Capítulo 21.

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—Narrador: 3ra. Persona. —

Después de que Edward se había marchado hacia el reino de Lumania, los espías del Rey Aarón informaron a su jefe sobre la ausencia del joven príncipe en el palacio, sería fácil terminar con la vida de la reina de Aramintonk, ella ya no sería un obstáculo más y utilizaría la debilidad del príncipe para tomar posesiones de grandes extensiones de tierras. Tenían consciencia de que el rey Lorian solo estaba enfocado en su hijo bastardo y la carga caería sobre los hombros de Edward, robar territorios sería fácil y primero empezaría con pequeñas cantidades de tierra, luego iría por el reino hasta llegar a tomar posesión del trono y unir a Leinov Y Aramintonk en uno solo.

El plan ya estaba armado desde hacía ya mucho tiempo y solo era cuestión de llevarlo a cabo; primero terminarían con la reina Esther y luego tratarían de apoderarse de Crinstetmonf, aunque con ese reino las cosas se complicarían más puesto que Minnettar era un aliado extremadamente fuerte y no tenían fácil ganar la guerra.

—Ya sé en donde se encuentra Elizabeth, padre— informó Alexis quién, sonreía satisfecho puesto que, pensaba que había puesto en duda a Elizabeth.

— ¡Ese es mi hijo! Saliste muy listo querido Alexis ahora... ¿qué es lo que deseas cómo recompensa? Has demostrado ser leal a tu padre— preguntó el rey Aarón mientras llevaba un trago de vino a su boca.

El chico sonrió—La quiero a ella, a Elizabeth.

—Vaya, le quitarás la prometida a tu más grande enemigo.

—Ella tiene que ser mía, será mi reina cueste lo que cueste así tenga que matar a toda su familia—aseguró Alexis bastante seguro de sí mismo—Sabes padre, que lo que siempre quiero tarde o temprano es mío y esa chica estúpida no será la excepción.

—Tus palabras me causan escalofríos querido hijo, sin embargo voy a apoyarte. Creo que después de arrojarle toda la verdad a Elizabeth ella le dará la espalda a su nación y no le quedará más remedio que aliarse a nosotros, después de todo, ella sabrá que las personas a su alrededor son solo una bola de nefastos.

—Majestad, el príncipe Edward ya ha salido de Aramintonk, los soldados están listos para atacar y solo esperan su orden, mi señor— interrumpió en la sala uno de los soldados.

— ¡Perfecto! Ya puedo oler la victoria.

El rey se levantó del sillón y se apresuró a ponerse su armadura, tenía muy bien planeado todo lo que haría puesto que, asesinar a alguien no sería trabajo complicado, ya lo había hecho muchas veces, mató a su hermano con tal de que él fuera el rey y lo consiguió, logró no levantar sospechas.

— ¿Majestad como haremos la parte más difícil?—inquirió un soldado.

—Esa parte déjamelo a mí—pidió el rey mientras observaba su espada y miraba su reflejo sobre ella—Haremos todo rápido ya que no tenemos mucho tiempo, el viaje hasta Lumania tarda dos horas así que tenemos tiempo de sobra, para cuando den las dos de la tarde debemos huir sin dejar rastro— anunció mientras llevaba sus dedos a su abundante barba.

Los soldados junto con el rey marcharon hasta Aramintonk dispuestos a acabar con todo, tenían la completa certeza de que ya la guerra la tenían ganada pero, había olvidado de que entre más daño le hacían a Edward más inquebrantable se volvería.

Los soldados empezaron a tirar bombas y balas perdidas en el pueblo haciendo que las personas se dispersaran, muchos niños morían y los ancianos salían heridos o muertos, hombres y mujeres corrían por todos lados y los bebés eran asesinados tal y como el rey les ordenó, no tenían compasión al quitarle la vida a unos inocentes niños que tenían una vida entera por vivir.

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora