Treinta

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Draco

Ingresar a la casa de Hermione no fue un problema, pero ella se veía asustada a cada detalle.

— Tengo memoria fotográfica y te puedo asegurar que muchas cosas fueron movidas — Subió las escaleras hasta llegar a la que era su habitación — ¿Qué mierda!

Ingresé tras ella y lo que vi me dejó pasmado. En el centro de su cama se encontraba mi chaqueta que debí olvidar hace mucho, pero eso no era todo. Había una rata descuartizada, la sangre cubría su cama y cierta parte del piso.

— Me voy de aquí — Fue lo que dijo y fue a su guardarropa.

— No lo hagas — Señalé el rastro de sangre que llegaba hasta allí. — Esta es una amenaza. No toques nada, lo mejor será llamar a la policía.

Se contenía y evitaba romperse delante de mí, así que la saqué de su habitación.

— No llamaré a la policía, contrataré a un detective y forenses para que revisen todo — Fue lo que dijo en cuanto estuvimos sentados en su jardín. — Exponer al loco que lo hizo, hará que me persiga con ahínco, no soy estúpida. Este es un juego de mentes.

— Pero hay que dar parte a las autoridades.

Hermione rio de manera irónica — La Scotland Yard no encontraría ni una mosca si la tuvieran en frente. Lo que debo de hacer de inmediato es mudarme, comprar una casa nueva y contratar personal de seguridad. — Me miró de manera seria — Tenía 12 años cuando pasó algo similar con mamá, ella actuó de esta misma manera y junto a mi padre encontramos al loco que deseaba desaparecer a mi familia. Lo más seguro es que estén detrás de mí por un motivo en particular.

La abracé — Conmigo no tienes que hacerte la fuerte, sé lo mal que te sientes.

Me correspondió al abrazo — Tengo miedo, si pudo entrar a mi casa esto me dice que debo volver a vivir con mi padre. y si regreso es probable que tenga guardaespaldas hasta para ir al baño.

— Es lo mejor, tienes que estar con Julius hasta al menos saber quien ingresó a tu casa, las cámaras de seguridad deben haber registrado algo — Ella me soltó para verme a los ojos — ¿Qué?

— Recibieron un balazo ¿no te fijaste? — Me tomó de la mano — Ve a casa, yo tomaré mi Rolls Royce e iré con mi padre. Tus padres estarán por llegar a tu departamento y...

Negué con la cabeza — Tú subirás a tu auto y yo voy a escoltarte todo el camino.

Fuimos a su cochera, al ingresar las llantas se encontraban ponchadas y el chasis rayado.

— Sin duda, anoche el sicario esperaba que apareciera e iba matarme — Se estremeció y la tomé de la mano para sacarla, sus temblores desentonaban con la seguridad que mostraba en su voz.

La saqué de su casa y una vez en mi Hummer me atreví a hablar. — Ven conmigo, yo te protegeré.

Ella me vio sorprendida, por un momento parecía que iba a aceptar mi propuesta, pero luego negó con la cabeza — No puedo, no voy a exponerte al peligro, lo mejor es ir casa de mi padre, permaneceré ahí hasta saber qué ocurrió. Nadie es lo suficiente hábil para infiltrarse en el lugar donde crecí.

— Bien, te llevaré ahí entonces. Pero si ocurre algo, llámame.

Ella me tomó de la mano — Gracias por estar conmigo, probablemente de haber estado sola mi solución hubiera sido huir a Australia o Francia, esconderme en una de las casas de mi madre hasta encontrar al culpable.

— No hay nada de que temer, de ser posible yo te llevaré a la universidad y te regresaré a tu casa. — Suspiré — Tu padre consideraría que soy más confiable que cualquier chófer.

— No te atreverías, todos se enterarían que estamos saliendo y hablarían mal — Se notaba sorprendida.

— Eso no es relevante, a mí me interesa tu bienestar.

Mi Maestro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora