—Por aquí —susurró Lyra.
Leo asintió con la cabeza en silencio y la siguió. Ambos recolectores giraron en un estrecho pasillo y continuaron hacia delante, avanzando rápidamente en el oscuro túnel.
Habían pasado unas semanas desde que Ara y Leo se habían unido a Lyra y Hércules, y la Recolectora, junto con su fiel compañero, decidió entonces pasar las nocturnas incursiones individuales a en pareja. Aunque así corrían más peligro —por el único hecho de ser un objetivo más visible y ruidoso—, era la única forma que tenían de mostrarles a Ara y Leo la distribución de los túneles en el Ala Uno. Lyra no se arrepentía de haberlos incluido. Para nada. Los hermanos se habían ganado un merecido hueco entre los niños, y había que admitir que ofrecían una ayuda que les venía muy bien. Los dos sabían primeros auxilios y cómo tratar heridas graves sin ningún tipo de herramienta que les facilitara la tarea, además de ser una divertida distracción para todos. Con la suave voz de Ara y la capacidad de Leo para sacar conversación incluso a Hércules, a Lyra se le hacía todo más fácil. Más cuesta abajo.
Aunque esa no era una incursión normal. Por fin Cygnus había dejado una caja con diversas provisiones a la espera de que Lyra la recogiera, y los dos recolectores iban ahora en su busca. El supervisor había establecido unas instrucciones específicas: tenía que ser exclusivamente por la noche cuando lo hicieran, además de que se enterara la menor cantidad de gente posible. Lyra puso los ojos en blanco mientras recorría a paso vivo el pasillo, recordando sus firmes palabras y su expresión seria. Por supuesto que lo iba a hacer por la noche y en el más exclusivo secreto. Ella era la que salía más perjudicada si alguien que no debiera se enterara.
Cygnus le había dado un mapa del lugar donde dejaría las provisiones, y Lyra había pasado días memorizándolo. El supervisor había elegido una habitación alejada de La Guarida del Grupo XXI, pero por suerte Hércules ya había recorrido esos caminos anteriormente, hecho que les facilitaba la vuelta. Lyra le echó un vistazo a Leo. El joven respiraba superficialmente por el esfuerzo, y varias gotas de sudor empañaban su bonito rostro. Sonrió en cuanto se dio cuenta de la atención de la chica, y ella le imitó. A pesar de que confiaba tanto en él como en su hermana, no les había dicho quién era el proveedor de la misteriosa caja que iban a recoger. Lyra prefería guardarse a Cygnus para ella —y Hércules—. Era un as bajo la manga que aún quería mantener oculto.
Se detuvieron frente a una vieja puerta de madera. Leo miró hacia ambos extremos del túnel para asegurarse de que no hubiera nadie, y Lyra apoyó la oreja con suavidad sobre la tabla de roble gastado, esperando escuchar algo. Nada. No se oía nada más allá de los resoplidos de Leo y de los latidos de su propio corazón.
Con una rápida plegaria a la Madre Estrella, Lyra agarró el picaporte y lo abrió con lentitud. La habitación estaba a oscuras; lo único que logró ver la chica fue una caja de madera plantada en medio del suelo, como si estuviera esperándola desde hacía horas. Tras un asentimiento por su parte, Leo entró en el cuarto y cogió el arca con un gruñido ahogado. Lyra volvió a cerrar la puerta después de que saliera, y ambos echaron a andar rápidamente por donde habían venido.
No tardaron mucho en llegar a La Guarida. Sortearon a los recolectores que dormían en la habitación principal y se metieron en el pasillo que conducía a su propia sala, donde Ara y Hércules les esperaban. La joven recibió a su hermano con un fuerte abrazo después de que éste dejara la caja sobre el suelo. Hércules sonrió levemente a Lyra, colocándose junto a ella. Al otro lado de la habitación, los niños dormían plácidamente. Los cuatro recolectores se agacharon en torno a la caja.
—¿Ha sido muy difícil? —susurró Ara.
Lyra negó con la cabeza en silencio.
Hércules abrió el arca sin esperar mucho más. Dejó la tapa sobre el suelo, a su lado. Lyra sonrió disimuladamente mientras los hermanos sacaban las distintas cajas de comida y múltiples medicinas, suficientes para aguantar un par de semanas sin problemas. Ara soltó una risa emocionada.
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La Recolectora {Las Minas de Cornug #1}
FantasyEn un devastado mundo donde las estrellas son la única fuente de esperanza, el largo reinado de Universum permanece inamovible. Tras crear las espantosas Minas de Cornug hace cientos de años, de donde nadie ha conseguido salir con vida, el tirano co...