19.- Claridad

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Carla estaba por marcharse, parecía que el orgullo estaba ganando y había decidido retirarse de nuevo al lugar donde dormía. Creyó que lo mejor era que el la buscara a ella y no era por orgullo, pero tenía que hacerle entender que se había equivocado respecto a Marina,  no era la chica buena que él creía y se sentía dolida por no confiar en lo que ella le decía.

Se giró sobre sus talones para marcharse muy decidida de ahí, pero justo al dar un solo paso, escucho el abrir de la puerta.

-¿Carla? –Escuchó decir a un Samuel un poco adormilado y con voz ronca.

Amaba esa voz ronca y tan masculina, le hacía erizar la piel.

-¿Que hacéis aquí? –Le cuestionó preocupado al verla sola a mitad de ese pasillo poco iluminado.

Carla se giró para mirarlo –Sí, es que me dieron ganas de ir al baño –Mintió. No pensaba confesarle, que había estado a nada de ceder.

-Te acompaño, no debes de andar sola –Dijo aún con la voz ronca.

-Gracias pero ya fui, ahora si me disculpas me voy a descansar –Respondió y dio un par de paso hacia la oficina de Azucena.

Samuel la tomó del brazo y la detuvo.

-Duerme conmigo –Le pidió con voz suave –Tenemos que hablar.

-No creo que ahora sea momento de hablar, ya es noche y debemos... –Decía la marquesita pero fue interrumpida por Samuel.

–Entonces ven a dormir conmigo –Le pidió acercándose a ella.

-Yo... –Yo no... –creo que – comenzaba a tartamudear por su cercanía.

-No tengo sueño y parece que tú tampoco, aprovechemos este tiempo para hablar –Insistía el castaño.

-¡Te he dicho que no! –Dijo decidida. –Si quieres hablaremos por la mañana y tampoco aceptaré tu oferta de dormir contigo, eres muy amable pero yo puedo dormir so... –Decía muy segura, pero nuevamente fue interrumpida. Esta vez por un fuerte estruendo que retumbó por todo el edificio de las Encinas y que la hizo saltar del susto y caer en los brazos de su novio.

En cuanto menos lo esperó, estaba colgada del cuello del castaño, quien reía victorioso y gustoso de tenerla así tan cerca de él.

En ese momento él daba gracias a esa descontrolada tormenta y a aquellos rayos y truenos que hacían retumbar todo el lugar.

-Creo que no tienes opción, si no quieres hablar esta bien, pero no podrás negarte a dormir conmigo esta noche –Dijo triunfante.

Carla lo miró resignada, claro que se moría de ganas por dormir con él, pero no se lo demostraría, al menos no tan fácilmente.

Sin más, Samuel la arrastró hasta el interior de aquel cuarto, ella seguía aferrada a él y se maldecía por tenerle temor a los truenos, por su parte, Samuel disfrutaba esa cercanía. En todo el día habían estados fríos, distantes, no se habían visto para nada y sin duda el disfrutaría el tenerla así, tan cerca.

Con ambas manos le acarició con suavidad la espalda –Estoy aquí contigo –Susurro el chico al notar como temblaba.

Ella asintió y por primera vez en horas le regalo una dulce media sonrisa.

Élite: Desde que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora