No puede ser.
El local era demasiado perfecto. Ya me había enamorado de ese lugar. Pero por desgracia el presupuesto no me llega. Había trabajado dos años para poder comprarlo. Con ese dinero y mis ahorros había conseguido tener cinco mil ochocientos veintiocho dólares.
El alma se me va a los pies en ese momento. Tanto trabajo duro para nada. Pero estoy dispuesta a seguir trabajando para conseguir este local.
- ¿Estás bien, cariño? -dice mi padre apartando una lágrima de mi mejilla con su pulgar-.
Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando.
- Eh sí, sí. Es solo que me encanta este lugar, pero no he conseguido el dinero suficiente -digo bajando mi mirada a mis zapatos y soltando un suspiro. Un silencio se forma entre nosotros. Cuando escucho el sonido de un papel al rasgarse levanto la mirada y veo a mi padre sosteniendo un cheque en la mano tendiéndoselo a Marcos-. ¿Qué haces? -digo en un hilo de voz-.
- Te gusta este lugar, no voy a permitir que te quedes sin él-
- Pero es mucho dinero papá, no puedo permitir que lo gastes. Lo conseguiré -digo triste-.
- Sabes que el dinero no es un problema para mí. Además, tómalo como tu regalo de cumpleaños -sonríe-.
- Pero si mi cumpleaños es dentro de cuatro meses -casi suelto una risa-.
- Un regalo adelantado -sonríe. Yo no puedo evitar que una amplia sonrisa se pose en mi rostro-.
- ¿Estás de broma? -pregunto un poco insegura-.
- ¿Cuándo me has visto bromear? -dice divertido. Lo único a que mi cuerpo reacciona es a soltar un grito y a abrazarlo fuertemente-.
- Muchísimas gracias, papá. Te juro que cuando consiga el dinero te lo devolveré todo -separándome de él-.
- No pienso aceptarlo -sonríe y besa mi frente-. Marcos, encárgate de reunirte con el propietario y de hacer todos los trámites -le entrega el cheque-.
- No tiene de qué preocuparse, señor -dice asintiendo-.
- Me avisas cuando esté todo listo. Ahora nos tenemos que ir. Nos vemos -le da la mano a Marcos y salimos de ahí-. Bueno -dice al estar dentro del coche- ahora vamos a buscar a tu perrito -sonríe y yo imito su acción-.
- En serio papá, no se como agradecerte esto -digo mirándole enternecida-.
- Ya te he dicho que no lo hagas. Lo que sea para hacer a mi princesa feliz -sonríe y acaricia mi mejilla-. Por cierto, ¿has pensado qué perro quieres?
- Sí bueno, me gustaría tener un Labrador o un San Bernardo -digo encogiéndome de hombros. Él asiente-.
- Hemos llegado, señor -anuncia el chófer abriendo la puerta trasera para que salgamos-.
Mi padre sale primero y el chófer, que debe tener a penas unos 20 años, me tiende su mano para ayudarme a salir. La acepto sonrojándome bajo su intensa mirada azul-.
- Vas a tener que venir con nosotros para ayudarnos con las cosas -el chófer asiente y entramos a la tienda-.
Al entrar, el ruido de todos los animales inunda mis oídos. Hay todo tipo de animales: hamsters, loros, peces, ranas, gatos, perros, conejos, ardillas...
Voy mirando todos los animales hasta llegar a la vitrina de los perros. Hay unos cuatro de distintas razas. Uno de ellos está dormido en una esquina, otros dos jugando y el último, al verme, se acerca al cristal y empieza a lamerlo. Es un cachorro de Labrador blanco. Sonrío enternecida.

YOU ARE READING
Magcon - (Matthew Espinosa)
Fiksi PenggemarMe llamo Cher, tengo 15 años y mi mayor sueño, por muy ridículo que suene, ha sido abrir mi propia cafetería en California. Una cafetería decorada por mi misma, donde se vendiese café (obviamente), té, muffins, cupcackes, magdalenas y todas esas cos...