Capítulo 5

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- Ves esto? – le muestra una especie de manguera con una camarita en la punta – debo meterte esto por tu vagina para poder examinar tu útero, así podre saber el tamaño del feto y calcular exactamente de cuantas semanas estas.

Vacila.

- Poché, puedo irme si lo deseas.

- No – exclama ella – por favor quédate. – pide mientras se acomoda.

Me sitúo a su lado para tranquilizarla mientras Juan se coloca los guantes.

- Bien, esto puede resultarte un poco incomodo, Poché. Pero pronto no lo sentirás, quiero que mires aquí – le enseña un monitor – así sabrás todo lo que estoy haciendo y por favor no cierres tus piernas.

Es horriblemente incomodo al principio. Tengo experiencia en este tipo de cosas.

María José pega un pequeño salto al sentirlo, pero luego se relaja y fija su mirada en mí.


- Tranquila – le digo sin hablar.

Ella me muestra una débil sonrisa.

- Mira Poché – dice Juan con ternura – ahí está tu hijo. Bueno, su hijo – aclara.

Una pequeña mancha blanca aparece en la pantalla negra.

Una preciosa mancha.

Instintivamente le tomo la mano y ella me la aprieta sin dejar de mirar el monitor.

Una simple mancha que significa demasiado. Aquello que anhele ver durante tantos años, aparece delante de mí.

Pronto se escuchan unos golpes tan seguidos, casi como un zumbido.

- Ese es su corazón. Puede parecerles algo apresurado, pero es normal. Confirmo que estas de 6 semanas, Poché. Estarás de parto a mediados de mayo.

Una lágrima se me escapa por mi mejilla. Aun sigo sin creerlo.

María José aprieta mi mano para captar mi atención.

- Estas bien?

- Increíblemente bien – respondo sonriendo mientras me recompongo.

- Esta todo perfecto. Pueden estar tranquilas. Te daré turno para un mes, así volvemos a chequearlo. Tomaras dos litros de agua antes de venir y no descargues. Te hare una ecografía de abdomen en ese entonces. Para esa fecha ya podremos verlo mejor. Dejare que te cambies y vuelve al escritorio así puedo darte unas cuantas cosas. Las dejo.

- Así que mediados de mayo? – pregunta aun sin soltarme.

- Así parece.

- Creo que esto termino de hacer real este embarazo.

- Completamente real – digo al recordar la imagen en la pantalla y el sonido de su corazón.

Samuel tiene razón. ¡Me hago ilusiones demasiado rápido!

- Voy a dejarte así te cambias y te espero afuera.

Asiente mientras se para.

- Calle?

Me vuelvo para mirarla.

- Tienes razón, todo estará bien – dice sonriéndome.

Sus ojos brillan de una forma particular, que no había visto hasta ahora.

********


- Ahora, María José necesito que me prestes atención, de todas formas, te lo anote aquí – le enseña una receta – para que no lo olvides. Según dices tú mal estar es por las mañanas, algo completamente normal. Quiero que incluso antes de lavar tus dientes, comas una galleta de jengibre, eso te calmara y podrás pasar el resto del día normal. También debes tomar el acido fólico, que te lo recete allí, son estos – le enseña la caja- Media pastilla luego de la galleta. Lo recordaras?


Asiente.


- Puede que le tengas asco a gran parte de los alimentos que antes consumías. No comas nada de carnes crudas. Te las prohíbo. Entre comidas sería bueno que comas alguna fruta o yogurt, eso te irá bien y evitara que sientas repulsión ante otros alimentos. Fumas?

Niega.

- Eso es bueno. Intenta no estar en una habitación donde haya gente que si lo hace, porque eso es peor que hecho de fumar. Por supuesto, nada de drogas!

- No consumo – dice horrorizada.

- Es bueno saberlo. Creo que eso es todo, te espero en un mes. Y Calle tiene mi teléfono ante cualquier duda puedes ubicarme, no importa la hora. Está bien?

- Hace unos días... tuve unas puntadas extrañadas.

- Es posible. Incluso puedes tener algunas pérdidas, quizá sean del periodo anterior, no te preocupes. Tu cuerpo está comenzando a mutar y sentirás varias cosas. En el caso de que veas algo que te preocupes, te acercas y te examino. Por lo pronto esta todo en orden y su bebe está sano.

Nos despedimos y Juancho me da a entender que luego se comunicara conmigo.


Al salir la noto más relajada.

- Qué opinas de Juancho?

- A parte de que habla demasiado? – bromea.

- Créeme, puede ser insoportable cuando quiere.

- Me agrada.

- Podemos probar con otro si no estás cómoda.

- Estoy bien, no soportaría otra sesión como esta.

- ¿Necesitas que te lleve a algún lugar?

- No te preocupes, voy andando.

- Prometiste dejarme cuidarte.

- Caminar no me hará nada! Lo hago siempre y lo disfruto.

- Debes trabajar?

- Tengo tiempo aun.

- Comiste?

Asiente orgullosa.

- Iré a la biblioteca a leer un poco, luego a trabajar. Feliz?

- Me gustaría acompañarte, pero tengo pacientes por atender.

- Descuida. Estoy acostumbrada a estudiar sola.

Que no tiene amigos en su clase?

- Bien. No te atormentare más. Pero algún día me gustaría ayudarte a estudiar, puedo ser de mucha ayuda.

- Estaría encantada.

¡¡Aleluya!! ¡Acepto sin que le rogara!

Es un avance.

- Me llamaras cualquier cosa?

Asiente dudosa.

Decido no torturarla más.

- Perfecto. Cuídate, - beso su mejilla.

- Mmm... Calle? –llama.

- Mande – digo mirándola.

Mira hacia ambos lados y me llama con su dedo.

Me acerco y murmura sobre mi oído:

- No se manejar el celular.

Una carcajada se me escapa haciéndola reír también.

- Muestra – digo tendiéndole la mano.

Ella lo coge de su bolso y lo deposita en mi mano.

- Esta encendido – le muestro. Lo desbloqueo con mi dedo y le muestro los iconos básicos – este de aquí, es para llamar – ella asiente atentamente - con este guardas otros números. Y este verde – apreto – es para que puedas enviar mensajes, solo buscas la conversación que va a aparecer según el nombre con el que lo guardes.

Le explico unas pocas funciones más y como usar internet en caso de necesitarlo.

- Sabes? Incluso puedes guardar música aquí para que puedas escuchar mientras caminas.

- En serio? – pregunta con su cara como una niña.

- Tienes un computador?

- Solo los de la biblioteca.

- Conoces spotify?

- Qué? – pregunta confundida.

Pienso, pienso, pienso.

Tomo mi celular y tecleo.

Automáticamente suena el de ella.

Me mira y apreta brutamente su dedo por la pantalla para dar con el botón que le enseñe.

Intento ocultar la sonrisa que me saca al verla.

C: Quieres cenar conmigo el lunes?

- Te contestaría de la misma forma, pero no quiero seguir haciendo el ridículo –responde.

Finalmente libero la risa contenida.

- Puedes venir, te enseñare el resto de las aplicaciones y te prestare mi computador así descargas lo que quieras. Qué te parece?

- En tu casa?

- Por supuesto.

Se incomoda nuevamente. Y ahora qué?

- Dime, Poché. Prometimos confianza y sinceridad.

- Bueno... estará... digo, conoceré... Estará tu marido? No me respondas, es muy estúpida la pregunta. ¡Por supuesto que estará, es tu marido!

- De hecho, se va de gira durante dos meses en la mañana.

Suelta el aire contenido.

- Pero de todas formas le hubiese agradado conocerte - aclaro sin entender su actitud.

- Lo siento. Solo que no soy buena para relacionarme.

- No lo parece conmigo.

- Si, puede ser que seas diferente – murmura.

Creo suponer por que su actitud, pero lo dejo estar. No quiero involucrarla.

De todas formas, voy a matar a Camila.

- Entonces, me dejaras invitarte mañana.

- Sabes que no tienes que hacerlo, verdad?

- Dejaras en algún momento de cuestionarme las cosas que quiero hacer para ti? – le reprocho.

- Lo siento – se disculpa rápidamente – no quería enfadarte.

Definitivamente será más difícil de lo que pensaba.

- Por supuesto que no me enfadas! Al menos no si me consientes un poco.

- Bien. Pásame la dirección y estaré ahí. A las 8?

- Perfecto. Me responderás el mensaje de alguna forma? – pregunto curvando mis labios.

- Puedo sorprenderla, señora Daniela Calle. Y... Calle? – dice antes de irse – gracias.


Rápidamente me besa la mejilla y se va corriendo avergonzada por su acto.



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En sus ojos (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora