Estoy ahogado.
La angustia me persigue, me carcome, me pudre hasta las entrañas, y aunque quiero desahogarme, no puedo.
Corro.
Corro por un pasillo oscuro. Tenebroso, con una tenue luz al final.
<<Ya no llores Joaquín.>> Es lo que me repite el subconsciente cuándo mis pies se trasladan en cámara lenta, y las lágrimas empiezan a rodar por las mejillas. <<Si sigues llorando... Nunca podrás salir de aquí.>>
Limpio con rabia el llanto. Estoy agotado de tanto correr, y el punto luminoso parece no llegar nunca.
-¿Quién eres? -Le pregunto entre balbuceos. -¿Por qué me duele el pecho de ésta manera? ¿Por qué todo siempre es tan difícil? ¿Por qué me hicieron algo así?
<<No eres el único, Joaquín.>> Me contesta ella. La voz de la locura. <<¿Sabes cuántos hay en el mundo como tú?>>
¿Traficados?
¿Víctimas de una organización criminal?
¿Algunos violados, otros simplemente asesinados?
-Millones. -Respondo inhalando profundo. Aspirando la mayor cantidad de oxígeno posible para correr con más ímpetu. -Hay millones.
<<Exacto.>> Afirma, <<Pero ellos, la mayoría, no viven para contarlo. Ellos no corrieron con tu fortuna. Ellos quisieron ser inteligentes y cegados ante la desesperación, fallaron. No vivieron para contarlo.>>
-Me mantendrá cautivo un sujeto enfermo. Perturbado. Que me trata de buenas a primeras como su trofeo. Como su mascota. Como la nada misma. -Resoplo derramando lágrimas de pesar.
<<Usa la astucia, Joaquín.>> Repite autoritaria, <<Si usas la astucia, y juegas las cartas como corresponde, entonces el captor no tendrá otra opción más que dejar ir a su cautivo.>>
°•°•°
-Vamos mi niño... Abre los ojos. -Susurran, e inmediatamente doy fe, de que lo que ocurrió, no resultó más que una terrible pesadilla. -Has tenido un mal sueño. Despierta.
Respiro de manera entrecortada. Esa forma particular que tras un sueño angustiante no permite inhalar y exhalar con normalidad.
Bato los párpados y distorsionadamente observo a mi alrededor.
Vuelco la cabeza de derecha a izquierda y viceversa, hasta que caigo en cuenta de dónde estoy, qué sucedió conmigo, y el futuro incierto que me depara una vez emita comentarios.
-Eso es... -Concilia un matiz vocal diferente. Uno que no es pedante como el del postor desgraciado, ni masculino como el de Stefano.
Un rostro que después de la subasta inolvidable, que se repetirá en mi memoria para siempre, logro ver.
Una cara femenina. Ni muy joven, menos anciana.
Tendrá a lo sumo unos cuarenta y tantos.
De cabello recogido, color caoba. Mirada oscura y un semblante tan dulce, que me obliga a desconfiar, y a sonreír.
Contradictorio, lo sé. Pero de esa forma me siento.
-¿Y tú eres? -Murmuro percatándome de que el antifaz ya no lo traigo puesto, al igual que las esposas.
-Meredith, -se presenta con amabilidad y una mueca de genuina emoción. -Me llamo Meredith.
Asiento y lentamente empiezo a recargarme contra el respaldo de la enorme cama que ocupo.
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Al Mejor Postor || Emiliaco
FanfictionAdaptación. -¡Calidad certificada, belleza exorbitante, y virgen queridos compradores! La puja comienza ahora, con un extranjero de veinte años; la exclusiva pieza del día de hoy. -¡Cien mil dólares!- gritan con alevosía desde el estrado -¡Medio mi...