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Javier despierta tranquilo en la gran habitación del hotel, rápidamente desenchufa el móvil del enchufe y mira el mensaje de uno de los abogados donde explica que ellos han podido contacto con uno de los hombres del escuadrón especial que sacó a Laura de Estados Unidos.

Adjuntado a ese mensaje hay un audio de más de media hora que al momento lo guarda en la memoria interna del teléfono al igual que se asegura de enviarla en un correo, de forma segura, a varios de sus confidentes. En el audio uno de los hombres, que asegura ser el líder del grupo especial, sin dar nombre, además de proporcionar un número de identificación, donde relata toda la conversación que tuvo con Laura además de las ordenes que ha recibido por parte de sus superiores de llevarse a la mujer puesto que tenían un confidente que les facilitaría, al máximo posible, la entrada a La Reserva guiándolos hasta la casa del primate donde sabía que estaban instalados el primate y la humana, pues era la semana de vacaciones de este.

Se queda impresionado cuando el hombre, sin la voz oculta bajo un filtro, asegura que el Estado español tiene bajo protección a personal sanitario que trabajó en algunas de las instalaciones descubiertas de Mercille. No puede evitar parar de sonreír al pensar que esto sí que salva a su clienta de cualquier acusación debido a que está destapando todo lo que ella había conjeturado.

Acto seguido le llega un mensaje de este mismo abogado proponiéndole destapar todo esto al día siguiente en el juicio puesto que esto dinamitará cualquier argumento en contra que reciban puesto que demuestran que todo esto es por encubrir a estas personas que gobiernan el país desde las sombras.

Nerviosamente teclea el número de teléfono de la comisaría, la amable Marta contesta a teléfono, él amablemente avisa de que esta misma tarde irá a ver a su cliente, pero él no está preparado para lo que la amable mujer le contesta debido a que le comunica que a Laura unos hombres que aseguraron ser de CNI se la llevaron a la prisión de Alcalá Meco, una de las prisiones de mujeres en Madrid, por motivos de seguridad.

Las palabras se quedan atascadas en su garganta, los nervios y el miedo solo le dejan colgar la llamada, dejando que el teléfono se escurra entre sus manos cayendo a la suave cama.


Prisión de Alcalá Meco, Madrid.

Laura mira a la mujer que le entrega la fea ropa gris, indicándole que tiene que cambiar en el cuarto que está detrás de ella. Solo asiente obedeciendo a lo que la seca e insípida mujer le ordena; al salir completamente vestida con el frío uniforme penitenciario.

La morena deja su ropa en el mostrador viendo como la mujer la guarda a una bolsa hermética, además de poner su nombre a rotulador negro en esta.

Del pasillo que comunica con el resto de la prisión aparece una mujer, más seria aún que la primera que le comunica que tiene que seguirla. La mujer le comenta, entre los gritos de las demás reclusa, que estará en una zona de máxima seguridad con una reclusa de confianza. Ella no puede decir nada pues todavía sigue en shock por pasar de un calabozo a una triste celda en una presión de mujeres, pero lo que más le duele es que no ha tenido un juicio que dictamine sentencia.

Los gritos se alejan según se adentran en la prisión; llegan a un módulo con una gruesa puerta de seguridad; la guardia le pide que se coloque de cara a la pared opuesta a la que ella está. Solo obedece como una oveja que sigue a la líder del rebaño, con cuidado escucha como introduce una serie de seis números. Con un seco "ya está" vuelve a colocarse
detrás de ella encontrándose un pasillo con dos puertas; la mujer abre la puerta de la derecha de donde sale una mujer rubia, esbelta y en buena forma.

-Ella es tú compañera Elasha, es extranjera pero tienen un dominio excelente del español. Ella es tu seguro de vida aquí -la rubia la mira sonriente, condescendiente a la sonrisa de la joven-.

La funcionaria de prisiones ale dejándolas completamente solas. En cuanto el característico sonido de la gran puerta al cerrarse la rubia se abalanza sobre la morena golpeándola fuertemente en la cabeza con los puños, Laura intenta a paliar los golpes colocando sus brazos sobre su rostro pero la rubia mueve sus golpes hacia las costillas. Lo que la rubia hace es impedir que vea cómo le clava una jeringuilla con un líquido vacía en su cuerpo.

La morena siente como sus fuerzas se están yendo lentamente, como sus ojos pesan y como sus brazos cada vez responden menos.

Sus ojos miran a la rubia que susurra algo en su odio que llega a comprender, hasta que la oscuridad le llama.

Un hombre de amplia complexión, robusto, fuerte, de unos bonitos ojos avellanas entra junto con una mujer morena y de ojos verdes. que está vestida de guardia.

-Tenemos que sacarla de aquí lo más rápido posible antes de que se la toxina le haga daño. -la mujer de ojos verdes saca de uno de sus bolsillos un estetoscopio que coloca sobre el pecho de la morena-.

-Si pulso es estable, tenemos que irnos. -mira el reloj que está en su muñeca derecha- Él avión despegará dentro de media hora.

La mujer de ojos verdes y él hombres de ojos color avellana, sacan a la mujer en una camilla tapándola con una sábana blanca de forma que no se pueda ver que mínimamente respira.

Antes de salir completamente del centro penitenciario, la mujer cambia su traje de guardia a uno de médico de la prisión mientras que el hombre se coloca uno de guarida.

-Diles lo que hemos ensayado... -susurra acercándose a la entrada de la cárcel-.

-Ya lo sé... Deja de mandar...

Jericho/ Fanfic Nuevas EspeciesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora