5.- La fiesta

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Ambos permanecían con los ojos cerrados, ninguno decía nada, todo estaba en absoluto y total silencio.

Estaban a nada de juntar sus labios, cuando de repente una voz los hizo separarse de golpe.

-¡Samuel! Grito uno de los compañeros del chico.

-Joder—dijo Samuel en voz baja. –¿Qué pasa? Pregunto con fastidio.

-Armando me mando a llamarte, tu tiempo de descanso se ha terminado—le respondió.

-Vale, ya voy–contestó serio el chico. Carla intentaba no reírse ante la frustración de Samuel.

-Será mejor que me vaya–dijo ella mientras sentía su corazón salir de su pecho. –No me gustaría que te llamen la atención por mi culpa–decía para salir lo más pronto de ahí.
—Entonces te envío las preguntas por correo y mañana podríamos revisarlas en clase–sugirió la chica.

-Me parece buena idea, nos vemos mañana en el instituto–respondió el joven.

Los dos tenían la intención de darse un beso en la mejilla, pero ninguno se atrevió a tomar la iniciativa. La chica rubia salió presurosa y nerviosa del lugar. Mientras dejaba a tras a un Samuel maldiciéndose. —Joder–dijo en voz baja. Entró un poco molesto al restaurante, había estado tan cerca de besarse a esa chica que lo tenía volando la cabeza y de la fueron interrumpidos. Aunque cuando recordaba ese momento, sonreía bobamente, sonreía al recordar lo que iba a pasar y como es que esa hermosa chica rubia, no había puesto resistencia.

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Carla llegó a casa, durante todo el camino no había dejado de pensar en ese chico ojos marrones y en lo cerca que estuvieron de besarse. Como se sentía cuando estaba con él, esa paz que ese humilde chico lograba transmitirle y esa necesidad de querer compartir tiempo con él.

-Joder ¿que me pasa con Samuel? ¿Será que me gusta? Se cuestionó finalmente. Por fin había tenido el valor de preguntarse si ese joven le gustaba. No sabía la respuesta, era muy pronto para saberlo, tenía una semana d haberlo conocido y no estaba segura de lo que le pasaba cuando estaba con él, lo único de lo que sí tenía seguridad, era que con ese chico

Cundo entró a la casa una voz la hizo salir de sus pensamientos–¿Y por qué tan pensativa y feliz? Le cuestionó Theo quien le veía confundido e intrigado.

-Por nada–respondió seca.

-Nadie sonríe por nada Carla, ¿Acaso ya no me tienes confianza? Cuestionaba el marqués.

-Que nada papa, no es nada–respondió de malas la chica.

Theo suspiro y le miró—¿Y de donde vienes? Seguía cuestionándole.

-Fui de compras con Lu–mintió ella.

-Vale, ya casi es hora de cenar, te esperamos en el comedor—le pidió con voz suave.

Ella asintió y subió hasta su habitación, su padre le abrumaba con tantas preguntas y miradas. Aunque le enfadara, debía de sonar y actuar de lo más tranquila, no quería que su padre comenzara a sospechar de su nueva amistad y le abrumara aún más.

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Varias semanas después...

Élite: Desde que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora