Capítulo 8

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Espero que os guste el capítulo. Muchas gracias a la gente que votáis, comentáis y añadís mi historia a vuestra lista de lectura. Ayuda mucho sentirse apoyada y ver que hay personas que valoran mi esfuerzo (^-^) ¡Muchas gracias!

CAPÍTULO 8

-¡Ay!
Eran las seis de la mañana y, como de costumbre, aunque ya llevaba varios meses en la organización, me había tropezado con los juguetes de Deidara.
-¡DEIDARA!
-Mande, hum.
-¡Casi me mato!
-¿Otra vez?
-¡RECOGE LOS MALDITOS JUGUETES DE UNA PUÑETERA VEZ!
-¡No son juguetes! ¡Es ARTE, hum!
-¡Lo que sea!
Gracias a mí, y a pesar de lo desordenada que era, la guarida parecía más habitable. Había conseguido que Hidan limpiara la sangre que dejaba por ahí y recogiera sus "palitos", que Kakuzu dejara de robarle el dinero a los demás, que Kisame parara de dejar agua por todas partes y que Itachi no lo llenara todo de plumas de sus cuervos. Pero en todo este tiempo, al único que no había conseguido cambiar era a Deidara. Seguía dejándose sus figuritas de arcilla por ahí y yo no paraba de tropezarme y caerme por su culpa.
-Ya está todo, hum. Qué bien estábamos sólo con una mujer. No daba tanto la lata.
-¡Pero serás machista! -grité mientras le daba una colleja.
-Qué violenta eres... Todo lo solucionas pegando...
-¿Ya estáis otra vez discutiendo? -suspiró el líder frotándose los ojos perezoso.
-¡Ha empezado él!
-¡Ha empezado ella!
Todas las mañanas había una pelea entre Deidara y yo. Daba igual, siempre buscábamos una excusa para pelearnos y picarnos el uno al otro. Aunque supongo que en eso consiste la amistad.
-Haya paz.
-¿Qué hay para desayunar? Tengo hambre, hum. Y cuatro bocas no comen solas.
¡Se me había pasado hacer el desayuno! Con tanto trajín y tanto barullo se me había olvidado. Y Deidara comía por cuatro porque tenía cuatro bocas, así que...
-Voy a prepararlo. Id poniendo la mesa.
-Ya, hum.
Esa era otra novedad desde que había llegado. Antes la única que hacía tareas de casa era Konan, pero desde mi llegada yo me había encargado de ponerlos firmes a todos y obligarles a trabajar un poquito.
-¡EL DESAYUNO YA ESTÁ! Todos a la mesa...
Y como balas aparecieron todos y se sentaron delante de sus respectivos desayunos. Cocinar para ellos era un lío, ya que a cada uno le gustaba una cosa distinta. Por ejemplo, a Kisame no le podía hacer para comer o cenar pescado y a Itachi nada de carne de ave (se trauma por sus cuervos). Para desayunar a Deidara había que triturarle los cereales porque si no se atragantaba y, como no, había que ponerle cuatro cuencos distintos, para cada una de las bocas. Supongo que era por esas cosas que me resultaba tan divertido vivir con ellos y me parecían tan amables. Después de todo, aunque la gente los considerara asesinos despiadados, tenían su corazoncito.
-¿Tú no desayunas?
Deidara me sacó de mis pensamientos.
-No me apetece comer nada. Por cierto, ¿qué vamos a hacer hoy?
-De momento Hidan y Kakuzu irán a cobrar una recompensa. Si te apetece ir con ellos... -comentó el líder.
-¡Genial! -exclamé- Entonces voy a prepararme♪
-¿Qué? ¿Por qué cojones tiene que venir? ¡Sólo dará por culo! ¡Ya bastante tengo con aguantar al gilipollas de Kakuzu! -gritó Hidan.
El resto de la pelea no llegué a oírla, pero desde lejos se escuchaban los golpes de Kakuzu a Hidan. Se llevaban bastante mal, pero eran muy amigos. Por supuesto, tardaron poco en venir a buscarme a mi habitación y a pedirme disculpas. Para entonces yo ya estaba arreglada y nos dispusimos a salir.

Llevábamos varias horas caminando en silencio. Hidan llevaba el cadáver de un monje y de vez en cuando susurraba "Jashin me va a castigar por lo que he hecho..." Kakuzu no parecía muy arrepentido de haberlo matado. Hidan lo estaba porque los monjes son sagrados en su religión. Y yo no sentía nada por la muerte de ese hombre. Durante los meses que había pasado allí había aprendido a no sentir nada por las muertes ajenas. Había visto tantos muertos que para mí ya era como una rutina verlos cada día.
-Ya estamos llegando.
Era la Villa de la Hoja. Me bajé aún más el sombrero con tiras para que no pudieran reconocerme y me tapé más con la capa. Parecía una Akatsuki más y no la chica desaparecida. Entramos en la villa por un pasadizo secreto y mientras Kakuzu e Hidan cobraban la recompensa, decidí vagabundear un poco por la aldea. Estaba desierta, no había ni un alma en las calles. Paseaba un tanto nerviosa, jugueteando con el cascabel que colgaba de mi sombrero cuando me di cuenta de que alguien me observaba. Fue una sensación extraña, un escalofrío. Había alguien allí. Me preparé para lo peor, poniendo la mano encima de mi kunai cuando escuché un crujido detrás de mí. Me giré rápidamente e hice un jutsu de bloqueo. Gracias a mi estancia con Akatsuki había aprendido a sacarle rendimiento a mi extraña habilidad y había aprendido a hacer jutsus aunque no tuviera chakra. La persona que me había atacado retrocedió confusa, intentando moverse y liberarse de la parálisis. Avancé lentamente sacando el kunai cuando me di cuenta de quien era... Solté sin querer el kunai y éste cayó al suelo haciendo un ruido imperceptible. Le miré a los ojos. No había duda de quien era.
-Me alegra volver a verte...

Akatsuki Life's©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora