Al Mejor Postor || Emiliaco

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¡Madre santa que todo mi cuerpo duele!, la cabeza parece al borde de una explosión nuclear, y cada músculo entumencido aparenta haber recibido la mayor golpiza de mi existencia. El malestar físico, sumado a la sed propia de la resaca impide que abra los ojos con normalidad.

-Niko.- Llamo con ronquera y pesadez.- Nikolas, ¿estás ahí?

-¡Ajá!- Responde el castaño igual de afectado.

Me remuevo del sofá donde caí redondo sobre la madrugada, y busco el teléfono móvil.

No está.

Frunzo el ceño aún en el limbo de la semi inconsiencia: ¿Dónde demonios dejé el móvil?

-¿No lo recuerdas cierto?- Indaga él desde el diván contiguo al que reposo.

-¿Recordar qué?

Larga risitas cortas a modo de respuesta y voy comprendiéndolo todo. Las imágenes vienen a mi como cataratas de diapositivas y siento el rubor apoderarse de mis mejillas completamente.

-Lanzaste tu teléfono por los aires apenas llegamos. Solamente decías que querías dormir.- Confiensa a las carcajadas,- ¡Fue la mejor noche de muchas amigo!

-¡Basta!- Advierto aborchonado- ¡Cielo santo no puedo creerlo! ¿Desde cuándo pierdo el control así? ¡Desde cuando!

Uniéndose a mi auto bullying, agrega- ¡Encima te caíste en la entrada de mi casa!

Estiro los brazos buscando desperezarme y pienso en lo vergonzosa que habrá sido esa situación. Vergonzosa y terrible, porque aunque Niko haya disfrutado al máximo, son los rostros siniestros de seis tipos, los que no dejan ni un instante de desfilar por mi mente, aumentándome la agitación dentro. El augurio de que algo malo, en cualquier momento podría ocurrir.

-¿No me ayudaste?- Musito aplacando la inquietud. Anhelando por todos los medios, olvidar el mal rato de anoche.

-Es que en realidad, terminé cayendo a tu lado cuando comencé a burlarme.- Se defiende

Esbozo una sonrisa y río suavemente. Risas que tan rápido como llegan, se esfuman.

-¡Ay no Joaquín!, ¿te pones así por él?- Bufa Niko,- ¡Es un pobre diablo! ¡Un imbécil! ¡Un mujeriego de mierda!

Tomando asiento, lo observo con aprehensión- Es que honestamente no sé qué duele más. Si verlos en mi propia cama teniendo sexo, comprender que Andrés se burló de mí todo éste tiempo... o peor aún- Trago saliva y la angustia me invade-: El entender que nunca hice nada de mi vida. Que únicamente me escondo de los problemas, del caos que me enloquece y allí termino, hasta las cinco de la madrugada bebiéndome inclusive las ideas en un shot de tequila.

Chasquea la lengua y niega- ¡Hombre! Fue una mala experiencia. Solo eso, una mala experiencia.- Se levanta del mullido sillón, y aproximándose a dónde me encuentro acomodado, de piernas cruzadas toma mi mano e insta a que le siga.- Tus padres son otra mala experiencia, ellos no supieron establecer la diferencia. Separarte a ti, del odio que se tenían.- A paso lento, nos dirigimos hacia el amplio espejo que adorna el recibidor deteniéndose el, y brindándome a mí, el reflejo de mi rostro, mi cuerpo, y mi esencia perdida en los vicios nocturnos.- Te criaron lleno de inseguridades y pese a que eres mi mejor amigo, Joaco... Te inculcaron la soberbia, la petulancia, el narcisismo.- Sosteniendo el mentón, me obliga a analizar detenidamente la imagen.- Y ahora, estás vuelto un lío porque no sabes qué hacer.- Ladea una mueca dulce añadiendo-: mírate.

Obedezco inmediatamente.

-Sí...- Murmuro.

-Dudo que veas lo mismo que yo.- Sisea,- Un chico hermoso, inteligente y noble, que gracias a un entorno poco afortunado, huye. De todo huye.