Complicidad

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Necesitaba pensar que existía algo más, que nuestros sueños y esperanzas no se estaban esfumado justo delante de nuestros ojos.

Necesitaba ver.

Estaba tan desesperado, carajo, lo estoy justo ahora, estaba pidiendo a gritos que me mintieran, estaba creandome una estupida fantasía, yo, que siempre dije que no las necesitaba, pero siempre que lo hacía en verdad lo estaba deseando, yo no quería saber, y era algo ya inevitable para mi.

Pasaron los meses, seguimos con todo, con mi mala o buena costumbre de no escribír diariamente, meses  o años, que tonto.

La escuela, mi familia, hermanos jugando no lo pueden ver o están como yo ocultándose.

Quería la mentira y seguía buscando la verdad, ¿Por qué? Busco algo sólo para lastimarme

¡No hay nada que yo pueda hacer ya!

Y quería, quería que me dijeran que me equivocaba, que la verdad era otra y no la que yo con mis tonterías me había estado haciendo... ¿Y si sólo era mi imaginación?, esa pequeña posibilidad valía el riesgo.

Así que cuando vi a mi tía con el cabello corto, no dije nada, me senté a comer en silencio, intentando no imaginar a mi tía buscando un lugar donde cortarse el cabello, un lugar diferente lejos del anterior, no queriendo ser cuestionada, pude imaginarla, tan nerviosa, contando las monedas una y otra vez, no queriendo verse en el espejo pero siendo imposible para ella ver otra cosa, frente al espejo, era ella, y no era capaz de reconocerse, seguro fue a un lugar, en casa no lo habría cortado para no llamar demasiado la atención, ¿habrá llorado? No, demasiado para ella, al menos no en ese lugar, ella habría esperado a estar sola, no puedo imaginar en que lugar, seguro ella es experta en lugar solitarios para eso, ¿apenas sollozos o llanto de desconsolado?, no encontraba una manera de que su llanto no me doliera, incluso si no existía.

Y nadie mencionó nada, nadie pregunto.

Mamá apenas la miro, el silencio con el tema era agotador, fastidioso.




Mamá, que todavía tiene las mejillas rosas fue a la calle, apenas avisando, Kanako quiso ir con ella, pero mamá se negó, hacia algo de frío, papá titubeante le dijo adiós, es obvio que no quiere dejarla ir sola, pero es fuerte  ella todavía lo es.

Esta vez mi tía no pregunto si se veía bien con el cabello así, no lo hizo para verse bien, era claro.








Me encerre a mi cuarto a tratar de no pensar, hundiendome en los libros y apuntes, pero al poco rato tocaron la puerta, era mi tía, no dijo nada, se sentó en la esquina de mi cama.

Usualmente ellos tocan la puerta, es su forma de respetarme, rara vez la puerta estaba cerrada, no pase por alto que mi tía no tocará la puerta pero no lo mencione, seguí escribiendo, esperando a que ella hablará.

“-Lo siento cariño”

Yo estaba confundido, curioso de saber si al fin confirmaría mi pesadilla, no quería interrumpir su silencio, no tenía la valentía de hacerlo tampoco.



“Pero es hora de ser fuertes, se que lo has sido, así que sólo espero que no, que no tengas que cargar con más”




Quise preguntar a que se referia, pero mi voz simplemente no salía, sentí que se levantó de mi cama y se acercó a mi desde atrás, tocó mi hombro, vi mi libreta, mi mano temblando, ella se inclinó y beso mi frente

Esta bien cariño, esta bien llorar”


Tomó mi rostro entre sus manos, cuando dijo eso me volví conciente de mis lágrimas

Le pregunté incrédulo ¿Cómo? ¿Es verdad?



Me temo que si”



Ella lo sabia, sabía de mis sospechas y por eso se había acercado a mi.



Hace unas noches había tratado de escuchar conversaciones que yo sabía no eran para mi, cosas que yo sabía no debía escuchar, nunca fui capaz de escuchar bien, de alguna manera me alegraba y molestaba eso, sabia que mis padres no querían decirnos, era su manera de protegernos, no estaban listos para prepararnos y probablemente no lo harían hasta perder por completo la esperanza.

El corte de pelo de mi tía, y el que me dijera esto justo ahora era la señal de que las esperanzas se habían perdido.

Y ella quería darme un pequeño aviso, preparme para lo que se venía.







Entonces tocaron la puerta, era mi papá, que había preparado la cena, le pregunte por mamá dijo que ya venia, llegaría en unos minutos.

Fui a lavar mis manos, ayudando a mi tia para lavar las de Tomoe y Kanako.

Los sentamos a la mesa, Kanako alejada de Tomoe para evitar cualquier travesura, pero fue inútil, a los minutos de darles los platos sacaron las cucharas de su comida, las lamieron y empezaron a azotarlas contra la mesa, repitiendo una y otra vez “Mamá”

Estábamos tratando de quitar las cucharas de sus manos cuando la puerta se abrió.
Era mi madre.



En ese largo segundo los niños soltaron las cucharas, primero rieron por la llegada de mamá y después su sorpresa fue evidente, confundidos.


Papá se acercó a mamá y se dieron un beso.
La dirigió a la mesa tiernamente, y fue a servirle de comer.

Mamá que espero de pie, intercambio miradas con su hermana, peinó un mechón de su cabello, y de inmediato tomaron sus manos, convirtiéndose en un abrazo, mamá soltó una risa, mi tía intento reír pero pude ver su rostro desesperado, puso su mano en la cabeza de mamá, acariciando su cabello.

Ells paso su mano por el rostro de su hijos, con ternura antes de sentarse.

Papá ya había traído el plato, y fue el primero en sentarse, seguido por todos los demás.

Mamá dio su primer probada a la comida de su esposo, suspiro haciendo ver que le había encantado.

Nadie hizo comentario sobre su cabello, nisiquiera Tomoe o Kanako, incluso ellos se contuvieron.










El que mamá llegará con el cabello un poco más corto que su hermana significaban dos cosas.
Una, que era su forma de acompañar a mi tía en su pesar, que si a ella le dolía la acompañaba en ese dolor, era doloroso por que ambas amaban el cabello no sólo propio sino uno de la otra, y por la razón del corte.

Y significaba también, y probablemente lo que más dolía, era la señal, otra señal de que la esperanza se había oficialmente ido.















La llegada de mi madre con su cabello ligeramente más corto que mi tía, era que la estábamos perdiendo.


Era lo que tanto me temía, lo que tanto quería evitar.







Mi tía me dirigió una mirada mientras cenabamos.









Era todo.
Era eso.

La mentira se había acabado.

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