Capítulo 19.

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Mi elegante vestimenta, como mis doncellas llaman, fue sustituido por un uniforme de servidumbre, desde la tarde nos hemos estado preparando para partir al final de la noche.

El ataque en Herwenteims no ha cesado aún según los informes de los soldados. Los cuchicheos de las sirvientas afirman que los rebeldes han entrado a las casas para acabar con las vidas de las personas que están dentro, no importa si son ancianos o niños, eso de verdad me aterra y me llena de impotencia.

—Alteza —escucho la voz del mayordomo—, ya es hora.

Al estar en la sala observo a mi madre y a mi abuela abrazar a mis hermanos.

—No quiero irme —ruega Andrew.

—Andy, estarás bien con tus hermanos y solo serán unos días. Prometo que iré por ti cuando todo esto acabe, lo juro —responde mi madre colocando su mano en su pecho como prueba de su promesa.

Mi abuela se acerca a mí y toma mi mejilla—Hija no te preocupes, nosotras estaremos aquí ocupándonos de la guerra, es necesario hacer esto por su seguridad, me tranquiliza saber que lejos de nosotras ustedes no correrán peligro —continúa mi abuela mientras me abraza.

—Tengo mucho miedo —confieso tratando de detener las lágrimas.

—Oh no, no debes tener miedo, todo estará bien y te aseguro que todo esto pasará. Ahora anda, vamos que ya es hora —espeta mi abuela dándome un beso en la frente.

Caminamos hacia la salida trasera del palacio para evitar que algún espía se dé cuenta, un carruaje de apariencia descuidada espera por nosotros. La adrenalina se incrementa en cada espacio de mi ser, temo a que seamos descubiertos ya que desde este lugar logro escuchar el impacto de las bombas. Me preocupa y me entristece saber que ya hay varios muertos a causa de este ataque y lo que no logro comprender es por qué tanta ambición por tierras ajenas.

Mi madre toma mi mano y sonríe débilmente en cuanto ya estamos dentro del carruaje—Estarán bien, confía en mí.

—Confío en ti, madre, pero no en los soldados —respondo dando un beso en su mejilla.

—Estaremos bien, solo es cuestión de saber cómo y cuándo atacar— añade ella alejándose del carruaje—¡Andando!—ordena.

El carruaje se pone en marcha y cada vez pierdo de vista a mi madre, cada segundo nos vamos apartando y no puedo evitar sentir miedo por todo lo que está pasando. Andrew limpia sus lágrimas al igual que Ashley, Anthony solo muestra un rostro preocupado pero no menciona ninguna palabra.

—¿Ellas estarán bien, verdad Anthony? —inquiere Andrew balbuceando.

—Claro que sí Andy, mamá y la abuela estarán bien así que no debemos preocuparnos por nada—responde Anthony tomando la pequeña mano de Andrew.

—No tú mismo crees en tus propias palabras, es imposible no preocuparse —masculla Andrew observando por la ventanilla.

No pronuncio ninguna palabra porque sé que sí hablo me quebraré en llanto eso es lo que menos quiero ahora.

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El carruaje se estaciona frente a una casa, por fuera se ve muy hermosa, los candiles iluminan el patio y el pequeño jardín está cubierto por diversas flores de distintos colores. Bajamos del carruaje y este inmediatamente se va de regreso a Crinstetmonf. Anthony empuja el pequeño portón de madera y caminamos hacia el umbral. Tomo la mano de Ashley quién está temblorosa, ella me mira con temor y yo solo aprieto su mano en busca de tratar de hacerle entender que todo estará bien.

Observo hacia mi alrededor y mi vista se dirige hacia una calle alejada de la casa, hay varios soldados caminando de acá para allá y me doy cuenta de que son los soldados de Minnettar.

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora