Samara un Amor de otros Mundos

La Hora del Trueno

Mientras ella y Roberto seguían caminando por la Calle Real en dirección al lugar que le habia indicado el hombre en cuestion, ella miraba a todos lados, a paso lento, al igual que su nuevo conocido.

El quería como decirle algo, pero se reprimia un poco por respeto a la dama que en ese momento acompañaba.
Y haciendo un gesto con sus labios de querer ya emitir un sonido, palabra, oh una frase, e interrumpir el silencio que tambien los acompañaba, para luego  pensarlo bien y cerrar su boca, intentaba usar un ademan, con sus propias manos, pero no sabia que hacer con ellas y se volvían mas torpes que al comienzo de su presentación con ella, era la impotencia de no saber que hablar o decir hasta llegar al sitio acordado por el mismo.

Mientras un vendedor de pan con su canasta de mimbre tradicional rompían el aire y el silencio a su alrrededor, y la seriedad de ambos mientras pasaba a su lado, gritando!!! Pan caliente, pan bien calientito!!!  Y con ese olor tan particular del pan horneado en leña que se mezclaba con el aire de Costa de los manglares, al igual que el soldador de ollas al otro lado de la acera que llamaba a sus clientes a contratarlo para arreglarselas, casi diagonal a la calle donde ellos caminaban con sus trajes informales y acostumbrados al comercio de la epoca.

Nadie hablaba ni una palabra, solo se miraban y sonreían mutuamente, Samara con sus profundos y bellos ojos azules, y Roberto con mirada curiosa y con ganas inmensas y ansiedad de soltar alguna pregunta para saciar su curiosidad.
Hasta que llegaron a la cafetería y dulceria " la Palma" donde habian muchas personas distinguidas en cada mesa.
Antes de que Roberto dijera la primera vocal de la pregunta al sentarse los dos y empezar a conversar.

En ese instante se desato una tormenta eléctrica muy extraña, con truenos y relámpagos muy fuertes, con tonalidades muy distintas, de Agudos a graves, muchas veces alternando sonidos muy profundos que asustaban a la población de ese Guayaquil de antaño, parecía una sinfonia de cañones gigantes disparando, como queriendo tener una batalla con algún lejano enemigo en los cielos, con vientos casi huracanados y muy agresivos.

Saliendo de su asombro por tal evento Roberto  ---  pensó antes de romper el silencio, ¡¡¡Dios mío ojalá no se inunde nuevamente como ayer la ciudad!!! Luego hablo y dijo¿por favor Señorita dígame quien es usted?, Oh acaso me estare volviendo loco por confundirla con alguien que conozco de mucho tiempo ? Si usted no es Clara, ¿entonces quien es ?.

Antes de emitir una palabra, Samara vio de pronto una silueta que le resulto conocida en la calle mientras iban entrando al sitio dónde la trajo Roberto.
Era una figura entre clara y oscura por la tormenta tan fuerte que arreciaba el lugar, y los flashes propios del temporal y las Miles de gotitas en miniatura que se iban volviendo más gordas cada vez que pasaban los segundos, creando una especie de cortina y neblina muy transparente pero de agua.

La saludo con una sonrisa a una distancia de 10 metros fuera del local.

En ese mismo instante reconocio al mismo hombre con sombrero con traje oscuro, elegante y con baston que se había encontrado en la calle del Guayaquil donde llegó primero, y que la detuvo para advertirle de no continuar con su misión.

De pronto en un resplandor fuerte por los relampagos, como un espejismo desapareció del sitio donde estaba.
Samara no se inmutó y con más seriedad que una falsa felicidad, volvió a voltear su rostro y prosigio con su interlocutor y conversación.

Samara -- mire Roberto usted quizás no me pueda entender.

Permitame contestarle  ( la interrumpió Roberto ) distinguida Dama, le dire que no se preocupe por mi en ese aspecto, pues lo intentaré en mi escaso y amplio conocimiento de la vida, !!! Y además ( remarco) no soy cerrado de mente, y no me ofenda con sus palabras por favor, que dentro de mi circulo de amistades, por cierto muy selectas y no comunes, hablan muy bien de mi sobre el intelecto del que me dotaron mis Padres al nacer y por supuesto Dios ( haciéndose en su rostro la señal de la Cruz ).