6. Cunas y camas vacías

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Tarde al menos cinco minutos en despedirme de Tanjiro y mi maestro, no sabía cuándo podría volver a verlos.
O si lo haría.

Antes de marcharme fui a visitar por última vez el pequeño altar en el bosque le había hecho a Sabito.

- Hola, soy yo de nuevo. Seguro que ya debes hartarte de que venga aquí contigo...o bueno, ni siquiera sé si de verdad estes aquí.

Limpie el reducido espacio lo mejor que pude, ya que no regresaría en bastante tiempo.

- Hoy me voy a mi primera misión, de hecho es ahora mismo. No podré venir aquí hasta dentro de mucho tiempo, si es que sobrevivo claro

Sonreí levemente. Me puse de pie y después de asegurarme de haber dejado todo lo mejor posible coloque un último y pequeño ramo de flores de colores que había recogido camino mientras venía hacia acá.

- Seguro que lo sabes, pero Tanjiro logró derrotar a ese demonio que...que te..., bueno, tú lo sabes. Espero que puedas estar algo más tranquilo ahora, Sabito...te extraño, te extraño mucho.

Sin decir una palabra más me aleje de ahí, juraría que alguien me miraba mientras me alejaba, pero cuando voltee todo estaba tan solo como siempre había estado.

Mi ciervo estaba esperando en un árbol junto al camino, tal y como le había indicado.

- ¡Rápido! ¡Rápido! ¡En marcha!

Alzo el vuelo y dió un par de vueltas en el aire antes de comenzar a indicarme el camino. Me coloque la máscara y fui tras él.

Fuimos a un paso rápido, pero no excesivo, para no agotarme antes de llegar.

Alcanzó a anochecer, y estaban mostrándose las primeras luces del dia siguiente cuando llegué a la entrada del pueblo en el que sería mi primera misión. La aldea estaba técnicamente desierta, digo, es verdad que es de madrugada pero literalmente no había ni un alma en las calles.
Ni siquiera me encontré algún gato callejero.

Además, había una especie de espesa neblina que cubría todo el suelo de la aldea, con trabajos podía ver mis propios pies.

Mi cuervo grazno y se posó en mi hombro.
Esto está muy mal...así como lo veo probablemente me toque dormir en un bosque cercano y regresar en la mañana.

Acaricié las plumas del cuello de mi ave mientras seguía caminando por lo que debía ser el camino principal.
Estuve vagando por caminos al azar durante mínimo diez minutos más, tiempo en el cual me di cuenta de que en la gran mayoría de las casas había una habitación con luz, y en al menos diez casas (en algunas de ellas la luz de la habitación estaba ausente) había una vela encendida dentro de una especie de frasco al lado de la entrada.
Parecía una especie de linterna apresurada.

Estaba considerando muy seriamente irme y regresar mañana cuando un grito agudo rasgo el aire.

- ¡MI BEBÉ! ¡MI PEQUEÑO!

No me costó nada ubicar la fuente de los gritos, fui corriendo hacia donde me llevaba el sonido de los lamentos. Alrededor de esa zona varias luces se iban encendiendo y la gente de hogares cercanos comenzaba a asomarse por la ventana. Había unos cuantos junto a la entrada de una casa pequeña de donde salía luz, así que me acerqué ahí.

Me topé con una escena confusa; había una mujer arrodillada frente a un bulto de mantas, llorando a voz en grito mientras un hombre intentaba consolarla en vano.

-¡MI PEQUEÑO! ¡SE LLEVARON A MI PEQUEÑO!

No fue sino hasta que uno de los vecinos se acercó con una lámpara que pude ver qué en suelo había un rastro de manchas de sangre. Un escalofrío me subió por a columna.

- ¿Eh? ¿Quien eres tú?

Una señora joven, de cabello oscuro y relucientes ojos verdes, que llevaba otra lámpara en la mano me la acercó para iluminar mi rostro cubierto por la máscara.

- Yo...Me enviaron de fuera para arreglar unos asuntos aquí.

- Ya me parecía que no eras de aquí, es un pueblo pequeño, es fácil notar cuando alguien falta o está de más. Además de que con esa apariencia tan extraña...

- Vamos, Aiko, el chico de ayer es mucho más peculiar que esté.

Un chico pelirrojo se acercó a nosotros con rapidez, era más enano que la mujer, pero lucía el doble de fastidioso.

- Ni me lo digas, oye, ¿De casualidad no lo conoces?

- ¿A quién?

- Un chico de voz estridente, usa una máscara de jabalí y...

- ¡Inozuke! ¿El está aquí?

La chica pareció un poco aturdida por mi repentina reacción, ya que tardo varios segundos en responder.

- Pues si... está hospedandose en mi orfanato

- ¿Crees que puedas llevarme con él?

- Seguro, oye tú, idiota.

La mujer golpeó al pelirrojo con la lámpara, justo en medio de la cabeza. El muchacho se quejo mientras la otra le daba órdenes.

- Asegúrate de cerrar bien las puertas si vas a regresar más tarde, yo voy a llegar a este joven con su amigo

- Si si, como sea

- Por cierto, soy Aiko

Esto último lo dijo dirigiéndose a mí.

- Un gusto, Aiko

Segui a la chica por un par de cuadras más, a medio camino mi cuervo alzo el vuelo desde mi hombro, pero no me preocupé.

- Aiko, ¿Qué fue eso de hace un momento?

-...en el último par de meses han estado desapareciendo niños pequeños. Desde recién nacidos hasta niños de uno a cuatro años, esto es bastante malo, ya que el principal objetivo de está aldea es recibir de las cercanas a todo tipo de mujeres embarazadas que por un motivo u otro no pueden conservar a sus bebés.

Conque por eso hay un orfanato en un pueblo tan chico.

- Además de eso, las madres de la aldea con hijos pequeños están aterradas, todas las casas con hijos que entren en ese rango de edad dejan las luces de su cuarto encendidas toda la noche, con la esperanza de que así no desaparezcan.

- ¿Y que hay de las que tienen velas en la entrada?

-...son de las que han perdido niños en el último medio mes. Llegamos.

Estábamos frente a una construcción bastante grande, de unos tres pisos. Después de que la chica abriera la puerta de entrada me invitó a pasar, aunque no pude evitar ver la vela casi totalmente consumida que había al lado de la puerta.

-¡Señorita Aiko!

Una niña de unos cinco años, de cabello oscuro recogido en coletas se acercó corriendo descalza para abrazar a la chica, iba tomada de la mano de un niño más pequeño, de cabello asombrosamente rubio.

- Masako, deberías estar dormida con el resto.

- No despertaron los gritos de esa mujer, queremos que nos cante algo

Aiko suspiró y se disculpo conmigo.

-Tu amigo está en el cuarto del sótano, es la puerta de la izquierda. Puedes quedarte a descansar un poco si quieres.

- Muchas gracias

Me dió una sonrisa antes de cargar al niño pequeño en brazos y tomar la mano de la niña, cuando ambos iban subiendo por la escalera el más pequeño sonrió y me señaló.

- Jeje, ¡Zorrito!

Que amable de tu parte, mocoso. Me quite los zapatos antes de seguir las indicaciones de Aiko para llegar al sótano.

Baje las escaleras lo más despacio que pude, no veia mucho a pesar de que había una lámpara de aceite encendida sobre una caja.

Escuché unos murmullos cerca de donde estaba la luz. Me acerqué cuidadosamente, y me encontré con Inozuke acostado, sin la máscara, dejando ver lo largo de sus pestañas mientras dormía.

El Zorro y el Jabalí /-Inosuke x Male Reader-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora