45.-Nuevas noticias

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El tiempo que esperó Yesenia en la librería Morells fue tanto que cuando llegó Jade junto al duque Edwards, el establecimiento estaba a punto de cerrar. Especialmente, aquel viernes, el cierre fue a las seis y media de la tarde, por lo que la charla entre las dos jóvenes a las afueras de la capital pudo alargarse lo suficiente para ahondar en ciertos temas que quizás se tocaron superficialmente debido al temor de invadir la privacidad de la otra. 

No obstante, cuando Perrie le comentó a Jade sobre la pérdida que más lamentaba, un candado entre ellas fue abierto y con ello los pensamientos más íntimos fueron aflorando sin más. 

Jade le contó sobre su familia. Sobre el abandono que sufrió por parte de su padre, el acoso que obtuvo de las damas, los rumores más tormentosos que oyó de su madre y lo mucho que deseó huir a un lugar lejos de aquellas miradas afiladas de la sociedad. En aquel tiempo, con dieciséis años y sin un representante varón de la familia, la situación de la administración y la herencia les fueron arrebatadas al honorable apellido Thirlwall, delegando momentáneamente a su primo Gerald Dowell como único capaz de manejar un trabajo que las mujeres no podían tolerar.


-Recuerdo que mi madre fue a pedirle personalmente al emperador el favor de no delegar al marqués Dowell como protector y representante de los Thirlwall. El consejero principal Towers muy amigo de la familia y parte de la consejería superior también estuvo en la audiencia y como ellos serían los encargados de publicar el mandato, todo ocurrió en beneficio del bienestar de la familia. 


Perrie al oír cada relato, no pudo evitar sentirse más enojado con el marqués Dowell. Aunque deseaba hacer algo para que de alguna forma se viera comprometido, eso también afectaría al joven Gerald Dowell por lo que debía pensarse con mucho cuidado aquel tema. Al parecer tal fue su expresión y su abstracción que Jade no pudo evitar decirle que por favor no hiciese algo precipitado que afectase su imagen. Después de todo, aquello era lo único que lo mantenía a raya de la gente como el marqués Dowell. 


-Creo que ahora Perrie conoce todo de mí.


Con aquella frase, Perrie dio rienda suelta a cada preocupación o recuerdo que permaneció dentro suyo. Le contó a Jade como fue su entrenamiento desde muy pequeña para ser el perfecto heredero de la casa Edwards, lo restringida que estuvo su libertad por aquellos tiempos, la tortura de tomar brebajes, el cambio de su cuerpo que solo causó más dolor en ella al tener que ocultarlo y la indiscriminada actitud estricta de la ex duquesa para con él. 


-Aunque los castigos no eran frecuentes, en contadas ocasiones me encerraba por tres días en una habitación completamente oscura dando la orden de entregarme solo dos comidas por día. En cuanto a la práctica de esgrima, las horas aumentaron aún cuando tenía dolores de cabeza y heridas en mis manos. Las llagas se abrían y eran cubiertas con mi sudor para que al final del día, un doctor me curase. 


Perrie narró que su único apoyo en la residencia fue Elyse. Desde los borrosos recuerdos de la infancia, su hermana mayor estuvo dispuesta a hacer un escándalo en el hogar por él. Su padre, aunque calmado y poco exigente, estaba atado ciegamente a las palabras de Anastasia, la entonces duquesa y princesa del Imperio. Es por ello que antes de arriesgar separarse de tan grandes honores que ganó con la boda, prefirió quedarse callado y pasar menos tiempo en casa. 


-Aunque por un tiempo me dolió mucho el alejamiento de mi padre y lo cariñoso que era para guardar las apariencias cuando estábamos en público, Elyse me ayudó a construir un pilar de confianza y dignidad en mí.-Perrie sonrió nostálgica.- Ella me decía:

El secreto de la familia Edwards |Jerrie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora