Cuarenta y cuatro

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Draco

Hermione, mi esposa que se graduó con honores de la universidad, me abrazó mientras veíamos el ataúd de mi padre descender a la tierra. Falleció y en su lecho de muerte dijo: «Se valiente hijo, resiste como buen Malfoy, yo desde el otro lado voy a reír con lo que te pase». No entendí, mas lo perdí con una sonrisa en sus labios, eso era suficiente para mí, saber que se fue en paz.

Mi madre se retiró apenas acabó el funeral, no me permitió abrazarla, solo dijo que las flores del invernadero no se iban a regar solas y era mejor que yo me dedicara a mi esposa que me necesitaba más.

Creo la muerte es una etapa normal en esta vida, a todos nos llegará; mi cachorra Curie falleció en medio del parto, pero me dejó un lindo cachorro negro al que Hermione nombró Canuto.

— Creo que deberíamos encargar bebé — Me susurró cuando caminamos en dirección a donde se encuentran las lápidas de nuestros allegados.

— No, eso no — Negué con la cabeza. — Apenas tenemos un año de casados, no me dejarán disfrutar de mi bella esposa.

— Te creería si no te conociera bien, sé que estás aterrado.

Vimos a nuestro perrito correr tras una mariposa.

— No, solo no quiero que mis horas de sueño se vean interrumpidas por un pequeño, soy feliz solo contigo. — Me detuve para besarla y ella correspondió. — Además acabas de recibir la presidencia de la empresa, sería un suicidio emocional tener hijos ahora.

Nos sentamos en medio de las lápidas de nuestros amigos. — A Sam se le rompió el corazón por estar lejos de su amado.

— Literal, pero recuerda que fue un paro cardiaco fulminante — Respondí.

— Perdí a dos amigos y Ginny se fue a Japón — Suspiró cansina — pensé que se quedaría con Theo después del beso que se dieron, aunque estaban demasiado borrachos para recordarlo.

Reí al evocar el momento — yo igual. Perdiste a los chicos de tu grupo de amigos, así que te doy a los dos locos que yo tengo.

Hermione asintió mientras acariciaba las lápidas. — Mi madre debe estar cuidándolos y jalándoles las orejas.

— Ya lo creo. Más a Neville por aconsejarte que perdieras tu doncellez conmigo.

— Ya sabía yo que estabas escuchando — Cargó a Canuto que regresó a ella para lamerle la cara — Apuesto a que tú quieres un hermanito.

Abrí la boca ofendido — No, definitivamente no quiere. Piensa que tener un bebé en casa es como ir a la guillotina, lo que en cierto momento no me vendría mal. Los bebés son unos fardos de gritos.

— No dijiste eso cuando cargaste a Lily por primera vez, tus ojos brillaron y parecías querer uno propio.

— No quiero uno propio, y me sentí feliz porque es hija de Harry y la puedo devolver en cuanto grite. — Me crucé de brazos — Tú eres mi familia, no necesito hijos.

Ella rio —Ya habrá manera de convencerte en ser padre. Estoy segura de que serás el mejor y más guapo. ¿Y sabes cómo lo sé?

A regañadientes me animé a preguntar —: ¿Cómo?

— Porque eres un buen maestro y será tu bebé.

Fin.

N.A: Amé escribir esta historia, ¿Saben? Lloré cuando consideré matar a Neville, no sabía cuánto lo amé hasta que escribí el capítulo anterior e imaginé el momento de ellos conociéndose y despidiéndose así.

Me gustó construir este Dramione desde cero. No le escribí la boda porque consideré ese detalle era obvio, un evento tan grande como la boda de los príncipes de Inglaterra, solo por ser la hija de un millonario.

No sé si la historia haya sido todo cliché o no, pero quiero dejar claro que nunca he tenido un crush con algún profesor, así que tuve que imaginar todo lo me hubiera gustado en una relación así y agregarle algo de drama para que no fuera plano, por lo que espero que ustedes lo hayan disfrutado. No me queda nada más que agradecerles por su compañía capítulo a capítulo durante este mes.

N.A 2: Corregí y arreglé mucho. La historia no cambió en lo absoluto, solo eran detalles de narración y palabras desordenadas por mi dislexia. Me gusta corregir mis historias y es probable que regrese el próximo año a hacer otra revisión. Seguro que encontraré otros detallitos. Gracias a quienes la leyeron mientras realizaba la corrección.

Mi Maestro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora