Capítulo 9.

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Es fin de semana y se supone que hoy conoceré al dichoso sujeto, o como mi madre lo ha estado llamando el príncipe que aceptó desposarme. Me he estado sintiendo como un objeto al que pueden cambiar por un territorio, esto no es lo que yo quería. Nadie desea considerarse un simple objeto sin valor, no quiero tomar el papel de una esposa obediente y sumisa, tengo tanto miedo y no creo estar lista jamás para algo en lo que me están atando.

Desde la mañana, mi madre no me ha dirigido la palabra, me siento fatal y sé que cometí un error al comportarme como una niña pequeña, pero no pude quedarme callada al ver que ha tomado decisiones sin mi consentimiento. Peor aún, cuando ni siquiera me tomaron en cuenta, no pensaron en lo que yo sentiría.

La congoja de que este tema sea cada vez más grande me agobia, la agonía que siento ahora no puede entenderlo nadie, sé que no podré convencer a mi madre de cancelar el acuerdo porque ni siquiera va a esmerarse en esforzarse.

—Buenas tardes— escucho una voz detrás de mí, giro en su dirección y veo la imagen del Rey con quién me había encontrado el otro día al lado de Andrew.

—Buenas tardes, majestad— respondo levantándome y haciendo una reverencia tal y como me han estado enseñando.

—Pasaba por acá y quería saludarte.

Lo observo y por alguna extraña razón siento que ya lo había visto antes, tengo un presentimiento que me grita que su rostro se me hace familiar.

—Pienso en que tal vez en algún momento podrían viajar a Minnettar y explorar el reino— informa y, el nombre del reino se me hace conocido.

—¿Minnettar?— pregunto y él asiente.

Y es ahí en donde recuerdo bien que el nombre de aquel reino estaba estampado en los billetes que aquel buen hombre me dio aquel día en el mercado cuando estaba siendo juzgada son razón.

— ¿Conoce Lumania?— pregunto tomando asiento a su lado.

—Sí, sé que es un pueblo muy rebelde y nada agradable ante los ojos de los demás territorios.

—Algo me dice que usted y yo ya nos habíamos encontrado.

— ¿Disculpa?— inquiere enarcando una ceja.

—Tal vez lo esté confundiendo pero— guardo silencio intentando encontrar las palabras correctas.

—Tú eres aquella chica a quien intentaban herir en aquel mercado ¿cierto?— indaga mirándome fijamente—. A la que acusaban de ladrona.

Asiento con timidez— Sí, soy yo— susurro bajando la mirada—. Eso quiere decir que fue usted quien me brindó su ayuda.

—Así es, vi que estaban atacándote y envié a uno de mis soldados a investigar y rápidamente me informó lo que estaba sucediendo.

Levanto la mirada precipitadamente—Pero le juro que yo no robé nada en el palacio.

Él me observa—Lo sé, estoy seguro que no serías capaz de hacer algo que va en contra de tu moral— asegura— Elenna es una mujer honesta y recta y yo sé que te ha educado muy bien— añade.

—Ese día no pude agradecerle, tuve suerte en encontrarlo— aseguro.

—Tenía que hablar con la reina y justo iba pasando y vi lo sucedido— explica—. El destino es algo curioso, te pone en tu camino a personas a quienes nunca pensaste que volverías a ver de nuevo— agrega y siento melancolía en su voz.

—¿Puedo hacerle una pregunta?— indagó y el monarca solo asiente— ¿Usted qué relación tiene con mi familia? Siento que son muy cercanos— él me observa—. No conozco a nadie en este lugar que venga de otro reino, lamento si lo incomodo.

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora