26. Capítulo veintiséis.

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Como era de esperarse los padres de Jimin estaban demasiado ocupados como para poner problemas para dejar ir a Jimin de pijamada con Jungkook

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Como era de esperarse los padres de Jimin estaban demasiado ocupados como para poner problemas para dejar ir a Jimin de pijamada con Jungkook.

-Hola mamá, hola papá.

-Hola, Jimin.

-Quería preguntar si puedo ir a dormir a casa de Jungkook.

-Si, si, sólo llega antes de las seis mañana.

-Gracias, Madre.

Jimin no se hizo esperar, movió sus piernas tan rápido a causa de la emoción que parecía que iba a volar.

Buscó su bolso azul para viajes entre todo el desastre del closet, empacó su camisa de dormir que le llega hasta los muslos, sus pequeñas bragas de encaje negras, sólo por si acaso, también un conjunto de sudadera para el día siguiente y unos zapatos.

Revisó la hora en su celular, diez de la mañana, tenían el tiempo perfecto.

Bajó las escaleras igual de apresurado como las subió, se despidió fugazmente de sus padres y salió de la casa regresando al auto aparcado en su entrada.

Cuando subió Jungkook paró lo que estaba haciendo para mirar a Jimin con un brillo indescriptible en sus ojos, uno que sólo se veía cuando estaba cerca del pequeño.

En el camino a casa de Jungkook planearon lo que harían en la noche, les esperaba una noche bastante divertida.

Bajaron de aquel auto con sus manos entrelazadas una vez habían llegado, cualquiera que los viera diría que son pareja, pero la realidad es que lo suyo aún no tenía nombre.

Y una vez más Jimin estaba dentro de esa casa llena de lujos.

-Aún no puedo creer que no seas narcotraficante y tengas esta tremenda casa.

-¿Qué? ¿Acaso dudas de mis habilidades de maestro?

-Mmm...No lo sé. Creo que necesito ver tus habilidades para creerlo.

-¿Ah, si?- Dijo Jungkook tomando la estrecha cintura de Jimin entre sus fuertes brazos. El castaño estaba dispuesto a besarlo, tenía su cara tan cerca, podía imaginar esos labios rechonchos contra los suyos antes de tocarlos.

-Once días, Kook- Jimin había puesto un dedo sobre sus labios evitando que lo besara.

-Quiero que cuentes los días en los que no eres mío- Dijo besando su ojo derecho.

Al separarse, lo hizo diciendo:

-Tenemos dos cosas por hacer, podemos hacer el almuerzo aprovechando que aún son las once, o podemos pedir comida. ¿Qué prefieres?

-Creo que me gustaría más que cocinemos juntos, ya sabes, divertirnos un rato.

-Tus deseos son órdenes, mi príncipe.

TEACHER | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora