32: Los tres campeones

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Hacia las cinco y media se hacía de noche, por lo que los cuatros decidimos que era el momento de volver al castillo para el banquete de Halloween

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Hacia las cinco y media se hacía de noche, por lo que los cuatros decidimos que era el momento de volver al castillo para el banquete de Halloween. Y, lo más importante de todo, para el anuncio de los campeones de los colegios.

—Voy con ustedes —dijo Hagrid, dejando la labor—. Esperen un segundo.

Hagrid se levantó, fue hasta la cómoda que había junto a la cama y empezó a buscar algo dentro de ella. No pusé mucha atención hasta que un olor horrendo me llegó a las nariz. Entre toses, Ron preguntó:

—¿Qué es eso, Hagrid?

—¿Qué, no les gusta? —dijo Hagrid, volviéndose con una botella grande en la mano.

—Claro que si, huele muy bien—dije poniéndome discretamente la bufanda al nivel de la nariz para no olerlo—. Exce....Excelente elección.

—¿Es una loción para después del afeitado? —preguntó Hermione con un hilo de voz.

—Eh... es agua de colonia —murmuró Hagrid. Se había ruborizado—. Tal vez me he puesto demasiada. Voy a quitarme un poco, esperen...

Salió de la cabaña ruidosamente, y lo vi lavarse con vigor en el barril con agua que había al otro lado de la ventana.

—¿Agua de colonia? —se preguntó Hermione sorprendida—. ¿Hagrid?

—¿Y qué me dicen del traje y del peinado? —preguntó a su vez Harry en voz baja.

—Bueno a ti no te haría mal peinarte un poco—le dije revolviéndole el pelo.

—¡Miren! —dijo de pronto Ron, señalando algo fuera de la ventana.
Hagrid acababa de enderezarse y de volverse. Si antes se había ruborizado, aquello no había sido nada comparado con lo de aquel momento.

Levantándose muy despacio para que Hagrid no se diera cuenta, echamos un vistazo por la ventana y vi que Madame Maxime y los alumnos de Beauxbatons acababan de salir del carruaje, evidentemente para acudir, como nosotros, al banquete. No oí nada de lo que decía Hagrid, pero se dirigía a Madame Maxime con una expresión embelesada que sólo le había visto una vez: cuando contemplaba a Norberto, el cachorro de dragón.

—¡Se va al castillo con ella! —exclamó Hermione, indignada—. ¡Creía que iba a ir con nosotros!

—No puede ser...—dije riéndome un poco—. ¡A Hagrid le gusta!

Sin siquiera volver la vista hacia la cabaña, Hagrid caminaba pesadamente a través de los terrenos de Hogwarts al lado de Madame Maxime. Detrás de ellos iban los alumnos de Beauxbatons, casi corriendo para poder seguir las enormes zancadas de los dos gigantes.

—¡Le gusta! —dijo Ron, incrédulo—. Bueno, si terminan teniendo niños, batirán un récord mundial. Seguro que pesarán alrededor de una tonelada.

—Ah...parece que este año el amor estará en Hogwarts—reí mientras daba vueltas haciendo sonreír a mis amigos.

Salimos de la cabaña y cerramos la puerta. Fuera estaba ya sorprendentemente oscuro.

Laila Scamander y El Torneo De Los Tres MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora