Maldita sea —se quejó en voz baja.

Se quitó las cobijas de encima y se acomodó en otra posición, para ver si así lograba dormir, pero después de unos minutos se dió cuenta que no iba a ser así.

Decidió levantarse de la cama, tomó su varita y salió del dormitorio con precaución para no hacer ruido. Sabía que estaba contra las reglas vagar por el castillo a tales horas, pero a él nunca se le dió seguir las reglas.

—Lumos.

Siguió caminando, aunque en realidad ni siquiera tenía una idea a donde iba y mucho menos porque no conocía tan bien lo que había en Hogwarts. Miró un pasillo lleno de armaduras y objetos como de la época medieval, en el cual decidió adentrarse, pronto también vió una puerta que parecía ser custodiada por más armaduras. Dió unos pasos hacia ella, cuando escuchó a alguien aproximarse detrás suyo e inmediatamente volteó con la varita lista para defenderse.

—No deberías estar fuera de la cama a estas horas —dijo la voz del mago que también le apuntaba con la varita.

—Mira quién lo dice —bufó.

—Yo pues soy prefecto, y es mi deber vigilar que nadie esté rompiendo las reglas —le escuchó decir con firmeza al sujeto frente suyo.

—¿El señor don prefecto me acusará con el director? —Gellert se burló.

—Debo comunicarlo, ya que Durmstrang no es muy diferente en cuanto a sus reglas en este aspecto.

Supuso que se dió cuenta por el escudo en su pijama.

—Por ahora es mejor que regreses a tu dormitorio —continuó el mago de frente suyo, bajando la varita y llendose del lugar.

︿ ︿ ︿ ((🍒)) ︿ ︿ ︿

Nota: Estoy consciente de que en los libros los ojos de Albus son azules, pero yo he decidido describirlos como verdes, debido a que son el color de los de Jude Law.

Más Allá De La Muerte «Grindeldore»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora