Capítulo 31 I Parte.

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La luz del sol irrita mis ojos, causando que me levante de la cama un tanto aturdida, ayer después de la cena en el palacio de Minnettar llegué bastante agotada y lo único que deseaba era tumbarme en mi cama, tanto que al hacerlo, me quedé dormida de inmediato.

Después de terminar de ducharme y arreglarme, salgo de mi habitación y pienso en lo que haré en todo el día, ya que mis tutorías han terminado y por ende la institutriz ya no volverá.

Sigilosamente salgo del palacio para caminar por el reino pues, quiero despejar un poco mis pensamientos y creo que mirando hacia mi alrededor logrará mi propósito. El reino está pacifico, los guardias caminan de aquí para allá vigilando todo, los niños corren sin detenerse por ningún motivo y los adultos compran en los puestos ambulantes.

—¿Es usted Elizabeth?— escucho una voz detrás de mí en cuanto ya me encuentro aislada del palacio.

Giro sobre mis pies para descubrir al dueño de aquella voz. Observo a un chico el cual me mira fijamente, lleva sus manos a su rebelde cabello negro para ordenarlo.

—¿Quién es usted?— pregunto un tanto atemorizada.

—Francisco, el hijo del rey de Aramintonk— se presenta mientras extiende su mano.

—¿Francisco?— él asiente—Creo saber quién eres, todos rumoran sobre ustedes—respondo haciendo que él baje su mano y ría ante mi comentario.

—No creí que sería motivo de tantas habladurías— sonríe y dirige su mirada hacia otro lado—¿Puedo saber qué es lo que dicen de nosotros?

—Que le han quitado todo a Edward.

—Yo no le quité nada, las reglas son así y déjeme decirle que si me quedé con todo, entonces también puedo quedarme con su prometida, sería lo correcto ¿no es así— revela recorriéndome con su mirada como si fuera un león el cuál asecha a su presa.

—Esa decisión nadie la toma, solo yo y si yo me niego entonces no obtendrán nada— espeto seriamente.

Francisco ríe cínicamente y vuelve a mirar hacia su alrededor, como si estuviera supervisando algo.

—Nunca creí que la prometida de mi querido hermano se dejara llevar por las apariencias— declara mientras me observa, y eso me incomoda demasiado.

—Y yo nunca me imaginé que el hermano de Edward fuera tan... sin vergüenza— exclamo utilizando el mismo tono que él usó.

Iba a responder algo cuando una voz conocida habla detrás de mí.

—Creo que alguien la está molestando ¿no es así? — Alexis se pone frente a mí.

—Alexis, que gusto verte— responde Francisco burlándose.

—¿Cómo es que pasaste de ser el hijo de una sirvienta a ser un intento de príncipe?— se burla el heredero de Leinov— ¡Ah sí ya recordé! le robaste el trono a tu hermano— se burla Alexis.

Observo como Francisco se incomoda ante el comentario ofensivo del príncipe, sus manos se convierten en puños y he de imaginar que trata de controlar sus ganas de querer golpearlo.

—Di lo que quieras, yo no vine a este lugar a ser juzgado, vine a hacer un trato con la reina— revela Francisco volviendo a mirarme, después decide  marcharse.

—¿Te hizo algo, Elizabeth?— inquiere Alexis fijando sus ojos sobre mí.

Muevo la cabeza a los lados—No, tenía todo bajo control.

—Claro, cuando llegué no parecía estar todo bajo control— masculla torciendo sus labios. Él observa hacia su alrededor, atento a cualquier cosa que pueda ocurrir.

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora