Cuarenta

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Draco

Apenas sonó la puerta Hermione y yo nos vestimos tan rápido como pudimos. Esparcí mi colonia por el ambiente para eliminar el aroma de los orgasmos. En cuanto creímos que todo estaba normal, Hermione retiró la tranca de madera

— ¿Ustedes? — Potter estaba en la puerta sosteniendo a su segundo hijo, que debía tener 11 meses. — ¿Qué hacían?

— Clases — Respondí. — ¿Qué más?

— ¿en serio? creo debería preguntarle a esa braga — Señaló lo que le rasgué a Hermione y estaba tirada cerca a la pata de mesa.

—¡Diablos! — Exclamó mi amada. Sus mejillas estaban rojas.

Negué con la cabeza — Eso no prueba nada y lo sabes, Potter.

— Ya sé, pero apenas es las 10 de la mañana, la cámara está desconectada y tú, despeinado. — Harry simplificó. Miró a Hermione —: ¿Amas a mi amigo?

— Con todo mi ser. — Respondió.

Casi empecé a brincar, era la segunda vez que ella decía que me amaba. Por otra parte ¿Qué estaba tramando este cegatón?

— ¿Se van a casar? — Volvió a preguntar

— Eso...— Hermione se quedó a media frase y me miró, claro que hasta ahora no se lo pedí formalmente, solo le he dicho que quiero ser su esposo.

— Por supuesto. — Afirmé.

—Entonces es claro que algún momento van a tener hijos — Concluyó. — Por lo que necesitan poner en práctica sus habilidades calmando niños. Como yo tengo dos estoy dispuesto a encargárselos...

— ¿Qué te asegura que vamos a aceptar cuidarlos? — Cuestioné a sabiendas de nos iba amenazar.

— Sería una lástima que alguien le dijera al director que la sala de maestros ha sido usada como hotel y no les ayudaré con la cámara...— Miró a Albus — No podría callar a mi hijo, cuando quiere chismear lo hace bien.

A otro perro con ese hueso.

— Me encantan los niños, por supuesto que podría cuidarlos. — Hermione sonrió tan maternalmente. Con las justas iba acostumbrándome a la idea del matrimonio como para pensar en hijos. — ¿Cuándo tenemos que cuidarlos? ¿llevará a cenar a la Miss Pansy? Sí es así podría llevarla al restaurante italiano del centro de la ciudad, en algunas clases ha dicho que anhela ir con usted, sé que es un lugar concurrido, pero con unas llamadas puedo hacer que les den una mesa. Además de que puedo prestarles el yate de mi padre para que paseen por el río Támesis hasta el amanecer.

¿Qué? ¿acabas de ayudar a mi mejor amigo de la manera en que yo lo hice muchos años atrás?

— ¡Eres el alma gemela de Draco! — exclamó Potter, me iba a delatar —: Mi mejor amigo fue padrino de mi boda y me obsequió los mismo que tú, como regalo de luna de miel. Granger, eres una mujer muy agradable.

— Puede decirme Hermione, profesor Potter. — Ya estaba haciendo uso de su encanto para hacer amigos. Me sentía orgulloso de que mi amigo la aceptara sin chistar. El difícil sería Theodore.

— Solo si tú me dices Harry y me tuteas, te casarás con mi amigo idiota, el infame que juraba ser soltero para siempre. — Ya, ahí va. Avergonzándome por la vida. — pero tú has logrado la mayor hazaña del mundo.

— De acuerdo, pero tienes que aceptar mi obsequio del paseo en Yate y la cena. — negoció con suavidad en su voz.

— Bien, acepto, pero deberán cuidar a mis angelitos. — Su hijo estaba dormido sobre su hombro. — Este es Albus.

— Oh, es tocayo del director. — Afirmó Hermione.

Reí por lo bajo — Dile que de segundo nombre le pusiste Severus en honor a tu padrastro.

Mi mejor amigo resopló, su padrastro no le agradaba para nada— Sí, eso hice porque mi madre me presionó. Mi primogénito se llama James en honor a mi padre. — Añadió con orgullo.

— Sí, sí, di lo que quieras. Estas vendiendo tu amistad convenido — necesitaba sacarle la verdad, aunque pareciera que estaba en contra de la amistad de Hermione y Harry.

— No es eso, Hermione ya me simpatizaba desde que te encontramos leyendo Vogue — La miró — Draco veía tu fotografía con cara de estúpido y cuando me contó que lo llamaste acosador, ya sabía yo que estaba enamorado hasta el tuétano, aunque él no lo supiera.

Hermione sonrió — Probablemente yo también lo estaba, mas no me parecía apropiado mirar a mi maestro como un posible novio. Sigo pensando que el romance es una pérdida de tiempo, pero creo que Draco sabe como hacer que sea un tiempo provechoso.

— Por supuesto que lo sé, soy el mejor en eso. Conmigo nada es una pérdida de tiempo. — Sonreí con arrogancia. — Ahora, ¿Cuándo diablos debo ir a cuidar a tus mocosos?

— En una semana, no olvides que el 2 de diciembre es el cumpleaños de mi esposa y quiero darle una hermosa sorpresa, al principio pensé en contratar niñeras, pero no confió en ellas. Ustedes son mi mejor opción y a sabiendas que se van a casar sé que lo harán bien. — Miró a Hermione — En verdad te agradezco que quieras ayudarme.

— Considéralo un regalo, como tu segunda luna de miel. — Hermione sonrió — Iré a mi camioneta por mi teléfono y haré las gestiones correspondientes, Harry.

Se acercó a mí y tras un corto beso se retiró. Claro que no le extendió la mano a Harry, solo asintió con la cabeza debido a lo que habíamos estado haciendo antes.

— Siempre creí que Granger iba a sacar al caballero que tienes bajo esa coraza de arrogancia. — Harry miró la mesa con cierto asco —: Ahora ¿Qué parte no tocaron?

Reí por ello. 

Mi Maestro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora