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Ya tenía tres semanas en el campamento, todo había caído en lo que sería mi rutina por los próximos tres o cuatro años a excepción que seguía amaneciendo al lado de Emma.

Nuestra rutina era simple, yo despertaba y salía al entrenamiento antes de que amaneciera, aproximadamente a las ocho pasaba Emma mientras corría sus siete kilómetros diarios. Yo terminaba el entrenamiento matutino a las once y almorzaba con ella, veíamos películas o salíamos a conocer la ciudad y volvíamos para mi entrenamiento vespertino.

El día de hoy estaba lloviendo a cántaros, yo tenía mi chamarra impermeable de la preparatoria pero aún así estaba empapado. Los demás chicos ya se había quitado las playeras y las protecciones pues solo los volvían más pesados.

-Chicos, paren ya -gritó el entrenador, todos nos reunimos en un círculo. -hoy cancelaremos el entrenamiento vespertino, esta lluvia se va a poner peor así que intenten no salir de casa, abrigarse y comer cosas tibias, si mañana continúa así tendremos que ver la opción de trabajar en el gimnasio.

Todos trotamos hasta los vestidores, me alegraba no tener que pedir Uber pues mi Jeep había llegado desde hacía dos semanas. Extrañaba el R8 pero se sentía bien volver con mi primer bebé.
Tomé mi maleta y decidí que me ducharía en casa, desbloquee la puerta de mi camioneta para subir rápido, ya estaba empapado pero se cualquier forma prefería darme prisa. Estaba saliendo del estacionamiento cuando vi a Daren esperando en la parada del autobús, en contra de todo el rencor que sentía por querer humillarme en la fiesta de bienvenida me detuve y bajé el vidrio de la ventanilla.

-Sube, te llevo -ofrecí.
-Gracias, estoy bien, rubito -
-No me hagas rogarte, Daren -dije. -solo sube.

El chico quiso hacerse el rudo y negó mientras abría la puerta del Jeep. Cuando se subió se asombró por el tablero de mi coche, la pantalla en el centro lo tenía deslumbrado.

-De verdad eres rico -
-Yo nunca estuve jugando -
-¿Cómo existen personas como tú? -preguntó negando con la cabeza.
-Familia trabajadora -
-No, no digas eso ni siquiera -me detuvo. -mis padres y mis abuelos han trabajado toda su vida y no han conseguido ni pagarse unas vacaciones a la playa.
-La verdad no sé porque soy rico, -admití. -solo sé que siempre me enseñaron que el dinero no da educación o felicidad, y créeme que yo he luchado por la mía.
-¿Tú felicidad? ¿Que te puede faltar a ti? Niño blanco, rico y según las animadoras "precioso" -hizo comillas con los dedos.
-Mi papá -me encogí de hombros y él volteó a verme con ojos sorprendidos. -mi papá murió el verano pasado en un accidente de autos.
-Lo siento, Jack, no tenía ni idea -
-Nadie en Alabama sabe más que Blake y mi novia -

Nos detuvimos un segundo en la luz roja.

-Cambiando de tema, tremendo bombón tienes por novia -sonrió y yo reí.
-Si, es preciosa y no sabes lo que me costó que saliera conmigo -
-No te creo -
-Lo juro, fue después del funeral de mi padre -comencé, y no entiendo porque si no lo conocía de mucho. -yo quedé bastante dañado, ella era la niñera de mi hermano pequeño y nuestros padres siempre fueron mejores amigos, el de ella es neurocirujano y el mío cirujano plástico, siempre nos veíamos y todo pero nunca me atreví a invitarla a salir.
-Entonces, ¿cómo fue? -
-El día del funeral me bebí todo lo que se me puso enfrente, estaba muy mal y casi la atropello, ella me ayudó a estacionar el coche y me llevo a su casa para dejarme dormido en el garaje -reí. -al día siguiente me llevó Advil y agua para la resaca, su padre entró y vio una escena en la que yo estaba en ropa interior y ella estaba de cuclillas a mi lado, con su pequeña falda del uniforme y unas botas muy largas.
-Parece historia de cuento -admitió.
-Hemos tenido nuestras altas y bajas -
-¿Altas? -
-Me regaló boletos para el Super Bowl para navidad, fuimos juntos -recordé nuestro viaje express a Atlanta y sonreí.
-¿Bajas? -
-Discutimos muy fuerte porque tuve que irme con mi abuelo a trabajar -volteé a verlo. -por más que me guste hablar de mi tema favorito basta sobre mi, ahora dime cosas tuyas, ¿cual es tu historia?
-Una historia bastante simple, la verdad, nací y crecí en Utah, en Layton cerca de Salt Lake City -
-Estás algo lejos de casa, ¿huh? -
-Eres de California, niño rico -asentí. -mi madre trabaja como profesora de un montón de niños de secundaria que no valoran para nada la educación y lo único a lo que aspiran es a ser el jefe de la pandilla de la cuadra.
-¿Tú sacabas sobresaliente? -elevé una ceja.
-No, claro que no, a mi las clases me entran de mala manera -rió un poco. -yo iba a ser el jefe de la pandilla, pero conocí el fútbol y me salvó la vida.
-El fútbol hace eso -sonreí.
-¿Cómo iniciaste? -preguntó.
-No lo sé, lo único que recuerdo es que en el jardín de infantes nadie me quería porque siempre jugaba con un balón más grande que la mitad de mi cuerpo -me encogí de hombros mientras daba la vuelta para entrar a la universidad, donde estaba nuestra casa de fraternidad. -mi hermano es cuatro años más grande que yo y él ya practicaba fútbol cuando yo a penas y podía sostener un balón así que le rogaba porque me enseñara a jugar.
-Tu hermano es el culpable -
-Mi hermano es básicamente el culpable de todo lo que soy -admití.

Boys like me. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora