9.- Macarrones y algo más

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El camino a casa del chico se les hizo eterno, Carla le pidió a Samuel que manejara, ya que ella sentía que todo su cuerpo le temblaba y sabía que no lograría concentrarse para conducir, él trataba de ir lo más rápido posible.

Durante el camino aprovechaban para besarse en los semáforos en alto, se lanzaban miradas y alguna que otra caricia, aunque lo que deseaban era llegar a casa de Samuel y estar solos.

Después de varios minutos, finalmente llegaron al piso del chico.

Entre besos subieron como pudieron las escaleras, mientras el joven torpemente, intentaba abrir la puerta ya que estaba siendo devorado por los labios de Carla y envuelto entre sus brazos.

La rubia, ya muy excitada aprisionó a Samuel contra la puerta de la entrada, le quitó la sudadera y ahí a mitad de pasillo siguieron besándose y tocándose con pasión. Carla llevó su mano hasta la entrepierna del chico y gimió al sentir su grandeza y dureza. –Joder, estáis muy duro–dijo Carla con la voz entrecortada.

Samuel comenzaba a levantarle el vestido y a acariciarle sus duros y firmes glúteos—entremos ya por favor—suplico ella al sentir las tibias y masculinas manos del chico recorrer todo su cuerpo.

Una vez dentro del departamento, el joven de un azote cerró la puerta y en medio de la oscuridad caminaban tomados de la mano hasta la habitación de Samuel. Pero un pequeño carraspeo y el encendido de la luz los hizo sobresaltar.

-¡Que coño! Exclamó Samuel y se colocó de espaldas a Carla para taparla.

-Buenas noches–saludo Pilar sonrojada.

En ese momento Samuel quería que la tierra se abriera y lo tragara junto con Carla, quien estaba más roja que un tomate, sentía que la cara se le caería de vergüenza.

El castaño tragó grueso y como pudo habló–ho... hola mamá, ¿pe...pe...pero qué haces aquí? Le pregunto tartamudeando, producto del nerviosismo.

-Me sentí mal y me dieron permiso de regresarme a descansar–respondió seria.

Carla estaba tras Samuel e intentaba acomodarse el vestido que tenía a medio subir.

-Hola–saludo Pilar mirando a la chica rubia.

-Hola–respondió Carla apenada y sin levantar la mirada.

-Ella... ella es Carla mamá, es una amiga del instituto–le presentó el chico mientras se rascaba la cabeza con una mano y con la otra trataba de cubrir su erección con la sudadera que la chica se había encargado de quitarle de encima minutos antes.

-Mucho gusto Carla amiga de Samuel–dijo haciendo énfasis en las últimas palabras–Yo soy Pilar–respondió mirando fijamente a la rubia, quien se negaba a mirar a la madre de Samuel a los ojos, se sentía muy apenada por la situación en la que los había sorprendido.

-Igualmente Pilar, es un gusto–respondió con la mirada baja.

Por unos segundos se quedaron sin decir nada, hasta que Samuel se atrevió a romper ese silencio incómodo. –He invitado a Carla a tomar un café–dijo sin saber que más decir.

La chica abrió lo ojos y lo miró–joder Samuel ¿en serio?–murmuró.

-Fue lo primero que se me ocurrió–respondió el chico entre dientes.

-Pues vengan acá, recién he puesto la cafetera y he traído un pan que yo hice en el restaurante–dijo Pilar emocionada.

-Te lo agradezco, pero no creo que sea conveniente, si te sientes mal lo mejor será que me retire–respondió Carla.

Élite: Desde que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora