20.- Después de la tormenta

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Samuel caminaba furioso por los pasillos de las Encinas, iba en busca del que él creia era el responsable de lo que le había sucedido a su novia. Caminaba a pasa rápido, llevaba los puños apretados y la mandíbula cuadrada. La furia lo tenía cegado, tan cegado que los llamados desesperados de Carla y Lu no lo hacían detenerse. Tenía un objetivo y era encontrar a Polo, estaba tan decidió a encararlo y exigirle una explicación, que nada ni nadie lo haría parar.

-¡Samuel para ahí! –Le pedía Carla exasperada. Lo menos que quería era que se montara un número y mucho menos que él resultara perjudicado por algo que aún no podía probar. –¡Samuel detente! –Le pidió esta vez en tono exigente.

El chico se detuvo a mitad de pasillo y con los puños aún apretados, se giró a mirarla. Ella corrió hasta donde se había detenido y se postró frente a él.

-No hagas ninguna locura por favor –Le habló esta vez con suavidad. Tomó las manos que aún seguían apretando con fuerza y lo miro fijamente. –Lo que ha dicho Lu es cierto, recibí un mensaje de Polo citándome en la cafetería –Le explicaba nerviosa. –Teníamos una conversación pendiente y pensé que quería retomarla, por un momento dude en ir pero como sabía que Lu me acompañaría, acepté –

-No me lo dijiste, ¿por qué? —Preguntó serio, tal vez molesto o incluso dolido por lo que suponía falta de confianza.

-No quería que te pusieras así, sé cómo te pones cuando se trata de Polo y por nada quiero que te metas en problemas por querer hacerle algo, no tiene ninguna importancia Samuel –

-Joder, ¿no tiene importancia? –Cuestiono molesto y entrecerró los ojos, no podía creer lo que ella le decía, cada palabra que salía de la boca de Carla lo hacía enfadar más y más. Ya no era el hecho de que tratara de justificar a Polo, su falta de confianza hacia él, que le ocultara ese tipo de cosas no le hacían nada de gracia y encima con algo tan importante. –¿Acaso escuchas lo que dices? Estuviste a punto de que te pasara algo verdaderamente grave por estar encerrada en esa nevera y tú ahora me dices qué no tiene importancia —Espetó molesto manoteando mientras hablaba.

Carla volvió a tomarle las manos que monteaban sin medida en el aire. -¡Samuel, para ya! -Le gritó para atraer su atención, el chico estaba descontrolado por lo que ella había dicho antes. -No voy a permitir que armes un escándalo aquí por algo de lo que no tenemos certeza -Dijo un poco más tranquila mientras acariciaba las manos empuñadas del chico, quien al parecer no estaba dispuesto a ceder. -Por favor, hazlo por mí. Soy yo quien tiene que solucionar esto y no quiero que tú te metas en problemas por mí, déjalo en mis manos y no hagas ninguna tontería –Le pedía con insistencia.

Samuel la miraba, pero no respondía nada. No quería volver a discutir con ella, pero tampoco podía pasar por alto el hecho de que había un loco que quería hacerle daño y por ningún motivo iba a restarle importancia.

-Vale, si eso es lo que tú quieres eso será –Respondió lo más tranquilo posible e intentando convencerla de sus palabras y convencerse a si mismo. -Pero joder Carla, no vuelvas a citarte con nadie más a solas. Y si piensas hacerlo, prométeme que me lo dirás e ir los dos juntos –Le pidió en tono de súplica.

-Te lo prometo –Respondió con sinceridad. Ella tampoco quería comenzar una discusión sin fin con él, así que decidió que lo mejor era no discutirle más y dar por terminado ese tema por ahora. –Y gracias por preocuparte por mi.

–Me preocupo porque me importas, no lo olvides –Dijo con sinceridad y ya más tranquilo. –Venga vayamos a descansar un poco – La tomó con suavidad de la mano y ella le sonrió con ternura, asintió relajada y ambos se dirigieron ya más tranquilos a su destino.

Iban camino a la oficina de Azucena que amablemente había dejado a disposición de Carla, querían descansar un poco después de las malas noches que habían pasado, estaban a punto de entrar cuando la directora llamó a todo el alumnado a reunirse inmediatamente en el gimnasio.

Élite: Desde que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora