49. Capítulo Cuarenta y nueve.

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-Solo un ratito, Bebé- murmuró Sana- Por favor, sé fuerte por él.

-Así es chim- dijo SeokJin- ¿Qué tal si vemos un poco de televisión?

Jimin, desanimado, miraba a las personas por las que era observado. Sentada en su cama, estaba Sana, mirándolo preocupada. Luego, de pié, estaba SeokJin en su puerta.

Le habría gustado que el resto de sus amigos lo acompañaran en ese momento, pero parecían tener otros asuntos pendientes diferentes a él. Y lo último que deseaba era ser un egoísta.

En la pantalla había lo que Jimin identificó como un canal de noticias, tal vez no le vendría mal ver lo que pasaba después de esas cuatro paredes.

-Estamos aquí con Choi Haneul, quien fue víctima de violación recientemente. ¿Cómo se encuentra últimamente, señorita? Le agradeceremos de antemano por haber venido.

-El mal que me han hecho no se puede deshacer. La tierra siempre me recordará al llegar a mi casa lo que ocurrió ese día.

Entonces Jimin apagó la televisión.

¿Cómo se atrevía esa pequeña bruja a hacer tal declaración falsa?

Con su vista nublada miró el espejo, ¿Cuántas veces había llorado ya?

Simplemente no lo recordaba.

Lloraba cada vez que veía la luna y pensaba en él. Lloraba cada vez que leía sus cartas. Lloraba cada vez que recibía una nueva escrita desde el infierno en que se encontraba. Lloraba cada noche hasta dormirse. Lloraba por él. Lloraba por un nosotros.

-¿Podrían por favor regresar luego?- dijo con su mirada aún fija en el reflejo- De verdad no saben como agradezco el que hayan venido, pero por favor, necesito un tiempo.

Cuando Jimin alzó la vista, los muchachos vieron que el brillo ya no estaba,  sólo había dolor en ese par de cuencas que habían oscurecido con el pasar de los días.

-Después de todo sólo han pasado cinco días- Respondió la chica- Volveremos después, chim.

Su cuerpo se sintió relajado cuando la puerta fue cerrada, pero el nudo en su garganta volvió segundos después.

Miró la casa de Jungkook. No quería irse de ahí. Le hacía recordar tantas cosas. Le hacía recordar a él.

En los días que habían pasado posteriores al caso, poco le había importado su aspecto. Sus raíces habían dejado de ser rubias para crecer con su oscuro tono natural. Sin embargo, su cabello no era lo único que había cambiado. Sus ojos ya eran tan oscuros como la noche misma, pero una noche con estrellas ocultas tras las nubes. Sólo parecían uliminarse con las acuosas lágrimas que abundantemente llegaban.

Se levantó del sofá, con camino al escritorio. Ahí, tomó una hoja de papel, una pluma, y la última carta que le mandó Jungkook desde la prisión.

Hola, Mi amor. No te dejes afectar por esos tontos, ellos no saben lo que realmente pasó. Y créeme, yo no olvidó ni una sola de las palabras que nos dijimos ese día. Mi alma es la que más sufre por tu lejanía, y tanto mis labios como mis brazos te esperan con fervor.- Jimin paró de escribir al leer lo que venía: 《¿Te he provocado tanto dolor? ¿Por qué no puedo darte las sonrisas que tenías hace tan sólo unos días?》 Entonces decidió sólo no contestar eso- Te llamo de la misma manera que tu me llamas a mi, cada noche cuando la luna sale. No jures por tu honor, eso hace que desaparezca.
¿Sabes? Todo el tiempo me haces sentir como un príncipe.
Me siento en una obra escrita por William Shakespeare gracias a todo este drama. Así que espero que el autor de nuestra historia nos tenga reservado un final feliz, en el que mi corazón te pertenece.
Yo siempre estaré contigo, aunque miles de espinas quieran hacer una barrera entre tu y yo.
¿Qué te parece si todas las noches, a las doce en punto ambos le pedimos el deseo a la luna? Dicen que a esa hora todo el universo está en paz.

- Te ama, Park Jimin.

[...]

Un día totalmente común en la prisión, Jungkook estaba sentado en su cama como de costumbre, leyendo la carta que le había llegado recientemente. Adrián se sentó a su lado, inclinando su cabeza hacia el papel. Era mayor que él, cabellos ligeramente rubios y ojos verdes. Podía parecer frío al principio, pero se habían vuelto cercanos. En cuanto lo miró le dijo:

-¿Quien es ese Park Jimin que tanto te escribe?

A sus treinta años, había sido encerrado ahí por homicidio culposo.

-Es mi novio- Le contestó- parece que me extraña tanto como yo.

- Yo tenía una novia antes de estar encerrado aquí. Se llamaba Verónica. Pero luego de unos días dejó de venir...
Creo que se dió cuenta de que tener un novio encerrado no le daría ningún futuro. ¡Ya debe ser libre como los pájaros!

Varios minutos de silencio después, el sonido de las llaves ser introducidas en la puerta de su celda llamó la atención de los reclusos. Había comenzado a atardecer. ¡Era Alejandro!

En silencio, cerró la puerta, corriendo hacia mí.

-¡Oh, Jeon!- Dijo tomando mi rostro entre sus manos- ¡Mírate nada más! Estas todo lastimado.

-Estoy bien, Alejandro. ¿Como está Jimin?


-¿Él no te escribe cartas?

-¡¡OFICIAL KIM!!- Se oyó gritar

-Debo irme kook. Cuídate.

- Lo haré.

Esa noche, siguió las instrucciones de Jimin al pie de la letra. A las doce en punto de la madrugada, se paró frente a la pequeña ventana enrejada de su celda y clamó a la luna una vez más.

 A las doce en punto de la madrugada, se paró frente a la pequeña ventana enrejada de su celda y clamó a la luna una vez más

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Espero que les guste

-Snow

TEACHER | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora