Capítulo 27.

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Edward.

El sol brilla con toda su intensidad, he salido del palacio para venir a la base militar. Los soldados han estado entrenando día y noche durante todos estos días, no han tenido un descanso y varios de ellos se han encargado junto conmigo de crear nuevas espadas, bombas, cañones y material de arquería.

Mañana será el evento de ópera y ballet y aunque había dicho que no iría, Robert me convenció de ir ya que sería bueno que despejara un poco mi abrumada mente y, creo que él tiene razón. Le he escrito una carta a Elizabeth informándole que mañana pasaré a buscarla para que me acompañe al evento ¿Por qué lo hago? No sé, tal vez porque es la única persona que conozco que podría acompañarme. Después de todo, sí me he tragado mis palabras ya que había dicho que no iría y aquí estoy, a horas de poner un pie en Lumania.

—Edward— la voz de Robert capta mi atención. —Te he estado buscando por todo el palacio, se me olvidaba que comentaste que hoy vendrías a la base militar— comenta.

—Creo que debí recordártelo.

—Solo te buscaba para informarte que yo mismo llevé la carta a Elizabeth e hice que la leyera frente a mí.

Asiento— ¿Qué dijo?

—Convencerla no fue fácil ya que dijo que no conocía a la tal Lady Amelia y que se sentiría incómoda, ruego tras ruego ella aceptó.

—Gracias, Robert—respondo golpeando su hombro.

—Elizabeth no sabe que la Lady esa es... difícil.

Lo observo con atención—Y no tiene porque saberlo, no hablará con ella.

—Pero sabes que la muchacha esa buscará la forma para tener tu atención y supongo que eso incomodará a Elizabeth— explica con seriedad.

—Elizabeth no tiene porque incomodarse, después de todo ella podría hablar con quien desee y quiero creer que yo puedo hacer lo mismo— Robert lleva una mano hacia su frente haciendo entender que mi respuesta es la más estúpida

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La noche cae mientras el frio empieza a cubrir el reino. Cuando estoy a punto de meterme a la ducha soy interrumpido por un golpe en la puerta.

Sin ánimos, camino hacia la puerta mientras vuelvo a abrocharme de nuevo los botones de mi camisa— ¿Ocurre algo, Robert?— pregunto al ver su semblante preocupado.

—Tu padre está aquí y desea que vayas y hables con él— informa.

Dejo salir un suspiro frustrante al saber que sea lo que sea no quiero escucharlo, ni siquiera sé qué es lo que dirá, de seguro solo contará lo bien que le fue en su viaje.

—Ya voy— susurro y Robert solo asiente y se retira.

Cierro la puerta detrás de mí y me siento sobre la cama, simplemente no quiero escuchar lo que sea que mi padre quiera decirme, no estoy de buen humor y no voy a tolerar las estupideces que de seguro dirá.

Exhalo rendido y me dirijo hacia la oficina, al llegar lo veo sentado en la silla detrás del escritorio.

—Buenas noches, hijo— saluda él, mientras coloca sus pies sobre la mesa.

—Estaba a punto de dormir, espero que sea lo que sea que tengas que decirme valga la pena.

—Cuida tu tono, soy tu padre— responde observándome.

—¿En qué te puedo ayudar?

Él se pone de pie y junta sus manos detrás de su espalda—Uhm— finge pensar—, sé que por la muerte de tu madre debes tomar la corona lo más pronto posible, pero es lógico que no vas a casarte, ¿verdad?

Verdades liberadas [Fragmentados #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora