—¿Listos? —todos asintieron—. Entonces saliendo, andando.
Todos subieron a la furgoneta y esta vez fue el turno de Fred manejar y el Comandante Jiménez iría de copiloto. Salieron a la avenida dejando atrás la vieja y destartalada edificación. Sandra miraba sus pies para no ver a la parejita sonriente que tenía al frente; Bruno y Amelia bromeaban por la supuesta rinoplastia que el castaño tendría si recibía un golpe mas en la nariz, se sentían a gusto el uno con el otro como nunca lo habían sentido, se encontraban absortos de la pelirroja cabizbaja que tenían adelante.
Las calles seguían iluminadas por los faroles peatonales, la ciudad estaba en su despertar.
—Ramirez, llevaremos a tú hermana con tus padres —el castaño asintió mirando a su hermana de reojo, ella miró y rodando los ojos volvió a bajar la vista.
Veinte minutos después el vehículo se detuvo delante de la casa de los Ramírez, y sin despedirse Sandra salió disparada directo a su casa hasta que la voz de una castaña la hizo detenerse, y aunque se detuvo no miró atrás, se cruzó de brazos esperando a que su amiga continuara hablando.
—Sandra, te amo... —hizo una pausa colocándose delante de su amiga—, no me odies, porque no soportaría perderte...
La pelirroja suspiró y alzando el rostro clavó sus ojos verdosos en los de Amelia, que para ese momento estaban cristalinos, un nudo se le formó en la garganta y tomándola entre sus brazos la abrazó, la abrazó como si fuese la última ves que lo haría. Amelia lo sintió igual, y dejando escapar sus lágrimas las derramó en el cuello de Sandra. Se separaron. Apenas la pelirroja sintió que no podría aguantar mas las lágrimas se abrazó a su cuerpo caminando rápido hacia su hogar. Amelia la miró casi correr y cuando cerro la puerta aun se quedó ahí, de pie, con el nudo en su garganta, con el sollozo a punto de aumentar, con su alma mas quebrada, <<Te extrañaré.>> susurró echando un último vistazo a la casa y luego subir al vehículo en donde un castaño la miraba apesadumbrado al igual que la rubia junto a él, mientras que tres hombres la miraron con fastidio e impaciencia.
Amelia tomó asiento al lado de Bruno y este la llevó a su pecho transmitiéndole que él entendía lo que sentía, ella retuvo sus sollozos porque no era momento de quebrarse ante desconocidos.
Dieron marcha a la furgoneta y se dirigieron fuera de la ciudad. El sol despuntaba en lo alto de las montañas, las aves comenzaron a entonar melodías que eran llevadas por el viento con la sincronía de un hermoso baile. Para cuando llegaron Amelia se hayaba dormida recostada sobre el pecho de Bruno, acarició su mejilla sonrosadas y la miró con dulzura antes de despertarla.
—Amelia, llegamos —dijo suavemente para no asustarla, ella se removió negando. Bruno sonrió y apartando un mechón castaño de su frente volvió a llamarla—: Cariño, nos están esperando. Prometo que te dejaré descansar cuanto quieras después, y en un lugar más cómodo.
Volvió a negar y antes de que Bruno dijera algo más, ella se retiró de su pecho aun adormilada pero con una intensidad en sus ojos que al castaño le cortó la respiración.
<<Hermosa.>>
—Estaba muy cómoda —en cuanto esas palabras salieron de su boca abrió los ojos de golpe y al ver que el castaño reía no pudo evitar sonrojarse—. Es... es decir... yo...
—¡Hey, tortolitos el Jefe los espera! —un grito y dos golpes interrumpió su penosa excusa y aunque se sintió avergonzada mas de lo que ya estaba, se sintió aliviada agradeciendo mentalmente a Fred.
Bruno la ayudó a bajar, y fue ahí que se fijó donde se encontraban. Pensó que estarían en otro CE de la ciudad, más aquel lugar era enorme, una planicie adornada por pequeñas flores de diferentes colores regadas por todos lados, árboles gigantescos rodeaban el lugar; eran tantos y espesos que no se podía ver más allá que sus troncos fornidos y hojas verdosas, sólo el sol brillante sobre ellos. Se quedó mirando el hermoso paisaje rural por un momento, cerró los ojos aspirando el aroma campestre y luego reanudó sus pasos hacia la cabaña en medio del lugar. Al llegar a la puerta, la Oficial Manjarréz los esperaba para entrar.
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Aunque Sangre el Alma
Roman pour AdolescentsUn accidente dio paso a que la vida de una risueña niña fuese transformada por completo. Las diferentes circunstancias que vivirá Amelia, será un martirio que la va acorralando hasta un abismo sin fin. ¿Podrá huir de sus demonios? ¿Huirá antes de ca...