Treinta y cinco

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Hermione

Rosas, chocolates, yogurt y citas. Eso fue lo que obtuve de Draco tras regresar de Inglaterra. Tuve que amenazar a varios periodistas y comprar varias de esas empresas con ayuda de papá. Debía proteger a Draco sobre todo el mundo, tuve que teñirme el cabello de rubio para pasar desapercibida varias veces, aún no era momento de sacar a la luz mi relación por mucho que me deseara gritarle al mundo que me encontraba enamorada de mi maestro.

— ¿Qué es esto? — Pregunté en cuanto me mostró una caja que decía Wall-E — ¿Es un juguete?

— Tu regalo de cumpleaños — Draco me dio un guiño. Ambos estábamos en el laboratorio de la universidad. — Vamos tócalo, solo se activa con tu palma.

Esta cosa era el tercer invento que Draco me obsequiaba, el primero era un cubo de Rubik que cumplía la misión de un fax, imprimía poemas que él escribía para mí o lo usábamos para elegir el lugar a donde sería nuestra próxima cita, el segundo era un canario despertador que decía: "Thumbelina, despierta o no llegarás a la universidad a darle un beso de buenos días a tu maestro favorito"

— ¿No muerde o sí? — Suspiré y puse mi palma sobre la superficie plana.

De inmediato el robot se movió, sus visores se enfocaron en mí — ¡Feliz Cumpleaños, Thumbelina! — Exclamó con la voz de Draco. Luego hizo aparecer una guitarra holográfica — Tú cambiaste mi manera de pensar sobre el amor, tú cambiaste mi manera de pensar sobre el romance, tú eres especial para mí, por eso yo te esperaré y quiero que sepas que antes no me interesaba casarme, pero ahora solo me interesa ser tu esposo. ¡Feliz cumpleaños mi Thumbelina!

Los latidos de mi corazón subieron a mi garganta, el nudo estaba ahí y los nervios me traicionaron, empecé a llorar, aunque no lo dijera era claro que esto significaba "Te amo y quiero estar en tu vida para siempre" Era un mensaje implícito. Ni siquiera éramos novios, solo salíamos y compartíamos momentos, estábamos construyendo los cimientos de nuestro amor y aunque me negara a aceptarlo ir de manera lenta me gustaba.

Me abrazó y besó mi frente

— Gracias — Susurré — Gracias por quererme por lo que soy y no por lo que tengo.

Fue el momento más dulce que experimenté junto a Draco, al menos desde que mis amigos se fueron ya que Ginny se puso en el modo sobreprotectora y no podía ver a mi maestro ya que pensaba que me comería en cualquier momento, lo que me resultaba molesta y peor que una madre celosa.

En la universidad ya no veía a Draco tan seguido, ya no era mi maestro, él enseñaba a los ciclos menores y yo estaba a más de media carrera, con su trabajo y doctorado apenas podíamos vernos en las mañanas en el estacionamiento para besarnos. A veces parecía decaído, pero él alegaba que se debía al cansancio que le ocasionaban los chicos de primero con sus estupideces.

— Me preocupa que llegues a enfermar — Le susurré en medio del abrazo — ¿Qué te parce si paso el fin de semana en tu casa?

—¿Mamá Ginny no se enojará? — Preguntó burlón.

— Solo si el lobo feroz me va a comer — Reí y el acunó mi rostro en sus manos — ¿No lo harás o sí?

— Thumbelina, ¿Por qué quieres hacerlo?

Mis mejillas ardieron y supe que él esperaba mi respuesta más sincera. Tomé aire y sin dejar de abrazarlo alcé la mirada para verlo. — Quiero expresar mi amor de esa manera, he compartido contigo mi yo espiritual e intelectual, creo que es momento de entregarme físicamente a quien yo...— "Amo" La palabra se quedó atorada en mi garganta — A quien yo quiero en mi vida, como bien lo has cantado antes... yo al igual que tú ni siquiera pensaba en el matrimonio y creía que el romance era una completa pérdida de tiempo, pero todo este tiempo junto a ti no ha sido de esa manera, te respeto y valoro lo suficiente para saber que eres lo que quiero en mi vida. Ya te dije que me lío con las emociones, soy más de acciones y prefiero demostrarte lo que siento por ti protegiéndote del que dirán.

— Sí, ya sé que tu padre y tú han comprado varias revistas, se han convertido en accionistas mayoritarios de varios canales — Me frotó la cabeza — y ya te he dicho que no me importa que nos descubran...

— Lo sé, pero lo último que quiero es que el director se sienta presionado a despedirte por culpa de un estúpido periódico. Sabes lo orgullosa que estoy de caminar a tu lado, mas no podría soportar que te destruyan. Los tabloides son duros... Ya sabes lo que dijeron de Neville y Sam. — Mis a amigos fueron calificados como la pareja gay que organizaba fiestas sexuales, lo cual no era cierto, si eran pareja, pero esas fiestas no ocurrieron jamás. — Casi no los dejan ir al espacio con Alice... casi cancelan el proyecto porque los captaron besándose.

Me abrazó fuertemente — Has hecho mucho por mí, Hermione. Has hecho que crea en el amor, has hecho que me enamore de ti y estoy dispuesto a morderte el cuello más de una vez este fin de semana.

— ¿Al fin besarás mi lunar? — Indagué

— Más que eso, me has convencido, Thumbelina.

Cuando llegó el fin de semana estuve llamándole y escribiéndole mensajes de texto, mas no respondió.

— No sé de qué te preocupas, es claro que buscó enamorarte y ahora huye como un cobarde — Ginny estaba observándome ceñuda.

— No lo conoces Ginevra, no sabes cómo es él. — Respondí furiosa — Voy a ir por Draco, así no te guste.

Bajé las escaleras y tomé las llaves de mi SUV blindada.

—¡Al menos ponte zapatos y un abrigo! — La oí gritar en cuanto bajaba las escaleras.

Los zapatos y el abrigo no me importan cuando el amor de mi vida podría estar en peligro, joder mientras manejaba mi corazón latía desbocado y mis manos temblaban como un par de maracas, fue un milagro que no me estrellara con nadie

Mi Maestro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora