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-¿Vas a dejarme pasar o no? – preguntó Wilma esperando a que Terrence se quitara de la entrada y le cediera el paso, pero el hombre no se movió - ¡Terrence! – gritó la mujer - ¿Estás sordo?
Worsley continuó con la mirada clavada en Wilma. La sonrisa y las muecas de su rostro le daban muy mala espina y no deseaba dejarla entrar en su casa. Pero también tenía curiosidad por saber que era lo que esa loca pensaba comunicarle.
-¡Te estoy hablando! – gritó de nuevo - ¿Me dejarás pasar o no?
-Lo siento – respondió el hombre y se hizo a un lado para dejarla pasar - ¿Qué es lo que quieres?
-¡Eres un grosero! – se quejó Wilma y dio tres zancadas para dejarse caer en uno de los sofás de la sala –¿Acaso no vas a preguntarme cómo me encuentro? ¿Qué no te da gusto verme? ¡Hemos estado separados por varios meses! – gimió - ¿No me extrañaste un poco? Porque yo te extrañé mucho, ¡no sabes cuánto! – murmuró y cruzó la pierna.
-Deberías ahorrarte todas esas preguntas – respondió Worsley mientras pasaba su mano por la cabeza – Mi respuesta para todas tus interrogantes sería un NO. – exclamó – Que te quede claro que no quiero saber nada de ti y que nuestra relación, si es que la hubo, ya terminó. – dijo el hombre y se dejó caer en el sillón frente a Wilma – Como sabes, conocí a una mujer maravillosa y estoy enamorado de ella. – murmuró y en su rostro se dibujó una sonrisa – Lo que hubo entre tú y yo para mí es cosa del pasado, ahora mi mundo gira en torno a Noor, la mujer que amo.
-¡Eres un ridículo! – se río la mujer - ¡Pereces un adolescente enamorado! – dijo y lanzó una carcajada - ¡Mírate! Ya no te queda el papel de galán, tus mejores años han pasado, ya estás en decadencia, Terrence. – exclamó Wilma – Compórtate como un hombre de tu edad.
-Si has venido aquí sólo para criticarme y burlarte de mí, será mejor que te vayas de mi casa y me dejes en paz. – exclamó Terrence y se puso de pie - ¡Fuera de aquí, Wilma! – dijo y se dirigió a la puerta, pero la mujer no se movió de su sitio.
-¡Olvídalo, Terry Boo! – respondió Wilma – Yo no me moveré de aquí hasta que hablemos, ¿entendiste?
-¡No vuelvas a llamarme así, Wilma! – dijo el hombre con seriedad - ¿Quién eres tú para llamarme de esa forma tan privada?
-¿Qué no te dice así tu niña? – se burló la mujer.
-¡Ya basta! – gritó Terrence – Habla de una buena vez, ¿a qué has venido?
Terrence volvió a tomar asiento frente a la mujer. La sola presencia de Wilma lo sacaba de sus casillas, esa tipa era una molestia total. Lo único que él deseaba era que ella comenzara a hablar y dijera todo lo que tenía que decir para poder ponerla de patitas en la calle y sacarla de su vida para siempre. Sin embargo, Wilma sólo lo observaba, con una enorme sonrisa dibujada en sus labios, parecía una loca con esa expresión en su rostro.