Siete

3K 238 11
                                    

Hermione

Suspiré agotada, estaba iniciando el segundo semestre en la universidad y yo solo quería regresar a casa para llorar por la muerte de mi madre. El día que la despedí en el aeropuerto me dijo: "Se feliz y que te importe una mierda lo que el resto piense" Yo sé que lo decía más por sí misma. Años atrás ella fue una mujer de 30 años que se casó con el joven ingeniero de 25 años que era papá en ese entonces. Falleció a sus 49 años, a tan solo un mes de iniciar los 50.

Papá quedó devastado, era claro que a pesar del divorcio la seguía amando. para bloquear sus emociones se hizo más adicto al trabajo, hacía hasta lo imposible para no sucumbir al dolor y me era mucho más que imposible verlo.

— Señorita Granger — Una voz profunda me llamó.

Me hizo sobresaltar y otra vez se estrelló mi Tablet contra el piso de piedra de la universidad. Otra vez quedó inservible. — ¡Diablos!

— Lo siento, no era mi intención asustarla — Alcé la mirada y era el Maestro Malfoy.

— Pero lo hizo, ¿Qué no le basta con ir mirando traseros de las estudiantes? — Me incliné a recoger mi Tablet, este paso debería ponerle un vidrio de avión para evitar rayones y que se me partiera cada vez que iba por los pasillos... — ¡Es estupendo! ¡Genial! ¡Voy a hacerlo!

— ¿Disculpe? — El maestro Malfoy me veía aún con sorpresa, ni siquiera se había movido. — ¿Se encuentra usted bien?

— Sí, solo que acabo de tener una brillante idea y necesito un laboratorio... Adiós — Salí huyendo, no iba a disculparme por lo dicho, después de todo estaba en lo cierto. Llegué a la concusión que debía hacer lo mismo que Julius Granger, hundirme en los estudios y en construir una Tablet indestructible.

Cerré los ojos al llegar laboratorio que estaba vació, aspiré el aroma para ordenar mis ideas, supongo que primero debía empezar a desarmar mi Tablet y retirarle el vidrio para luego compararlo con el vidrio de un avión.

Iba alrededor de tres horas metida en el laboratorio, entre desarmadores, cables, tornillos y todo lo que en algún momento había sido parte de mi Tablet rosa.

— ¡Señorita Granger! — Alguien gritó tras de mí.

Terminé por rayar mis apuntes.

— ¡Quién grita? — Pregunté molesta y al girar a verlo era el Maestro Malfoy otra vez — Ah, es usted. ¿Qué quiere?

—Ha faltado a mi clase— refunfuñó, sostenía su maleta y su saco con su brazo izquierdo, era claro que se estaba retirando — A menos que se haya arrepentido y decida asistir a las clases de la Catedrática Parkinson.

— Ah eso — Dije con desinterés a la vez que volvía a observar mis apuntes — La primera clase e introducción es aburrida, así que vine a hacer algo mejor que escuchar a un acosador.

— ¿Acosador? Yo no he hecho nada para que...

— La última vez que nos vimos me miró el trasero en cuanto le di la espalda — Alcé la mirada y esperé tres segundos por su respuesta, mas se quedó en silencio — Vaya, no me equivoqué.

— Lamento mi actitud, siento haberla incomodado de tal manera. — Suspiró pesadamente — Le aseguro que no volverá a ocurrir.

— Eso espero.

Observó mi desorden y los pedazos de cable — Me dirá que fue "ese algo mejor que escucharme"

Le expliqué mi pequeño problema con romper mi Tablet en menos de un pis-pas y lo que planeaba a para solucionarlo con mi nuevo proyecto, era claro que iba a necesitar la ayuda de un ingeniero experimentado y más de él por su último invento.

Lo escuché reír y dejó sus cosas sobre la mesa más cercana — Bien, supongo que necesita ayuda con su loco proyecto.

No pude resistir el impulso de golpearlo suavemente en su hombro — ¿Cuál loco proyecto? Sabe, esto va a evitar que gaste dinero en una Tablet nueva cada semana, dinero que podría donar a alguna organización de caridad.

Zanjado el asunto, me ayudó con mis pequeños planes, era claro que o íbamos a terminar en una hora, con suerte podría acabarlo en un mes. 

Mi Maestro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora