37.-Sala de honor

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La recaída de Liana había preocupado a más personas de las que creyó. Por ello fue casi inevitable verse sorprendida y a la vez honrada con la visita del comandante Berlot horas después de la conversación con su amiga Jade. 

Eran las cuatro de la tarde cuando la puerta de su habitación fue tocada por Iris avisándole de la presencia de cierto caballero. Liana permitió su entrada y al percatarse de la identidad de aquella persona, una duda la embargó.

-Disculpe, comandante Berlot, pero...-dijo la joven luego de entregarle el ramo de gardenias blancas y frescas a Iris para que lo pusiese en un jarrón-¿mi padre sabe de su presencia en mis aposentos?

Berlot asintió sin dar cabida de más a la duda en el rostro de Liana-Jamás realizaría tal acto osado sin la licencia de Lionel.

Liana se sintió más tranquila con esa respuesta y a pesar de notar la puerta abierta miró al comandante con atención, notando prontamente una expresión de nerviosismo tenue. La joven dama pensó que, un hombre como el comandante Berlot, se sentía de tal forma al ver su inapropiada forma de vestir (el mismo chal blanco cubría sus hombros y pecho) y el poco arreglo en su cabello. Lucía antiestética y en menos de cinco segundos sus mejillas se tornaron rosadas al dar tal espectáculo vergonzoso frente a Ronald.

La llegada de Iris con el jarrón de gardenias y una criada con una bandeja ocasionó que el ambiente incómodo se dispersara por un breve tiempo.

-!Son muy hermosas estas flores!-exclamó Iris con alegría notable-¿Verdad, señorita Morells?

-Sí, son muy bellas...

Luego de unas pocas palabras ambas criadas se retiraron de la habitación dejando la puerta abierta y quedándose Iris al exterior para vigilar aquel encuentro que, a pesar de ser poco común, había sido esperado por mucho tiempo. A comparación de la compañía de la señora Elyse, la ama de llaves prefería mil veces como el comandante Berlot aprovechaba su posición como buen amigo del barón Morells para acercarse significativamente a Liana. 

-Comandante Berlot, por favor, tome asiento-indicó Liana inclinándose hacia su mesita de noche para servir el té de hierba luisa; sin embargo, Ronald fue más rápido en su actuar y tomó la tetera de porcelana por ella para llenar ambas tazas-Muchas gracias.

Ronald asintió y tomando la taza del asa por la que apenas podía caber su dedo, habló-Me alegra mucho verla mejor de lo que me comunicaron.

-Oh, las noticias vuelan más de lo imaginado.

-Lionel me comentó de ello, señorita Liana-contestó el comandante-Y aunque deseé visitarla lo más pronto posible, las circunstancias actuales me lo impidieron.

Liana asintió posando su taza en el platillo-Gracias por enviar al doctor de confianza de la familia Berlot, comandante-el hombre esperaba tarde o temprano el agradecimiento de parte de la joven y a pesar de verse en la poca capacidad de hablar con rapidez, podía notar la sinceridad en su mirar-Nunca está de más una segunda opinión en estos casos.

-¿Y...cómo se encuentra ahora?-preguntó el hombre con un atisbo de preocupación en su voz. Luego de la llegada del doctor Jill a la residencia Berlot, él mismo lo había bombardeado con muchas preguntas sobre el estado de la primogénita del barón Morells.

-Mejor. Mucho mejor-Liana creyó que la preocupación de Ronald era algo normal. Ella no era ajena al cuidado con el que aquel hombre la trataba. Contrario a lo que se pensaría, Liana no se sentía incómoda con tal demostración-Es usted muy amable con nosotros-Ronald frunció el ceño ligeramente-No solo apoya a mi padre como un estimado amigo sino que también se preocupa por el bienestar de Marie y yo.

El secreto de la familia Edwards |Jerrie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora