Capítulo 10

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Aun podía sentir el calor de sus labios sobre los míos.

Había sido un beso inocente, con no demasiado contacto.

Pero sentido.

No es que no haya besado a una chica antes.

Solo lo hacíamos con Amalia para ganar apuestas cuando éramos adolescentes y estábamos completamente borrachas. Incluso Juancho se sumaba.

Pero con Poché había sido distinto. Y sigo sin entender el porqué.

No la llame, no es porque estaba enojada, sino porque no sabría que decirle.

¿Como actuar?

¿Fue un simple impulso o había algo más?

Y lo peor de todo: ¿María José era lesbiana?

Claramente que este embarazada de un idiota no quiere decir que no lo sea, y ciertamente, le hecho de que me haya besado como gratitud tampoco lo confirma.

La extraño.

Aunque me cueste mucho admitirlo.

Este tiempo sin verla me hizo replantearme muchas cosas.

Muchas veces me pregunte ¿qué es lo que me pasa con ella? ¿Porque siento cosas extrañas y completamente nuevas cuando está a mi lado?

¿Porque de repente la ausencia de Samuel no me disgusta? Lo cierto es que aunque este acostumbrada a separarnos, esta vez no siento el no tenerlo a mi lado.

¿Porque la ausencia de María José me pesa más que la de mi propio marido?

La realidad es que quería comprobarlo. Y para hacerlo tenía que verla.

- Muy bien señor Flemmings, lo veré en la próxima sesión – concluyo por segunda vez.

No había escuchado ni una palabra de lo que él decía en toda la sesión. Mi mente estaba en otro lugar diferente, solo garabateaba sin sentido.

Buscaba la forma de hablarle. Llamarla, enviarle mil mensajes, presentarme frente a ella... ¿Que era realmente lo mejor?

Me decidí por lo fácil. Si no contesta su mensaje tendré una excusa perfecta para verla.

C: ¡Hola Poché! ¿Como han estado en estos días? Estuve tapada de trabajo. Pero, ¿te gustaría cenar en estos días?

La respuesta tarda más de lo necesario en llegar.

Algunas horas después mi teléfono me avisa de un mensaje y mi corazón comienza a acelerarse al ver el nombre de María José en la pantalla.

P: Estamos bien. No te preocupes

Es la prueba que necesitaba para confirmar que definitivamente algo anda mal.

¿A caso fue ese beso?

Intento ignorar el hecho de que se me eriza la piel al recordarlo.

C: Segura estas bien?

No le insisto con el tema de cenar. No me parece correcto.

P: Perfectamente.

Definitivamente algo anda mal.

Pero por mensaje no es buena idea solucionar las cosas.

Decido que es mejor ir a dormir, y al día siguiente, iré a verla en la hora del almuerzo.

**************


- Calle, ¿Que haces aquí?

- Necesito hablar contigo, Poché. ¿Llego en mal momento?

- Acabo de terminar mi jornada laboral.

- No me has llamado – escupo.

- Lo...lo siento. Debía hacerlo? – vacila.

- ¿Que sucede, Poché? Tú no eres así...

- Estuve con algunos exámenes. Y el bebe está bien, si es lo que te importa.

- Tú me importas, María José.

Al parecer esas palabras la toman por sorpresa tanto como a mí.

Pero no pude frenarlas.

- ¿Podemos hablar?

- Calle...

- Por favor. No te robare mucho tiempo...

Me mira.

Lo medita.

Suspira

- ¿Donde?


- Ramonchis, ¿porque cada segundo pareces mas holgazán? – le pregunta mientras mi perro se sube a sus piernas y es imposible de moverlo.

Ramón desarrollo un gran aprecio por Poché.

Al menos no soy la única.

Es sorprendente porque él no es muy sociable.

- Ten – le ofrezco su te y ella lo tomo dejando de jugar con Ramón.

- Eres afortunada. No muchas le caemos bien

- ¿Quien puede no quererlos? Amo los animales! – exclama un poco más relajada – fueron los compañeros de toda mi vida. Incluso más que los humanos

No sé si eso es lindo o triste.

- ¿Que tal tus exámenes?

Bien, aun no se como arribar el tema...

- ¡Agotadores! Pero ya quedan menos.

- ¿Que sucederá con tu último Semestre?

- Debo hablar con la concejera académica para poder saber que sucederá. Aunque no quiero perder cátedras.

- Pero necesitas tiempo para recuperarte. Un embarazo no es fácil.

- Hare mi mejor esfuerzo.

- ¿Vas a contarme porque estas así conmigo? – no puedo retener esa pregunta por mucho más tiempo.

- ¿Contigo?

- Vamos, Poché. Creí que íbamos a ser sinceras.

- Nunca mentí.

- ¿No? ¿En serio no sucede nada conmigo? ¿Entonces porque no me miras a los ojos cuando me hablas?

Estúpida costumbre de psicóloga: Estudiar cada gesto de la persona.

- Ambas sabemos lo que sucedió, ¿no te parece que nos debemos una charla?

- Estoy muy avergonzada, Calle. No quería estar en esta situación. Busque las mil y un formas de disculparme contigo, pero no encontré la adecuada. Realmente lo siento, arruine la noche, solo... me deje llevar.

Su descargo sumado a su mirada afligida me hace sentir extremadamente culpable por obligarla a hablar.

- Poché – apoyo mi mano en la suya - somos amigas. Fue un impulso, lo entiendo, no tienes que disculparte más.

- Calle, soy lesbiana – escupe rápidamente sin siquiera respirar.

Sus ojos están cerrados y los míos completamente abiertos.

María José... era lesbiana.

Lo sospechaba, pero... nunca imagine que podría ser cierto.

- Que... tu...?

- Te bese por impulso, si. Estaba tan agradecida que simplemente me nació de esa forma. Nunca nadie hizo estas cosas por mí, las cosas que tú haces. La situación me supera.

- ¿Porque no me lo dijiste? – pregunto cuándo encuentro mi voz.

- Por qué vas a alejarte.

- ¿Qué?

- Es lo que hacen todos cuando lo saben.

- Eso no es verdad.

- ¡¡Lo es!! La familia, aquella que me adopto cuando pequeña... lo sospechaban, me devolvieron. El hogar donde vivía era religioso, intentaron "llevarme por otro camino" pero nunca nadie se puso a pensar que era lo que realmente quería yo. Tuve que irme. Luego... esa estúpida decisión de creer que lo mejor era hacerle caso a los demás, quizá solo era un capricho, quizá debía probar lo que era un hombre para despejar mis dudas. Pero fui tan inconsciente con mis elecciones que quede embarazada de un estúpido que quiso probar que podría hacer cambiar de opinión a una lesbiana – sin darme tiempo a hablar, deja su taza y toma sus cosas mientras se para.

- Que haces? – pregunto cuándo reacciono.

- Vas a hacer lo mismo tú, Daniela, ahora que sabes la verdad. Como todo el mundo lo hizo.

Y así sin más la estrujo entre mis brazos mientras algunas lágrimas se pierden por sus ojos.

No podría dejarla.

Aunque quisiera.

¿Como alguien podría hacerlo? No está enferma, es solo una elección.

¿Quien puede tener problema con eso?

- Te vas a quedar, y te voy a cuidar. – determino.

- ¿Que dices? – pregunta mientras se aparta para mirarme sobando por su nariz.

- No tendría por qué dejarte, Poché. No me importa lo que tú elijas, esta bien para mi si te hace feliz.

- No sabes lo que dices, Dani. Ya viste como actué contigo aquella noche...

- Si. Lo hiciste por impulso, y lo acepto. Admito que me tomo por sorpresa, pero, ¿porque juzgarte? No estás molestando a nadie ni haciendo nada malo. Es la forma en la que tú decides vivir.

- ¿Hablas en serio?

Sonrío y dejo un sostenido beso en su mejilla.

- Tan en serio como el hecho de que vas a tener que cocinar para mi – bromeo intentando serenar el momento.

En cuanto me dispongo a alejarme, María José vuelve a tirar de mi para envolver los brazos en mi cuello y pegarme a ella para abrazarme.

La envuelvo cálidamente en mis brazos para darle la seguridad que necesita.

Por algún motivo me reconforma tenerla de esa forma, a salvo y segura conmigo.

Una vez más, Poché se encarga de sorprenderme.

Nuestra relación me sorprende. Pero me agrada. Es algo nuevo y diferente que estoy dispuesta a afrontar por esta mujer.

******************

- Y que has hecho hoy?

- No mucho...
– contesto algo distraída.

- Amor, ¿realmente te sientes bien?

- Lo siento, ¿que decías?
– digo intentando no reír por el atracón que Poché se está dando con los dulces.

- ¿Estás sola?

- Si
– miento – Lo siento, Samuel, estoy algo cansada ha sido un día largo.

- Daniela, últimamente es lo único que escucho de ti. Comienzo a sospechar que realmente no te importa hablar conmigo.


Oh oh...

- ¿Porque lo dices? De hecho, estamos hablando...

- Yo lo estoy. Solo escucho pocos ruidos y monosílabos de tu parte. Mira, yo te hecho de menos, pero al parecer, mi esposa no está pasando por la misma situación.


Bien, esta conversación se está tornando seria.

Y no me gusta.

- Samuel, puedes estar tranquilo. También te extraño, solo, que necesito hacer cosas durante todo el día para no pensar.

No en el precisamente.

¿En serio acabo de pensar eso?

Carajo, ¡Es mi marido!

- Me alegra saberlo entonces, hermosa. No tienes idea la cantidad de cosas que tengo pensadas para ti en cuanto cruce la puerta de nuestra casa. No tendrás escusas.

Como era de esperar, su promesa no me provoca lo mismo que antes.

¿Y si deje de desearlo?

- Tengo que colgar. ¿Me escribirás un mensaje antes de dormir?

- Seguro.

- Perfecto. Te amo, preciosa.

- Lo sé. Adiós.


Cuelgo y tiro el celular sobre el sillón. Esa conversación me provoco dolor de cabeza.

- Estas bien?

Asiento frotándome la cara.

- Intentas decirle lo que quiere escuchar. No es así?

Me suelto y la miro.

Ella se encoje de hombros mientras sigue masticando su chocolate.

- No sonaste muy convencida, ni siquiera dijiste que lo querías.

- Así que ¿no solo escuchabas sino que también evaluabas la situación?

Vuelve a encogerse de hombros mirando hacia la tele.

- Ya estaba aquí. Y al parecer no sabes cómo decirle muchas cosas.

- ¿Ah, sí? – pregunto incrédula.

- Tú lo sabes mejor que yo – contesta mirándome completamente seria.

No digo nada.

Extiendo mi mano y robo un pedazo de su chocolate.

Mejor no hablar. Así no tendré que pensar otra mentira para responder.




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En sus ojos (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora