Capítulo 25.

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Elizabeth.

La oscuridad cubre mi habitación, el aire es realmente violento, me levanto de mi cama al escuchar una voz llamarme por mi nombre, camino lentamente hacia la ventana y siento mis pasos pesados y dolorosos, como si estuviera caminando entre espinas, extiendo mi mano derecha para correr la cortina blanca la cual se mueve al ritmo acelerado del viento.

Mis manos tiemblan y empiezo a sentir frío, mucho frío. Cuando he corrido por completo la cortina y he abierto la enorme ventana, observo a una mujer vestida con un largo y brillante vestido azul cielo, ella tiene la cabeza baja y sus manos están entrelazadas, la nieve cae sobre su cabeza y decora su largo cabello negro, la única luz que ilumina es la de la enorme luna.

La mujer levanta su cabeza lentamente hasta observar me, doy un paso atrás al ver que se trata de mi madre, lágrimas corren por sus mejillas y sangre brota de su estómago manchando el perfecto vestido.

—Perdón—susurra débilmente.

—¿Mamá?

—Perdón, tenía que salvarte— su voz suena entrecortada y débil.

Ella cae del balcón inesperadamente.

Me despierto asustada del mal sueño que tuve, un dolor empieza a oprimir mi pecho el cual sube y baja de manera acelerada, es imposible entender lo que significa soñar de esa manera, el miedo se incrementa en mi cuerpo llenándome de inquietud. Mi respiración empieza a ser agitada y trato de controlarme, me acurruco y trato de cerrar los ojos pero al hacerlo, la imagen horripilante de la mujer que fue ejecutada por orden de Edward, se proyecta una vez más en mi mente.

Verla morir de esa manera fue espantoso, había ido a Aramintonk a verlo y cuando llegué y vi a las personas correr hacia la plaza, fui al lugar y justo cuando llegué escuché decir que aquella mujer fue quien asesinó a la reina Esther. Me había quedado estática al escuchar eso, las personas empezaron a tirarle pedradas y otras cosas más, los latigazos hacían eco en mi mente y los gritos de ella era como si estuviera ardiendo entre las mismas llamas del infierno, por un momento había visto a Edward tener un poco de compasión pero cuando ella soltó su maldición fue en el momento que vi como su cabeza rodaba y sangre brotaba de ella.

Edward miró a la multitud y su vista se cruzó con la mía. Aún no puedo quitarme la imagen de esa decapitación pero creo que fue lo correcto pues ella asesinó a la reina y no había otro castigo para darle, Edward tiene odio acumulado en él y por por esa razón no dejaría viva a quién le quitó la vida a su madre.

Camino hacia la ventana y veo que el amanecer ya está cerca, abro un poco la ventana y la brisa fría me abraza haciendo que mi cuerpo tiemble un poco. Respiro hondo e intento quitar las proyecciones que el mal sueño me dejó, la desesperación me consume queriendo salir de esta habitación y hablar con mi madre, sí pudiera lo haría en este momento pero no cabe duda de que si lo hago, mamá se enfadaría.

Vuelvo a mi cama y me cubro con las sábanas, intento cerrar los ojos y dormir un poco, al menos hasta que empiece a aclararse el cielo.

No sé en qué momento me quedé dormida pero despierto debido a los rayos del sol, decido levantarme y arreglarme para bajar. Cuando ya estoy lista salgo de mi habitación y me dirijo hacia el comedor.

—Buenos días, hermana— saluda Anthony sonriendo.

—Buenos días— respondo de la misma manera.

Mis pequeños hermanos hacen presencia junto con mi madre y mi abuela, tomo asiento y los sirvientes colocan un desayuno bastante apetitoso frente a mí.

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora