Temprano durante el desayuno, se vieron varias lechuzas entrar al Gran Comedor y de las cuáles una de ellas se acercó a él volando, para dejar una carta frente suyo. Esto le dejó sorprendido, puesto que al no tener padres ni muchos amigos, prácticamente nunca las recibía.
Tomó la carta y observó el sobre, con el escudo de Hogwarts impreso en el papel. Lo abrió, sacando el pergamino y a continuación leyó en un breve manuscrito:
Señor, Gellert Grindelwald.
Se nos ha notificado que fue encontrado en la madrugada del día de hoy, merodeando fuera de la cama. Como usted sabe, tanto Hogwarts como Durmstrang, tenemos reglas estrictas en cuanto a ello. Por dicho motivo, se le espera después del desayuno en el despacho del director.
Director de Hogwarts, Phineas Nigellus Black.
De todo lo que le pudieron haber mandado, tenía que ser justo eso. Cuando se encontró con ese chico en el pasillo, no creyó que hablase tan en serio y mandara nota al director. Pero vaya que a pesar de que ni siquiera lo conocía, ya le parecía molesto.
Acabó el desayuno y fue al despacho del director, desganado. No tenía otra opción, y mucho menos porque deseaba con todo, el ser elegido como uno de los Tres Magos, y no debía tener un historial negro en su conducta.
Al entrar se encontró con ambos directores, de Hogwarts y Durmstrang.
—Ya sabe por qué está aquí, señor Grindelwald.
—Así es.
—Los actos tienen consecuencias, así que la próxima vez asegúrese de pensar dos veces antes de actuar -mencionó el director de Hogwarts.
—Hemos acordado que su castigo será conseguir babosas en el bosque prohibido, para el Profesor de pociones —continuó el líder de Durmstrang—. Esta tarea la realizará hoy, a las ocho de la noche y le será asignado un guía.
Gellert se limitó a asentir con la cabeza.
—Esperamos, señor Grindelwald, que esto no se vuelva a repetir. Es usted un mago muy brillante, y sería una lástima tanto potencial desperdiciado.
—Prometo que no será así.
—Ahora puede retirarse.
•••
Llegando la noche, Grindelwald se dirigió a la entrada del Gran Comedor, donde se supone que se encontraría con la persona que lo llevaría al bosque prohibido. Era un castigo, pero para él no significaba de esa manera, más bien le parecía un tanto interesante explorar una parte de ese bosque tan afamado de Hogwarts.
Llegando a su destino se encontró con el mismo chico de Gryffindor, responsable de que él se encontrara en aquella situación. Y es que, entre más deseaba no volverselo a topar, más se metía en su camino.
—¿Tú? —miró al de cabellos castaños, alzando una ceja.
—Créeme que si por mí fuera, estaría en mi cama leyendo un buen libro.
—Es mejor que terminemos con esto lo más pronto posible.
No recibió respuesta del otro, simplemente caminaron en silencio hasta llegar al bosque. Ambos alumbraron su camino con su varita y Gellert comenzó en su búsqueda por babosas.
Ya llevaba más de la mitad del frasco, cuando se escuchó un aullido.
—¿Escuchaste eso? —preguntó el rubio.
—¿Escuchar qué?
—Como un aullido.
—Supongo que eso es habitual en este lugar, pero puede ser riesgoso adentrarse más de donde estamos ahora.
—Yo no temo por lo que pueda haber aquí. Siempre quise explorar un poco más.
—Eso no es tu trabajo.
Ambos escucharon las hojas secas tiradas de los árboles, quebrarse debido a pisadas, que sin duda se acercaban hacia ellos. Inmediatamente se pusieron en guardia, para poder defenderse de cualquier ataque.
De entre los árboles se dejó ver una bestia, con colmillos afilados y mirada hambrienta. Sin duda era un hombre lobo, dispuesto a atrapar a su cena. Mientras tanto, los dos magos estaban prácticamente inmóviles, pensando en cuál sería su siguiente movimiento para salir librados de ahí, pero la criatura cada vez estaba a una distancia letal.
Albus tomó una piedra y la lanzó a otro lugar, creyendo que serviría de distracción, pero en vez de eso, pareció que enfureció más al hombre lobo y se dispuso a atacarlo. Gellert sin quedarse de brazos cruzados lanzó otra piedra, golpeando la cabeza de la bestia, así salvando a su acompañante de un destino mortal, ahora siendo él quien peligraba. Corrió entre los árboles, pero tropezó y cayó al suelo soltando su varita.
Ya no tenía escapatoria, no tenía como defenderse y la criatura estaba a escasos centímetros de él, cuando escuchó al chico de Gryffindor conjurar un hechizo.
—¡Lumos Lunae!
Se vió proyectado un haz de luz lunar desde la punta de la varita. En cuanto esto sucedió, el hombre lobo salió huyendo del lugar.
El castaño se acercó a Gellert, dándole la mano para ayudarlo a levantarse y este la tomó poniéndose de pie.
—Gracias —mencionó jadeante—. Eso fue brillante.
—No agradezcas, tú también me salvaste.
El rubio soltó una pequeña sonrisa, mientras sacudía su ropa de la tierra.
—Creo que hemos iniciado con el pie izquierdo. ¿Por qué no empezamos de nuevo? —continuó el castaño—. Soy Albus Dumbledore.
—Gellert Grindelwald.
Las manos de ambos magos se unieron en un firme apretón, en señal de amistad.
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Más Allá De La Muerte «Grindeldore»
Fiksi PenggemarAclamado como el Señor de la Muerte, que su única preocupación era llegar al poder, aunque ello conllevase el sacrificio de inocentes. Juzgado por ser cruel y vil, pero no siempre fue así. No todo en su ser era maldad, pero ¿qué es el amor? cuando...