Capítulo 20

6.9K 517 25
                                    

Con nostalgia termino de acomodar la última caja en la habitación de mi nuevo departamento.

No podía seguir en la casa de Amalia por mucho tiempo más.

Me había separado definitivamente.

Aquella noche luego de esa charla lo había decido y se lo había comunicado.

El no lo acepto, dijo que en cuanto vuelva debíamos hablar.

Volvió a repetirme que me amaba y que iba a luchar por mí.

Lo ignore.

Las cosas empeoraron cuando a los pocos días me llegaron fotos de él, de fiesta con otras mujeres.

Eran fotos del mismo día en que había estado conmigo.

Me dio igual, quien quiera que las haya enviado, se lo agradezco mentalmente. Aunque las ignore, pronto entendí que era mejor guardarlas, me servirían para el juicio de divorcio.

Aunque no quería nada de lo que habíamos compartido. Con el papel firmado donde diga que no existía ningún vínculo con él me conformo.

Una separación.

En el momento que imagine mi boda y por supuesto, mi futuro a su lado, nunca hubiese imaginado un divorcio. Pero aquí estoy...

La vida me golpeaba una vez más. ¿Hasta cuando iba a ser eso?

Primero con mi imposibilidad de tener hijos y ahora... separada de aquella persona por la que habría dado todo, de ser necesario.

Aunque soy consciente que Samuel había cambiado y mucho.

Quizá también lo hice yo.

No todo fue culpa de él.

También deje que mi matrimonio se enfriara, pero... el termino de destruirlo por completo. Y aquí me hallaba... sola.

Cuando caí en esa profunda depresión, lo había hecho porque tenía miedo de la soledad.

Toda mi vida lo tuve y finalmente me había llegado.

No solo había roto mi matrimonio, sino que también... había lastimado a la mujer que tanto me había dado en este último tiempo.

Al correr de las horas, luego de hablar con Samuel, comencé a enviarle mensajes a María José, disculpándome por mi actitud.

Ella nunca respondió.

Al otro día llame, continúe enviándole mensajes, suplicándole que me de la oportunidad de explicarle, no quise llamarla "solo una amiga" en ese momento ni siquiera pude pensar bien, pero ninguna respuesta llego.

Pienso en ella, en lo mucho que le hubiese gustado elegir y decorar mi nueva, pequeña y permanente casa conmigo... pero ella no está aquí.

Juan concuerda en que lo mejor es dejarla respirar.

Si, hable con mi amigo. Finalmente aquella charla que nos debíamos llego.

No podía estar enojada con él, tampoco podía culparlo por el fracaso de mi relación.

Pero, aunque estoy de acuerdo en que dejar en paz a Poché es la mejor solución para ella y para el bebe...no puedo.

La necesito.

La quiero conmigo.

Mi casa está completamente vacía y mi cabeza llena de recuerdos de ella.

Cuando nos conocimos, el cumpleaños que compartimos, aquellos besos... Su cara al decirle que quería intentarlo. Como si también su tristeza la verme vacilar cuando Samuel se presento frente a mí.

La había cagado y en grande.

Ramón entra por la puerta en busca de cariño.

- ¿Que pasa pequeño? ¿También la extrañas? – murmuro mientras se para en sus patas traseras para pedirme cariños.

Mi extraño perro adora a Poché y ella también a él.

En cuando se conocieron, su complicidad fue instantánea.

Como así también lo fue conmigo.

Lo abrazo contra mí y dejo que mis lagrimas fluyan.

Lloro.

Pero no cualquier llanto.

Lloro con angustia. Sin consuelo. Lloro como hace mucho tiempo no lo hacía.

Había perdido mi vida por completo.

Ya nada quedaba de aquella Daniela Calle del pasado.

Y eso dolía.

¿Quién carajo era ahora?

Pronto unas suaves manos me acarician la espalda.

Como cuando era pequeña, me acurruco en sus brazos mientras intento calmarme.

- Llora, mi niña – susurra mi madre mientras continua con sus caricias.

Mi mama... mi pilar, mi todo en esa vida.

Quien vino a ayudarme con la mudanza. Quien también vino también porque según su instinto de madre, el bebe nacerá antes del plazo establecido.

Y por supuesto no quiere perderse en nacimiento de su nieto.

En cuanto mis lágrimas cesan, aun continúo en sus brazos. Me reconforta notablemente sentirla cerca.

- ¿Es por Samuel que estas así?

- Por todo... – admito – demasiados cambios.

- Hija... entiendo que lo quieras pero no lo merece.

- No se trata solo de eso. Se trata de las personas que lastime por intentar quererlo.

- La quieres, hija... - murmura mi madre.

Con mis ojos y labios hinchados por el llanto, me siento y la miro.

- ¿Qué?

Mi dulce madre sonríe.

- La quieres... - repite- ¿Crees que no me he dado cuenta? Basta con ver como la miras.

- ¿Porque?

- Porque es la misma forma de la que yo miraba a tu padre cuando estaba locamente enamorada de él. Y mírame ahora... si yo no lo hubiese buscado hasta el cansancio, no tendría esta preciosa hija conmigo...

Mis lágrimas afloran nuevamente.

Amo a mi mama incondicionalmente. No puedo creer que ella me haya leído de una forma que ni yo misma pude.

- No llores mas, pequeña...

- La lastime mama – llorisqueo – la lastime con mis dudas.

- Pues entonces estas a tiempo. Daniela Calle Soto, ¿Desde cuando te rindes sin luchar?

- Esto es diferente

- Ah, ¿sí? Y ¿porque?

- Porque le pedí una última oportunidad y no supe aprovecharla.

- Quien dice una, dice dos, tres, ¡veinte! ¿Hija, si uno se quiere, por que no intentarlo? ¿Porque no luchar por ello?

Tiene razón.

Pero aun no sé cómo voy a conseguirlo.

- Y tú no tienes problema que yo... que... Poché...

- ¿Que se quieran? ¿Como voy a tener problema cuando hay amor de por medio? Admito que a tu padre y a mi nos pareció raro. Nunca hablaste de Samuel o de otra amiga, como lo hiciste de Poché. Germán y yo entendemos que el amor llega de cualquier forma. Tú puedes ser gay o lo que tú desees. Mientras seas feliz, tendrás nuestro apoyo.

Sin esperar más, la abrazo con todas mis fuerzas.

- Los amo tanto.

- Y nosotros a ti.

Gracias a ella, hoy tengo claro que es lo que tengo que hacer.

En sus ojos (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora