IX. Nuevos Sentimientos

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Bajaba las escaleras, cuando vio una de ellas moverse y dirigirse justo hacia él. Se detuvo en seco al darse cuenta de que Albus venía en la escalera, con zapatos brillantes, haciendo juego con un traje negro elegante de gala, y su cabello peinado hacia atrás con un mechón rebelde que adornaba sutilmente su frente.

Se sonrieron al quedar de frente y caminaron al Gran Comedor, que al entrar, estaba adornado con arreglos dorados, un enorme árbol de navidad y copos de nieve cayendo del techo encantado. Le extrañó que todo estuviera completamente vacío, sólo estaban él y Albus. ¿O habían llegado demasiado temprano? ¿O no les habían avisado de algún detalle?

Esperaron unos minutos a que los demás empezaran a llegar, mientras caminaban alrededor del lugar para admirar todo lo que lo adornaba. Gellert iba tranquilamente con las manos hacia atrás, y a su lado, el castaño sin decirse ni una sola palabra. En cualquier otra circunstancia, eso le habría parecido incómodo, pero por alguna razón con él no, e incluso podría decir que comenzaba a sentirse cómodo con la idea de celebrar navidad.

Al fin notaron un poco de movimiento en el evento, ya que empezó a sonar la música típica de vals, pero lo que seguía siendo raro es que ningún alumno se atrevía a aparecer por ahí.

Observó nervioso a Albus por unos instantes, hasta que se decidió por hablarle.

—Albus…

El mencionado lo miró a los ojos.

—¿Te molestaría si…? —se aclaró la garganta— ¿Te molestaría si te invito a bailar? —le tendió una mano.

El chico lo miró extrañado, pero enseguida sonrió nervioso y asintió con la cabeza, tomando su mano.

Caminaron al centro de la pista, entrelazaron sus dedos, Gellert posando su mano libre más arriba de la cintura de Albus y este en su brazo. Se movieron con lentitud de un lado al otro, al ritmo de la música. Poco a poco ambos fueron perdiendo los nervios, y se atrevían a mirarse a los ojos durante más tiempo. Le encantaba presenciar el verde de esos ojos, que le decían más que las palabras.

Le dio una vuelta al castaño y viceversa, tomando luego sus posiciones originales, sintiéndose libres de danzar alrededor de toda la pista de baile. Sonrieron a la vez que dejaban escapar algunas risas. El corazón de Gellert palpitaba rápidamente, con una sensación muy agradable y llena de alegría, como nunca en la vida se pudo haber sentido antes.

De pronto todo se nubló y el escenario en el que se encontraba era totalmente distinto al de hace unos instantes. Talló sus ojos y con trabajo pudo observar todo a su alrededor que le era familiar, pues se dio cuenta que estaba en su dormitorio, con el pulso acelerado. Se incorporó en la cama, quitándose de encima la cobija que lo cubría. ¿Qué acababa de ser aquel sueño? Todo realmente era confuso para él en ese momento. No es que le gustara Albus, ¡un chico! ¡igual que él!... ¿o sí?

De todas las personas tenía que ser justo él, no una chica, aunque probablemente eso le explicaría ciertas cosas, pero se sintió enfermo. Eso no era normal, o a menos eso le hicieron creer durante toda su vida. Soltó un suspiro revolviéndose el cabello y volviéndose a acostar.

Más Allá De La Muerte «Grindeldore»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora