CAPITULO 3

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   —¿Vas hacer algo?

  Las chicas entraron en la habitación. Sandra caminaba detrás decidida a que Amelia por fin abriera los ojos y tomara valor para denunciar a su tío.

  Amelia giró para verla de pie con los brazos cruzados; Sandra podría ser muy intimidante a veces, pero eso a Amelia nada le importaba, ella mas que nadie sabía que su amiga no era una rosa sin espinas y así la amaba. Sonrió de lado mordiendo su labio inferior, inconsistente comenzó a darle vueltas a la pulsera en su mano derecha; titubeó un poco pero al sentir ese nudo en la garganta y el ardor en su pecho supo que necesitaba el abrazo de la única persona que en tantos años le había demostrado cuanto la quería, y esa obviamente era la pelirroja; caminó hacia ella y Sandra suavizó su expresión un poco.

  —Abrazame —murmuró Amelia con las lágrimas apunto de brotarle.

  Sandra suspiró, la atrajo hasta sí y la envolvió entre sus brazos. Amelia no soportó más y las lágrimas salieron a borbones mojando el suéter gris de su amiga.

  El tiempo transcurrió y ya calmados los ánimos se sentaron en la cama grande de Sandra. La pelirroja trenzaba el cabello de la castaña y esta soltó de pronto—: Creo... —tomó valor—...creo que estoy embarazada.

  Cerró los ojos esperando el grito de Sandra. Uno. Dos. Tres. Nada. Amelia se giró sobre su asiento para ver a Sandra, que desde el momento que escucho aquello, su cuerpo quedó en shock; sus manos aun en el cabello de la castaña y sus mejillas coloradas como un tomate.

  —Dime algo por favor —dijo Amelia con los nervios al mil. Sandra no reaccionaba. Posó sus dos manos en cada mejilla de su amiga llamando más su atención, Sandra por fin la miró; sus ojos verdes se veían turbios y mas oscuros de lo usual, Amelia se estremeció—. Yo...

  —¿Desde cuándo lo sabes? —quiso saber Sandra colocándose de pie y dejando a Amelia aun en la cama— ¡Dios bendito contestame!

  —Desde... desde hace unos días... Yo...

  —¿¡Desde hace unos días!? ¡Dios! —estaba al borde de arrancarse los cabellos. Algo se encendió en ella, y un escalofrío la perturbó. Amelia se encontraba embarazada; su Amelia estaba embarazada. Comenzó a reír de forma histérica mientras las lágrimas rodaban por su rostro de porcelana. Amelia quiso levantarse para abrazarla, pero sabia que si hacia aquello, en el estado en que se encontraba Sandra, de seguro la rechazaría.

  —San... Me estas asustando. Por favor sientate.

  La pelirroja enfocó su vista en Amelia de forma furiosa, le ardía el pecho de solo mirarla allí sentada, con la mirada suplicante y llena de lágrimas. Los cielos tronaron e inmediatamente el cristal de la ventana que daba a la calle comenzó a llenarse de gotas de agua, un minuto más, los cielos volvieron a tronar con fuerza y un apagón se originó en toda la ciudad dejando a las jóvenes a oscuras; solo la luz que desprendían los truenos iluminaban el lugar.

  Los pies de Sandra se movieron por inercia caminando directo hacia Amelia, no le dio momento de hablar e impactó su mano en su mejilla lastimando de nuevo la zona donde tenia el moretón. Amelia parpadeó aturdida, sin comprender por qué Sandra le había pegado, giró su vista encontrándose con la llamarada de un odio particular que se reflejaba en los ojos verdes de su amiga y sin inmutarse se levantó directo a la salida de la habitación. Como si esta acción hiciese despertar a Sandra de su cólera, corrió detrás de Amelia quién ya se encontraba por salir de su casa.

  —Déjalo ya Sandra. ¡Me voy!

—Lo siento tanto Lía... Espera... ¡Cielos detente!

  Bruno se encontraba a punto de subirse a su moto cuando los gritos de dos jóvenes lo detuvieron, curioso volteo para encontrarse con la escena de la castaña apunto de salir de su casa y su hermana menor jalando de ella para que no se fuera, él sonrió de brazos cruzados, en cierta forma encontraba la escena graciosa, nunca había visto a su hermana suplicarle a nadie. Se quedó de pie observandolas mientras las gotas de agua descendían empapandolo poco a poco; le encantaba la lluvia así que qué mas daba mojarse.

Aunque Sangre el AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora