—¡Hey, hermano! —un chico alto y moreno venía corriendo hasta él—. Hoy fiesta en San Tomás, ¿irás cierto? —preguntó pasando su brazo por sobre el hombro del castaño.—¡Bah! —hizo una mueca de fastidio mientras quitaba el brazo del moreno de su hombro. Luego sacó una cajetilla de cigarrillos de su pantalón y tomando uno lo colocó entre sus labios y habló—: No seas mamón Tito —el nombrado lo miró mal y quitándole el cigarrillo de los labios se lo llevó a los suyos ganándose un golpe en la nuca por parte del chico a su lado.
—¡Un día de estos me dejareis sin cabeza! —se sobó la parte afectada y después encendió el cigarrillo dándole una gran calada. Le hizo gesto a su amigo y este aceptó el cilindro de papel y nicotina humeante—. No seas mamón vos chaval —miraron a cada lado antes de cruzar la calle—, mirad que es vuestra oportunidad de que os redimais con Randy; está entregando una buena pasta... Y...
—Olvídalo Tito —se sentía fastidiado. Desde hacía dos días que el moreno estaba detrás de él con la esperanza de que aceptara la ida a la fiesta—. Bien sabes que Randy es un completo gilipollas que no dará nada así de fácil, y más si la vez pasada lo reté ante todos —sonrió de lado recordando ese momento.
—Bueno, es que tío... —dio otra calada soltando el humo por su boca y nariz—, ¿por qué tenías que meterte a defender a la zorra de Esmeralda? Sabéis que ella es la manzana de la discordia, ¿no?
El castaño se detuvo mirándolo mal. Para él no fue tan descabellado, sea como fuese, era una mujer, y sus padres le enseñaron a respetar a todas las féminas, sin importar su "profesión".
—De todas maneras, no iré. —soltó deteniendo un taxi. Se subió y dándole un gesto de despedida con la cabeza al moreno, le habló al conductor—. Principal, cruce con Armenias. —el hombre al volante asintió dándole marcha al vehículo.
Entró a casa de sus tíos maternos, no eran muy gratos para él pero no tenía otra opción. Desde la cocina su tía Carolina lo llamó y a duras penas, casi arrastrando sus pies, se dirigió a presentarse con ella. Su tía alzó la vista de las tartas de sobre la mesa y lo miró, le dedicó una sonrisa, que al muchacho le pareció fingida, nada nuevo en realidad y sacándose los guantes de tela y espuma los soltó sobre el mesón junto a las tartas de cerezas.
Él suspiró contando internamente esperando el sermón de todos los días.
—¡Mirad cómo venís! —se acercó olfateándolo—. ¡¿Nuevamente habéis estado fumando?!
—En realidad no fui yo tía, sino Tito —se encogió de hombros metiendo sus manos en los bolsillos de la chaqueta deportiva. La mujer lo miró fulminante y quitándole el gorro de pasamontañas verde que siempre tenía, lo lanzó al bote de basura.
Rodó los ojos molesto.
<<Y aquí vamos de nuevo.>> pensó fastidiado. Cada día su tía hacia el mismo drama por los cigarros y por el gorro de lana que casi nunca se quitaba.
—¡¿Cuantas veces debo pedirte que no uséis ese tipo de cosas?! —gruñó colocando sus brazos en jarras. El castaño la miró inexpresivo, pero por dentro estaba hirviendo en cólera—. ¿Sabéis lo que nuestros vecinos del frente piensan sobre vuestra apariencia? —se encogió de hombros molestando a su tía.
—No lo sé —alzó una ceja y sacando sus manos de los bolsillos se cruzó de brazos—, ¿por qué no me iluminas?
Su tía gruñó y cuando iba a responderle la voz de su marido anunció su llegada.
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Aunque Sangre el Alma
Teen FictionUn accidente dio paso a que la vida de una risueña niña fuese transformada por completo. Las diferentes circunstancias que vivirá Amelia, será un martirio que la va acorralando hasta un abismo sin fin. ¿Podrá huir de sus demonios? ¿Huirá antes de ca...