2.- En mi mente

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Samuel se quedó estático, nunca creyó volverse a encontrar con esa hermosa mujer que lo había hecho sentir un cosquilleo en su estómago cuando la vio, cogio aire y camino hacia la mesa de la rubia.

-Buenas noches, ¿está lista para ordenar? Dijo el chico colocándose frente a Carla.

Ella sonrió al verlo, nunca se imaginó que volvería a ver a ese joven desaliñado y de buen carácter–¿tú? Pregunto ella con una sonrisa de medio lado.

Samuel asintió y sonrió también–¿con que aquí trabajas? Pregunto ella sin dejar de mirarlo.

-Si y esta noche seré su mesero–respondió Samuel un poco nervioso. Esa chica rubia y su actitud de seguridad lo inquietaban un poco.

-Aun no me decido–respondió ella. El chico estaba a punto de marcharse para dejarla mirar el menu con tranquilidad, pero lo detuvo. –Aguarda, espera aquí que no tardaré en elegir–le pidió ella. El chico asintió y se quedó ahí frente a la chica, estaba muy nervioso, las manos le sudaban y las piernas le temblaban. Estaba muy confundido, no sabía que era lo que le pasaba ante la presencia de esa hermosa chica rubia.

-Como está esa herida? Pregunto Carla interesada, pero sin dejar de mirar su carta.

-Bien, no fue nada–respondió el chico haciéndose el valiente y sin darle importancia.

Ella levantó las cejas al escuchar su respuesta–¿Y como está tu bicicleta? Pregunto pero esta vez lo miro directamente.
-Pues que la he llevado al hospital y el doctor me ha dicho que estará en terapia intensiva varios días–respondió el chico intentando hacerse el gracioso.

Carla sonrió al escuchar la respuesta del joven. -Es una pena lo que le pasó a tu bicicleta y te pido una disculpa por el comportamiento de mi padre—dijo ella aun mirándolo. -Puedo pagarte el daño ocasionado–sugirió la chica.

En ese momento sus miradas se cruzaron, se detuvieron a verse con tranquilidad y ambos se perdieron en la mirada del otro, el marrón de él se mezcló con el verde de ella y pareciera que se formaba la combinación de colores perfecta.

-No te preocupes–respondió Samuel aterrizando nuevamente en la tierra. -No hará falta, en cuanto reciba mi paga la mandaré a arreglar–dijo él.

Carla trago saliva, se dio cuenta de la necesidad que tenía el joven y al verlo a los ojos pudo apreciar la inocencia que habitaba en él, le parecía una persona sincera y hablar con él la hacía sentir tranquila y en paz, algo que sentía, le hacía falta desde hace tiempo. Suspiro y salió de sus pensamientos–creo que ya se que es lo que ordenare—respondió ella tratando de salir de ese torbellino de emociones que pasaron por su cabeza al conectar sus ojos con los de ese chico desaliñado.

-Claro–respondió Samuel y escuchó atento lo que le decía la chica rubia.

-Quiero una copa de vino, una crema de verduras y una ensalada mixta–ordenó ella.
El joven anotó en la tablet lo que había pedido la chica.

-En seguida regresó con tu orden–dijo Samuel, se apartó de la mesa y llevó el pedido a la cocina para que comenzaran a trabajar en él. De momento estaba en la segunda planta del restaurante, no había mucha gente así que se quedó detrás de una planta observando a ese chica rubia que estaba logrando hacerlo suspirar.

-¿Entretenido? Pregunto José, otro camarero del sitio. El llamado sorpresivo del chico hizo que Samuel saltara.

-Joder tío, me asustas—respondió Samuel sonrojado, pues su compañero le había descubierto observando a la chica.

-No te culpo, ese tía está hermosa—reconoció José.

-Lo se y de verdad no entiendo como es que una mujer tan hermosa como ella pueda estar un viernes aquí, cenando sola–dijo Samuel mientras la seguía observando.

Élite: Desde que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora