CAPITULO 2

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Ese día no había sido el mas adecuado para conocer al hermano mayor de su amiga. Amelía se sentía totalmente avergonzada. ¿Qué habrá pensado aquel joven al momento en que ella palideció y acto seguido, saliera disparada hasta el baño? Y mas aún, ¿llegó él a escuchar el sonido del liquido asqueroso que era expulsado de su boca?

Sandra dejó a su hermano de pie junto a la entrada y sin darle explicación se apresuró al baño de invitados. Entró sin llamar, encontrándose con el rostro desencajado de Amelía, quién ahora se entraba abrazada a sus piernas en acto por sentirse segura. Sandra cerró la puerta tras ella acercándose titubeante; tenía mil y un reclamo en su cabeza, burbujeando en su boca para que las dejase salir, pero no era el momento, muy a su pesar se contuvo. Alguna tenía que ser el pilar fuerte. Siempre fue así, Amelía era el pequeño pajarito que por accidente cayó en el suelo lejos de su protector nido y Sandra, ella en completo se había vuelto aquella niña que había tomado al pequeño pajarito magullado en su regazo, le proveyó un confort cálido e inigualable; una niña que sacaba las garras cómo cuál fiera para defender a ese ser que la miraba con ojos lastimeros, Amelía, su mejor amiga y más que eso, una hermana.

Le dolía el no poder hacer nada, ¿cómo ayudar a quién rechaza la ayuda? O, ¿cómo denunciar al mal nacido aquel sin que la castaña saliera afectada, y aún más, perder su amistad?

Amelia alzó la mirada, su rostro empapado de un sudor frío mezclado con sus lágrimas. No dijo nada, pero con sus ojos le transmitía a su amiga una disculpa.

Sandra tuvo que apartar su vista a un punto equis del baño con tal de que la poca paciencia que le quedara no se esfumara, provocando que el huracán de cólera saliera y arrasara todo a su paso; se aferró a sí misma mientras se repetía mentalmente que el enemigo no era su amiga, y que debía medir sus palabras.

Los recuerdos del ayer inundaron su mente, y una sonrisa sin ganas salio de sus labios finos. Cinco años atrás, cuando la pelirroja iba al parque con sus padres conoció a Amelía. Para aquel entonces las jóvenes rondaban los doce años. Nunca olvidaría los ojos grandes y llorosos de una niña sentada en una de las tantas bancas del parque, y mas cuando sus ojos verdosos se fijaron en el vestido sucio, que al parecer antes hubiese sido un hermoso vestido celeste. Sandra se acercó titubeante pero segura de sí misma, la niña la miró desconcertada por su presencia.

-Hola... mmm... Me llamo Sandra... -tendió su mano firme y sus labios se curvaron en una gentil sonrisa. La castaña observó su mano dudosa, y Sandra al percatarse de ello continuó -: Andale que yo no muerdo.

-Am... Amelía -la niña dijo al fin, limpiando uego lo que quedaba de lágrimas con el dorso de su mano.

-Pero... ¿Qué te ha pasado? -indagó la pelirroja sin parecer entrometida, no quería espantar a la que pudiese llegar a ser una gran candidata como amiga. Que ironía, no se equivocó en lo absoluto.

Amelía se estremeció ante el recuerdo del gran perro negro que la perseguía hace unos momentos atrás; gimoteó advirtiendo que volvería a llorar, y sin pensarlo Sandra la abrazó. Ya luego daría explicaciones a su madre por el vestido nuevo arruinado, y como era de esperarse movería sus largas pestañas en dirección a su padre y este la rescataría como cual príncipe que rescata a su princesa del gran dragón.

La castaña se estremeció ante el contacto, habían pasados casi dos años que no recibía un abrazo de esa magnitud; cálido y sincero, retrocedió un poco para hacerle ver a la pelirroja que ya era momento de separarse y fue ahí donde respondió.- Un enorme perro me perseguía.... Me asuste muchísimo. Quise mirar atrás porque ya no escuchaba los ladridos y...

-Tropezaste...

-Sí. Caí en un charco. -observo su vestido sucio y se sintió mal; era el último de los vestidos que su madre le había regalado, ya casi ni le quedaba puesto que estaba en edad del estirón, pero aún así eso no le importo usarlo ese día, aunque ahora viéndose en ese estado se lamentaba.

Aunque Sangre el AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora