44.-Estoy aquí

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Cuando Perriett terminó su entrenamiento de espada matutino en el área donde practicaban los caballeros que servían a la familia y al Imperio, un repentino mareo causó que sus piernas flaquearan al acercarse a Yul. 


-¡Mi señor!


El joven ayudante se apresuró en brindarle apoyo, no obstante, Perriett lo evadió con un movimiento del brazo. Fijó sus ojos mejor en el ambiente y a pesar de que deseaba sentarse para descansar, se apresuró en despedirse de los caballeros presentes y hacerles recordar el itinerario de entrenamiento programado. Cuando se hubo apartado lo suficiente de área, evadiendo cualquier vista curiosa de alguno de sus subordinados, habló débilmente. 


-Llama al doctor Knight. 


Yul no replicó ni pidió alguna explicación ya que sabía que habría una gran razón para que el propio duque exigiera la visita de aquel doctor. Siendo así, él mismo llevó a cabo aquella misión dando como resultado la pronta presencia del llamado a la oficina personal del príncipe. 


-¿Dónde se encuentra mi madre?

-Salió a pasar la mañana en la residencia Newschetein.


Perriett asintió ante la información que Yul le brindó. A continuación pasó a prestarle atención al doctor Knight, quien había esperado paciente y de pie a unos metros de su escritorio. 


-Doctor, sé que tiene la obligación o el deber de comunicarle todo lo que me suceda a mi madre...sin embargo, tendré que ordenarle esta vez silencio absoluto sobre lo que se conversará en estas cuatro paredes. 

-Pero, duque...

-No se lo estoy pidiendo, doctor.-dijo sonriendo Perriett.-Es una orden. 


Knight dudó por unos segundos, para Yul aquello fue insoportable. 


-¿Acaso va a desobedecer la orden del príncipe del Imperio Gardia? 

El doctor se puso en alerta.-¡N-No piensen eso! Por favor, perdone mi falta, gran duque.

-Es bueno que comprenda las cosas rápidamente, doctor. Entonces...


El duque Edwards no desperdició más tiempo en atemorizar al anciano ya que no sabía cuánto duraría la visita de su madre a la residencia Newschetein (que también era rara por no decir insólita) y empezó a narrarle todos los síntomas que tenía. 

Desde que sufrió aquel ataque durante el festival de otoño, los mareos que usualmente ocurrían una vez cada mes, comenzaron a presentarse cada semana. También empezó a padecer dolores intensos en el vientre por horas que la obligaron a retrasar reuniones o cortar visitas antes de tiempo. Todo aquellos padecimientos la orillaron a sufrir dolores de cabeza que a veces calmaba con los brebajes que le recetó el mismo doctor pero que cada vez eran menos eficaces. 

El doctor oyó cada palabra con suma atención y a pesar de tener una idea vaga de lo que le sucedía, comenzó a preguntarle detalles más exactos. Después de ello, pasó a realizar la revisión a ciertas partes del cuerpo y con ayuda de sus instrumentos constató lo que en un inicio fue algo incierto. 

El secreto de la familia Edwards |Jerrie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora