El clonc clonc de los picos en El Túnel aún seguía resonando en los oídos de Lyra a pesar de llevar horas sumergida en el reconfortante silencio de La Guarida.
Hércules se terminaba su último trozo de pan mientras ella repasaba de nuevo el mapa que ambos habían estado dibujando en el suelo en los últimos días. Acababan de volver de su primer turno de trabajo, y los dos jóvenes estaban cansados y ojerosos. El picador se quejaba silenciosamente de su constante dolor de espalda y Lyra se masajeaba los dedos, palpando con cuidado la profundidad de sus heridas y durezas. Pero, a pesar de sentirse agotados y exhaustos, ambos recolectores seguían saliendo por las noches, dejando a un lado el episodio que Lyra había pasado, y, sin dudarlo, contado a Hércules. No podían acobardarse ahora, no al principio. Eso sí, irían con muchísimo más cuidado en sus incursiones al Ala Uno.
La campana que daba fin a la comida retumbó por toda La Guarida, y Lyra miró a su compañero, haciéndole un gesto con la cabeza. Se levantaron y caminaron a la salida de su habitación en silencio, el picador por delante de la manos finas, encabezando la caminata como siempre hacía. Varios recolectores salieron más de sus cuartos individuales, hablando entre ellos animadamente, e incluso riendo. Lyra les observó con una pequeña sonrisa en los labios. A pesar de estar en las Minas, no perdían el humor, la alegría.
Y eso le dio esperanzas.
—Lyra —la llamó Hércules. La chica se colocó a su lado—. ¿Cómo te atraparon?
La joven se rascó la cabeza con sorpresa. No se esperaba esa pregunta para nada.
—Volvía a casa —comenzó a relatar—, con mi hermana Hydra. Nos estábamos peleando y gritamos, y ahí fue cuando los buscadores nos oyeron —Hércules asintió con la cabeza—. Hydra está en Aseguración, en el Ala Tres —Lyra tragó saliva y miró al picador de reojo—. Me gustaría que encontráramos la manera de sacarla de allí cuando salgamos.
—Lo haremos —afirmó Hércules. Lyra sonrió, emocionada, y se relajó. Ambos llegaron a la habitación principal, donde el resto de recolectores, guiados por los guardias, se organizaban para abandonar La Guarida en orden—. ¿Sabes qué buscadores eran?
Ella asintió con la cabeza.
—Corvus y Draco —respondió. Hércules hizo una mueca—. ¿Los conoces?
Él enarcó una ceja.
—¿Que si los conozco? —rio—. Todo el mundo los conoce. Son de la élite de las Minas —sacudió el pelo blanco, sarcástico, y sonrió—. Te tengo que poner al tanto de nuestros personajes más célebres, Lyra. No puedes mantenerte en la ignorancia mucho más tiempo.
Lyra le dio un empujón amistoso en el brazo, y el chico le lanzó una mirada burlona, aclarándose la garganta con teatralidad.
—En primer lugar, está Casiopea, aunque creo que ya has tenido suficiente trato con ella.
—Demasiado —intervino Lyra, entrecerrando los ojos.
—Lo que decía —Hércules sacudió una mano—. Entre los supervisores de Ala están Tucana, del Ala Cuatro; Pavo, del Ala Tres; Austrinus, del Ala Dos; Horologium, del Ala Cinco; y, por supuesto, Cygnus, del Ala Uno —pronunció el último nombre con un tinte oscuro—. Únicamente se les ve en los castigos públicos y cuando vienen los representantes, así que podríamos decir que son como las Estrellas —Lyra frunció el ceño, sin entender. Hércules la miró, divertido, y se explicó—. Siempre están ahí, observándolo todo, pero nunca se dejan ver.
Se colocaron al final de la fila de recolectores, uno al lado del otro. Hércules prosiguió hablando y Lyra no quiso interrumpirle; sin tener en cuenta que lo que le estaba contando le parecía interesante, era la primera vez que el chico se abría de forma tan abierta a ella.
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La Recolectora {Las Minas de Cornug #1}
FantasyEn un devastado mundo donde las estrellas son la única fuente de esperanza, el largo reinado de Universum permanece inamovible. Tras crear las espantosas Minas de Cornug hace cientos de años, de donde nadie ha conseguido salir con vida, el tirano co...