5.-Caza veraniega

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El duque Perriett Edwards había sido muy cortés al acompañar a Jade a su mesa. Apenas sonó la trompeta dando por terminado el calentamiento, todas las personas que iban a participar en la caza empezaron a dirigirse al punto de partida.

Jade sintió las miradas de muchas mujeres y hombres sobre ella cuando el duque besó su mano como despedida. Tal vez no era exagerado ni oportuno pero no había nada de malo en hacerlo. Por supuesto que para sus amigas esa fue una demostración muy clara de un interés curioso que esperaban no desatara una disputa entre las admiradoras del duque contra Jade. 

-Dios mío, ¿Acaso no tienen a los caballeros en el punto de partida?-se quejó Leigh-Anne al ver como un grupo pequeño de mujeres estaban mirando con furia a su amiga-Deberían prestarle atención a ellos.

-Ojalá y esto no cause malos resultados para Jade-dijo Jesy.

-Oh, claro que no, de lo contrario Jade tendrá que responder y yo también-la morena bufó-Está de más decir que tengo poca paciencia y unas cuantas barbaridades saldrán desde lo más profundo de mi alma.

-!Leigh-Anne!-Jade contuvo una sonrisa cuando vio como Jesy miraba con sorpresa a la morena-Es cierto que defenderemos a Jade de cualquier persona que ose mancillar su honor pero no llegaremos a extremos. No al extremo que tú llegas.

-Yo respondí de esa forma porque la señorita esa colmó mi paciencia, Nelson-contestó Leigh-Anne al notar porqué Jesy contentaba de esa forma.

-Oh, entonces, ¿debo tirarle una flecha a cualquier persona que colme mi paciencia?-preguntó con seriedad.

-No la herí y nadie intervino cuando lo hice porque sabían que se lo merecía-respondió Leigh-Anne-Además, pagué su vestido como supuesta disculpa.

Jade no soportó e intervino al recordar cierta escena-Lo hiciste porque tu padre se enteró y, aunque estaba orgulloso de tener una hija muy valiente, tuvo que obligarte a hacerlo.

La morena suspiró-Bien, bien, ya comprendí. Más modales y menos flechas.


Leigh-Anne había protagonizado la dichosa escena hace un año y medio, justo en una prueba de arco. Ella manejaba la espada, por influencia de su padre, pero el arco le caía a la perfección. Desde muy pequeña practicó y practicó hasta convertirse en una de las mejores tiradoras del imperio. 

Y no era una exageración.

Leigh-Anne era una de las mejores y obviamente ello trajo más alabanzas hacia su familia. No obstante, la escena que protagonizó aquella tarde, dejó a todos en claro que la señorita de la casa Pinnock no era para nada una dama indefensa y mucho menos comprensible. Los nobles tuvieron muy en claro que cometer cierto falta de respeto hacia su persona llevaría a resultados que afecten su imagen y nadie en aquella sociedad quería eso.

Unos aplausos se hicieron presentes en el ambiente, despertando a las tres jóvenes de su charla. La caza veraniega anual había iniciado. Los trotes y vítores, junto con el ladrido de algunos perros armaron el perfecto inicio del evento.

Jade a lo lejos notó como el caballo negro del duque Edwards trotaba con suma coordinación y en la dirección que él mandaba. Un perfecto animal entrenado y pura sangre digno de la casa de los familiares del emperador de Gardia.

-¿Creen qué Sir. Wittem Stone tenga la oportunidad de ganar este año?

-¿Con el duque presente?-sonrió burlonamente una muchacha-No lo creo.

-Yo creo que es posible, si el segundo hijo del anfitrión fuera más...

Un joven interrumpió sin ser demasiado agresivo-Solo queda esperar el resultado y mientras lo hacemos, ¿alguien desea jugar un rato?

El secreto de la familia Edwards |Jerrie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora