9.-Actuación sorpresa

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Jade Amelia Thirlwall había sido bendecida con una voz sumamente dulce. 

Su madre, quien siempre trataba de potenciar lo mejor en ella, le dispuso, a la edad temprana de cuatro años, una maestra de canto. Sin ánimos de presionarla y orillarla hasta exprimir su talento, trató de tomarse el tema de su particularidad con paciencia y amor. 

Poco a poco Jade fue instruida en el arte del canto y potenció su voz grandemente. Fue gracias a las enseñanzas de su maestra de canto y a las instrucciones de la condesa que, tranquilamente y sin acelerador, desarrolló su talento con sumo éxito.

La primera vez que cantó frente a invitados de la familia fue a la edad de siete años. Una pequeña reunión que gozó con asombro de la increíble voz de una niña tan pequeña y dulce. Aquella tarde, los nobles no pararon de hablar del espectacular talento que tenía la única hija de la casa Thirlwall y de la maravillosa crianza de la condesa.

Obviamente aquellos halagos no hicieron más que alegrar a la pequeña Jade que desde ese momento no se detuvo en insinuar más presentaciones (si su madre lo aprobaba, claro). Está de más decir que la condesa consintió ello con mucho gusto y el famoso talento de la pequeña flor de la casa Thirlwall se hizo cada vez más conocido.

Fue así como la emperatriz conoció a Jade. Invitó a las mujeres e hijas de las familias fieles del Imperio Gardia a una fiesta de caridad en su villa. Por ser una reunión donde habrían menores, sería por la tarde y terminaría antes de las siete de la noche. Aquella velada fue encantadora y con la actuación ya prevista de Jade Thirlwall, que apenas tenía doce años de edad. En un inicio, cuando se le propuso incluir la presentación de la joven, dudó. Había escuchado maravillas del talento de la pequeña vistas en reuniones pequeñas...nunca en una tan grande como aquella. Por eso, dudó. Quizás una joven que ni siquiera había alcanzado la mayoría de edad no podría manejar la presión; sin embargo, se equivocó. 

Jade dio una presentación digna de grandes cantantes (y mejor, diría la emperatriz) y fue con creces admirada por el resto de la velada.

Obviamente esta noche no iba a ser diferente.

Con veinte años y con la dulce voz en su mejor momento, Jade Amelia Thirlwall dio una actuación digna de aplausos por minutos que se hicieron eternos para la joven que se encontraba en el centro del salón de baile. Incluso los sirvientes y los músicos participaron en los aplausos que sonrojaron con disimulo las mejillas de la castaña.


-¿No fue su voz la más bella que ha oído hasta hoy, duque?-preguntó la emperatriz mientras aplaudía con tranquilidad.

-Ciertamente...


El duque Edwards había quedado prendado de la melodiosa voz que despidió Jade apenas y entreabrió los labios. Aquellas notas y el manejo elegante y fino que tenía no hizo más que asegurar su mirada por el resto de la actuación. Algo en él, dentro de su pecho, dio un brinco que extendió un calor sofocante a través de su piel. De repente, aquella joven dama le empezó a parecer la única en el escenario por eternos minutos, no obstante, cuando la magia se terminó, todos los presentes aparecieron ante los ojos celestes el duque y volvió a la realidad con cierta ensoñación.


-¿Duque?

La emperatriz había estado observándolo mucho y casi dejó salir un suspiro de resignación al ver el rostro atento y fijo del duque hacia Jade.

El secreto de la familia Edwards |Jerrie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora