Diez

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Draco

— ¡Así que sales con un modelo! — Exclamó Julius Granger, por su expresión podía asegurar que me odiaba con cada parte de su ser.

¿Qué diablos? ¿Modelo yo?

— ¡Exacto, es modelo de ropa! — La señorita Granger, se colgó de mi brazo. — y Ahora debemos poner a mi gato en casa, necesita descansar.

— ¡Hermione Jean Granger Bellerose! ¡Te eduqué para que buscaras esposo entre ingenieros, médicos o administradores, no para que te fueras tras un modelo! — El señor Julius estaba exagerando —Eres una niña.

— Papá no puedes decidir sobre mi vida, yo puedo salir con quien se me antoje.

Quise refutar sobre mi profesión, mas era lo suficiente inteligente para saber que me investigaría de todos modos en cuanto se me ocurriese presentarme y era seguro que terminaría despedido por "seducir a su hija"

— ¡lo peor de todo es que viven en unión libre! — Exclamó con dramatismo. — No puedo tolerarlo, hija. Te exijo que....

— ¡NO HARÉ LO QUE TÚ QUIERES, PAPÁ!

— ¡Este hombre podría ser tu papá! ¡Estás saliendo con un señor! — Casi me voy de espaldas al escuchar tamaña acusación.

— ¡Pues me gusta este señor! Me gustan mayores, así como a ti. — La señorita Hermione me tomó del brazo — Ayúdame a llevar las cosas dentro, CARIÑO. — Resaltó la última palabra, lo que era claro indicio de que le siguiera el hilo.

Suspiré resignado — Por supuesto, bombón.

Julius se mostró perplejo mientras me veía cargar las bolsas de compras. Seguro que hubiera dicho algo más de no ser porque lo llamaron al teléfono — Hablaremos después.

Al terminar de acomodar todo para el gato, me sentí satisfecho. Aún no había perdido mi toque al armar una cama y un arenero en el patio. Me recosté sobre el grass a la sombra de un árbol.

Julius Granger era un dramático, pensó que yo era un modelo.  Es cierto que he recibido invitaciones de las agencias, pero eso no quiere decir que me vista para modelar, apenas y pasé el peine por mi cabeza. ¡Bingo! Eso fue, por eso me creyó modelo, aunque por otra parte mi físico también ayuda. Mis músculos se notan a través de mi ropa. 

— Aquí tiene — La señorita Granger me extendió un vaso de limonada que acepté gustoso — Lamento lo que dijo papá, es muy exagerado y es mejor que él continúe creyendo que es un modelo, así su profesión no se verá arruinada por mi culpa.

— Lo sé, por eso me mantuve en silencio. — Me puse en pie — Ya la he ayudado lo suficientes y es mejor que me vaya a adoptar el cachorro que tanto deseo.

Me retiré de aquella casona para ir en busca del pequeño cachorro labrador con el que estaba soñando tener desde hace meses. El único que bebé que me iba a tener en mi vida. 

Mi Maestro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora