Capítulo 3.

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Dormir es algo que no puedo hacer en estos momentos, la preocupación recorre cada espacio de mi ser pero al mismo tiempo me siento aliviada, es una mezcla que no puedo describir exactamente. Si bien tengo muchas ganas de dejar este lugar, también me da cierta melancolía dejar a mi único amigo, no sé si volveré a verlo en algún momento, mucho menos sé que rumbo tomaremos más adelante, mi madre de seguro empezaría a trabajar en algo para darnos sustento, haré lo mismo y mantengo la esperanza en que pueda emplearme en las altas casas de los grandes integrantes de la realeza.

Me quito las sabanas que me cubren y camino hacia mi ventana la cual había olvidado cerrar, la oscuridad es misteriosa y las calles se ven silenciosas, la única luz que resplandece es el de la luna, me abrazo a mí misma para tratar de entrar en calor, cuando intento cerrar la ventana algo me detiene, observo una sombra en la reja de enfrente y no tardo mucho tiempo para darme cuenta de que alguien está vigilando la casa, corro hacia mi escritorio y apresuradamente enciendo una vela y cuando ya lo he hecho vuelvo a la ventana, solo que esta vez la persona ya no está.

Me atrevo a sacar la cabeza por la ventana y logro escuchar el galopar de varios caballos, cada vez se van alejando y solo es cuestión de segundos para que deje de escuchar el sonido. Apago la vela y cuando tomo las cortinas para correrlas, observo a mi madre caminar hacia la casa, tiene una capa negra la cual la protege del frio, mira hacia atrás y a sus costados y apresura sus pasos para adentrarse a la casa.

Salgo de mi habitación intentando que la puerta no rechine pero fallo en mi intento, con cuidado camino por los pequeños pasillos para tratar de encontrar a mi madre.

— ¿Mamá?— susurro pero no obtengo respuestas— ¿necesitas que te ayude en algo?— inquiero pero el silencio es mi única respuesta.

Una luz en la pequeña cocina es lo que llama mi atención, camino hacia esa dirección y observo a mi madre tratando de meter el hilo a través de la aguja, cosa que parece tomarle tiempo.

—Déjame ayudarte— digo tomándola por sorpresa, lo que causa que ella de un respingo— lo lamento— mascullo. Tomo el hilo y la aguja y logro terminar con lo que mi madre quería hacer.

— ¿No deberías estar durmiendo? Mañana será un día pesado— responde ella tomando la aguja y empezando a costurar un bonito encaje sobre un hermoso vestido.

—Todos los días son así, más cada año que celebran el cumpleaños de la princesa Defne— añado sentándome frente a ella y empezando a jugar con unas pequeñas lentejuelas sobre la mesa. Mi madre solo asiente y sigue con su labor— ¿Para quién es el vestido?— pregunto observando el hermoso atuendo color rojo vino.

Mi madre me lanza una mirada y puedo descifrar que es una de tristeza—. Para la princesa, su abuela me encargó el vestido, hoy fui a mostrárselo para que se lo pruebe y la muchacha dijo que le añadiera encajes y eso es lo que estoy haciendo.

Me encojo de hombros—. Al menos deberían pagarte más.

—Y eso dijeron que harán— revela—. En cuanto nos vayamos de aquí lo cual será muy pronto buscaré trabajo en algún palacio, al menos como cocinera.

Me sorprende su revelación así que la miro extrañada queriéndole preguntar más al respecto pero ella me interrumpe.

—Sé que Stephan envió una carta, haré lo que él me pide y en cuanto todo haya terminado nos iremos, buscaré algún lugar para vivir y encontraré un trabajo, lo haré sin la ayuda de nadie pero te aseguro que estaremos bien— asegura sonriendo.

— ¿Por qué no le pides ayuda a algún familiar?— indago y, ahora que lo pienso nunca he conocido a alguien cercano a mi madre, no tengo idea si tiene algún hermano, primo o tío. Mamá siempre esquiva mis preguntas cuando trato de descubrir sobre sus padres, nunca he podido obtener esa información.

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora